Cuatro años sin dormir

Desde entonces, el laboratorio riojano ha podido servir de pista a los rectores del PSOE nacional para encaminar sus propios pasos hacia la coalición con la formación morada. Aunque fuera mirando hacia otro lado, tapándose la nariz y exponiéndose a la censura ciudadana, que se pregunta por qué ahora es posible lo que hasta ayer era imposible. La respuesta es obvia: nadie en su sano juicio en las dos fuerzas de izquierdas se quería exponer al disparate de una tercera visita a las urnas, donde el declive registrado el 10N podía ser una nadería en comparación con la sangría en votos que se avecinaba. De nuevo la experiencia de Andreu y los suyos pudo contribuir a que sus pares socialistas sacaran alguna enseñanza.

Quienes por Martínez Zaporta mantienen siempre abierta la conexión con Ferraz daban por descontada la misma noche del domingo que esta vez sí. Que esta vez habría acuerdo. Una certeza solidificada el lunes, cuando Pedro Sánchez compareció ante los suyos con ese ademán tan firme que disipaba toda duda: el pacto con Pablo Iglesias era un hecho. A costa de, según sus propios presagios, cuatro años de insomnio. Preferible a la alternativa riojana: cuatro años con jaquecas por el Palacete.