Chute de autoestima en la recta final

El PP está volcado en el país rural, las circunscripciones pequeñas, la España vaciada, donde el discurso de Vox pega fuerte. Está convencido de que la ausencia de Feijóo del debate a tres fue un acierto y que el 'pinchazo' de Vox alienta el voto útil. Ese es el secreto. Otros admiten que Santiago Abascal dio en la clave. Que conectó con el registro de los españoles varones cabreados de la calle y con miedo al futuro y que se sienten perseguidos por el feminismo más radical. Que quieren la restauración y el orden. Y que muchos de esos salieron contentos a pesar de algunos errores de fondo. Acusar al Gobierno de pactar con EH Bildu la reforma laboral -cuando precisamente votaron en contra- era de 'primero' de conocimiento en el Congreso. Suspenso rotundo.

El debate del jueves en TVE dio este jueves bastante oxígeno a los partidarios de Yolanda Díaz, persuadidos de que fue la gran ganadora, a la que Sánchez pasaba la pelota para lanzarla a la portería de la ultraderecha. Y metió gol. Fuera o no la 'competencia virtuosa', los socialistas y Sumar exhibieron músculo conjunto y se repartieron bien las funciones, aunque el presidente quedara eclipsado por el tono enérgico de la ministra de Trabajo. Se trataba de demostrar que la 'coalición progresista' tiene un proyecto de futuro para España frente al mensaje ultra y la permanente asociación entre el PP y el extremismo. La ausencia de Feijóo, ciertamente, le libraba de una escenificación incómoda junto a Vox, pero permitía a la izquierda remachar sin parar el riesgo de una 'santa alianza' ante los electores de centro.

Noticias Relacionadas

El PSOE recupera el optimismo y vaticina que el 23-J habrá sorpresa

Paula De las Heras

Feijóo cree que el debate no ofreció «ninguna novedad»

María Eugenia Alonso

Sumar confía en el «empujón» final en campaña de una «ganadora» Díaz

Miguel Ángel Alfonso

Abascal advierte al PP de que el bloqueo en Murcia se extenderá a Feijóo

A. Azpiroz

En el PSOE se respira una confianza un tanto extraña. De un lado, la opinión de que existe una percepción poderosa de cambio de ciclo había calado en los primeros días, al menos en privado. Por otro lado, están los que creen aún en un impulso emocional que no saben calibrar ni determinar científicamente, pero que perciben en el ambiente como una silenciosa marea de fondo a favor de Sánchez. Que la derecha sociológica, agazapada en parte tantos años, ha perdido todos los complejos, pero que las izquierdas también tienen su corazoncito y van a sacudirse ahora el orgullo identitario. Quizá el revulsivo de la provocadora 'guerra cultural' que piden los ultranacionalistas funciona más de lo que pensamos.

El PP acaricia la victoria pero se tienta mucho la ropa. Piensa incluso en la posibilidad de alcanzar los 160 escaños, que no es lo mismo que sacar 145 para que Vox no se suba la parra de las exigencias. La tecla reside en esa movilización del electorado pendiente que el 28-M se quedó en casa, pero que esta vez puede ofrecer una nueva relación de fuerzas. La partida termina, pero quizá tenga un final más abierto de lo que creemos y estemos obligados a apretar el 'reiniciar' en vez de 'apagar'.