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Olatz Barriuso
Lunes, 24 de julio 2023, 00:16
Cuando en Madrid suenan tambores de giro a la derecha, Euskadi, tradicionalmente, se moviliza y lo hace además para frenar un hipotético Gobierno conservador en Madrid. Ayer, de nuevo, los vascos votaron masivamente en esa clave: más del 88% del voto emitido fue a parar ... a alguna de las fuerzas de la llamada mayoría de la investidura, o bien a las que han integrado el Gobierno de Pedro Sánchez -PSE y Sumar- o a las que lo apoyaron desde fuera -PNV y Bildu-. Y lo hicieron con más ganas que en los últimos comicios del 28-M, al reducir casi en siete puntos la abstención de entonces.
La pujanza del voto que buscaba la continuidad del actual presidente en el palacio de La Moncloa tuvo su máximo exponente en la clara victoria del PSE, que no lograba la primera plaza en unas generales desde 2008, cuando los vascos acudieron a las urnas con el claro mandato de prorrogar una legislatura más el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero. Los socialistas vascos hicieron una demostración de solidez. Capitalizaron el voto anti derecha que en 2015 y 2026 hizo ganador a Elkarrekin Podemos y aventajaron en más de un punto a los jeltzales, ganaron con rotundidad en Álava y fueron segunda fuerza en los otros dos territorios, en Bizkaia pisando los talones a un PNV claramente desfondado, capaz sólo de amarrar la victoria, y por los pelos, en su feudo vizcaíno.
Esa fue la otra gran noticia de la noche en Euskadi, donde los sondeos sí clavaron las previsiones: un triple empate a cinco escaños de PSE, PNV y Bildu, repunte del PP que recuperó su diputado por Álava y ascendió a dos y desplome de Sumar que, engullida por las otras fuerzas de la izquierda e incapaz de sobreponerse al voto útil, quedó por detrás de los populares y se desplomó de los tres diputados morados cosechados hace cuatro años a uno.
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Pero las cifras de reparto de diputados ocultan una realidad mucho más compleja. Porque lo que cuenta de verdad en estas generales son los movimientos en los porcentajes. Y las tendencias que esas porciones del gráfico de tarta marcan en puertas de unas elecciones autonómicas previstas en principio para junio de 2024, aunque, visto lo visto, y ya desde el pasado 28-M, empieza a cobrar fuerza en los mentideros vascos la hipótesis de un adelanto.
Especulaciones al margen y, descontando que unas elecciones generales nunca son un estrictamente fiables a la hora de extrapolar resultados, sí hay una constatación difícil de rebatir. Mientras que el voto dual tradicional de estas citas y la extrema polarización política castigan duramente a un PNV que decidió no tomar partido estricto por ninguno de los dos bloques y que ayer prefirió no hacer autocrítica, Bildu en cambio no sólo sale indemne de unos comicios antaño incómodos para las fuerzas abertzales, sino claramente reforzada gracias a su inequívoca apuesta por el bloque sanchista.
Los datos hablan por sí solos: Sabin Etxea perdió más de un millón de votos y ocho puntos porcentuales respecto a su rotundo triunfo de 2019. La papeleta jeltzale ha dejado de operar como valor refugio frente al ruido de la política española. Si ese voto transversal y masivo le permitió hace cuatro años aventajar a Bildu en catorce puntos, ahora le tiene ya no pisándole los talones sino literalmente enfrente. Y en la batalla por la influencia en las Cortes Generales, Bildu será esta legislatura el grupo abertzale más numeroso: seis frente a cinco del PNV al sumar su escaño en Navarra.
El 23-J logró lo nunca visto: un empate técnico entre las dos grandes siglas nacionalistas -ambas en torno al 24% del voto-, toda una inyección de moral para los de Arnaldo Otegi a meses de las autonómicas y cuando la palabra 'sorpasso' empieza a adquirir contornos cada vez más nítidos. La coalición arrasó en Gipuzkoa, confirmó su penetración en Bizkaia y aventajó claramente en Álaba a un PNV en cuarta posición.
Los populares lograron tomar algo de aire tras varios años en el córner y sin capacidad de influencia, mientras a Sumar se le antoja cada vez más difícil librar la batalla por despuntar como una izquierda útil.
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