Gentes muy de bodega

La Grajera está a un puñadito de kilómetros de Logroño. En una mañana londinense como la de ayer -niebla densa, humedad relativa alta y frío absoluto- no se antojaría plato de mejor gusto una invitación para llegarse hasta los aledaños del parque de no ser ... porque el mismísimo presidente del Gobierno (en funciones) y del PP (en ocasiones), el candidato Rajoy, vuelve a casa (casi) por Navidad. Regresa a territorio conquistado para recordar a los riojanos que lo suyo con esta región es un idilio, un amartelamiento sin fin que heredó del dedo con el que Aznar le señaló como 'el sucesor'; un romance biunívoco con votos correspondidos por polígonos industriales, museos o palacios de justicia que el candidato Rajoy reivindicó para el acervo popular, del PP quería decir. Lo dijo todo solemne, sentido, porque sabe que los riojanos son españoles de bien, además de muy y mucho españoles, que han de saber agradecerle, qué menos, que el día siguiente del gran debate en el que soportó como el estoico que es que a metro y medio de su nariz le soltaran un «indecente» como la catedral de Calahorra, que ese día se viniera aquí, con los que sabe suyos, a lamerse las heridas.