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Jorge Alacid
Sábado, 18 de junio 2016, 18:21
La campaña electoral avanza por La Rioja dominada por la lánguida monotonía propia de quienes recitan el temario un poco a la fuerza: como el escribiente de Bartleby, los candidatos parece que preferirían no hacerlo. No verse inmersos en esta rutina tan parecida a la ... aburrida carrera hacia las urnas de hace medio año, excepción hecha de la única novedad conocida: que Mar Cotelo se prepara, salvo hecatombe mediante, para relevar a Conchi Bravo. Su entusiasmo sí parece natural, todo lo contrario de esas fingidas sonrisas de circunstancias que adornan a los demás candidatos que hacen campaña.
Porque lo novedoso en realidad son las ausencias. Algunas, clamorosas. Pablo Iglesias evita con éxito pisar suelo riojano, Albert Rivera se conforma con aquella visita de precampaña del año pasado y hasta César Luena, en teoría cabeza de lista por el PSOE, tiene a menudo cosas mejor que hacer. Exigencias propias de su cargo en Ferraz le obligan a delegar en sus compañeros riojanos alguna que otra responsabilidad, convencidos los unos y los otros de que en una circunscripción tan pequeña, con los resultados más o menos cantados, el esfuerzo en la captación de votos siempre debe ser un esfuerzo contenido.
Tal vez por esa razón también en el PP permiten que sus principales mandatarios regionales sigan a sus cosas y no reclaman su apoyo en este momento trascendental. La alcaldesa de Logroño apenas se dejó ver por el acto que significó la bienvenida a la campaña y luego volvió a su despacho. José Ignacio Ceniceros, otro tanto: acudió también a retratarse con Gamarra, Sanz y resto de cordiales compañeros de filas, concedió a sus consejeros licencia para poblar la agenda electoral y hasta se permitió protagonizar un par de mítines durante la primera semana de campaña. Más, mucho más que hace medio año, cuando el PP apenas le reservó un espacio de cierta relevancia para animar al voto en la tierra que preside. Pero, en resumen, una presencia difuminada.
Aunque no tan exageradamente, más o menos lo mismo viene haciendo Pedro Sanz: reservarse. Como si ambos, tanto Sanz como Ceniceros, coincidieran al fin en algo: delegar la petición de voto en Emilio del Río.
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