Vox se relame con su resultado y no apoyará ningún pacto de investidura

En Vox son conscientes de que se han beneficiado del mismo discurso del que hacen gala sus hermanos europeos, y por eso ahora –a diferencia de los pactos alcanzados en Andalucía o Madrid– se muestran reacios a entenderse con el PP oCiudadanos en las negociaciones para formar gobierno y prefieren esperar sentados a que capee el temporal. «La gobernabilidad no es responsabilidad de Vox, los españoles nos han votado para hacer oposición. La responsabilidad es de otros, no se lo reprocharemos, entenderemos que se pongan de acuerdo. PSOE,PPy Cs comparten las mismas políticas de género o inmigración que nosotros discutimos», explicó ayer Abascal, durante una rueda de prensa en su sede de la madrileña calle Bambú.

En el caso de que los populares se abstuvieran para permitir a Pedro Sánchez lograr investidura por mayoría simple, Vox se quedaría al frente de la oposición como tercera fuerza más votada. Una defenrencia impagable ante el electorado de derechas, como reconocen diferentes expertos. «A Ciudadanos y al Partido Popular les venía bien el apoyo de Vox para constituir gobiernos en autonomías, pero con ello mandaron el mensaje a los votantes de derecha de que se podían permitir el lujo de votar a Vox para frenar a la izquierda sin consecuencias, sin que su voto vaya a la basura, más que cuando era un partido residual y veían más útil votar al PP», explica a este periódico el politólogo del CSIC José Fernández Albertos.

El resultado del 10-N también pone en manos de Vox un arma política de gran calibre y precisión. Superar la barrera de los 50 escaños les permitirá presentar recursos de inconstitucionalidad contra las iniciativas legislativas del Gobierno, y ya la apuntan contra las leyes de género, de inmigración o territoriales. «Vox ahora es un auténtico dique de contención frente al separatismo y a la legislación totalitaria de los progres, que a partir de ahora, y después de mucho tiempo, nos van a tener en frente con una herramienta legislativa gracias a nuestros 52 escaños», reconoció su líder.

Abascal descartó, por el momento, usar ese poder recién conquistado para renegociar los acuerdos alcanzados con populares y liberales en Andalucía, Murcia o Madrid, lugares donde además han mejorado sus resultados electorales. Alardeó de esa postura porque «Vox no es un partido chantajista como el PNV o CiU, no vamos a poner en riesgo la gobernabilidad allí donde estamos gobernando».

Si este auge forjado en solo seis meses será duradero o no dependerá, según los sociólogos, de la postura que adopten sus rivales. «Si el Partido Popular decide competir con ellos por la derecha les hará crecer, pero si Casado mira hacia el centro probablemente pueda recuperar parte de esos votos perdidos. También si Ciudadanos vuelve a la senda del liberalismo, como la representada con Garitano», afirma el politólogo experto en partidos de extrema derecha Ernesto Pascual, que también rebatió la afirmación lanzada ayer por Abascal de que «300.000 votantes del PSOE han decidido hacerlo por Vox en estas últimas elecciones». Según Pascual, esta declaración «carece de fundamento, porque no ha dado tiempo a hacer estudios postelectorales».

Depende también, según el experto, de qué rama de Vox se imponga, «la de Abascal es más populista que la representada por Espinosa de los Monteros, neoliberal». Una dualidad que en su opinión les ha permitido cosechar votos en barrios de alta y baja renta media sin discriminación.