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Ramón Gorriarán
Miércoles, 16 de diciembre 2015, 10:21
Siempre ha sido el objeto del deseo de los dos grandes en las elecciones, pero en esta ocasión la batalla es a cuatro y la tarta es la misma. El centro político es la franja del censo más apetecible por su tamaño; ganar por tanto ... en ese territorio es vital para vencer el 20 de diciembre. En esa disputa, el discurso de PP y Podemos cala poco y tienen dificultades para encontrar adeptos entre el electorado más templado. PSOE y Ciudadanos luchan en cambio a brazo partido por hacerse fuertes en ese segmento del electorado.
Ciudadanos es el cuarto partido en la historia de la democracia que reivindica el espacio de centro. Adolfo Suárez capitaneó la Unión del Centro Democrático y el Centro Democrático y Social, y Rosa Díez, UPyD. En los tres casos su vida fue breve. La UCD no fue un partido, era una amalgama de restos del franquismo cuyo único cemento político era Suárez. Ganó las primeras elecciones, las de 1977, con el 34,4% de los votos y 165 escaños; volvió a vencer dos años después con el 38,8% de los sufragios y 168 diputados. Pero la organización se deshilachó a velocidad de vértigo, y en los comicios de 1982, ya sin Suárez, obtuvo el 6,7% y 11 escaños. En las siguientes desapareció. El expresidente del Gobierno no se rindió, y empeñado en que había espacio para un partido de centro creó de nuevo en torno a su figura el CDS, que en 1986 sumó el 9,2% de los sufragios y cosechó 19 escaños, la tercera fuerza nacional. En 1989, cayó al 7,8% y 14 diputados, y en 1993, el 1,7% y cero escaños. Y desapareció, aunque años después el exbanquero Mario Conde intentó resucitarlo con nulo éxito. Unión, Progreso y Democracia irrumpió en las elecciones de 2008 con un discurso que no quería ser de izquierda ni de derecha. Esa era una dialéctica vieja, decía ya entonces Rosa Díez. Consiguió el 1,2% y un asiento en el Congreso, el de ella. Tres años después, alcanzó el 4,7% de los votos y cinco diputados. Tras una profunda crisis interna, tiene todas las papeletas para convertirse en fueza extraparlamentaria este domingo. Es llamativo que en los tres casos se trató de proyectos políticos caracterizados por el protagonismo absoluto de su líder. Como ocurre ahora en Ciudadanos.
El tamaño de la bolsa centrista difiere según los autores. Algunos calculan que se puede hablar de once millones de personas, casi la tercera parte del censo, pero parece un cálculo exagerado porque meten en el mismo saco al centrista confeso y al indeciso, que no son lo mismo. Más acertado parece el cálculo de que es el 20% del censo, entre siete y ocho millones de ciudadanos, como sostiene el equipo Piedras de papel en su obra coral Aragón es nuestro Ohio. Así votan los españoles. Sea una cifra u otra, el centro es el gran banco de votos.
Pero ganar el sufragio centrista no asegura la victoria. Como dice Piedras de papel, los partidos que ganan las elecciones «también ganan en el centro, pero no ganan porque ganen el centro». Es decir, es importante, pero no lo es todo. Se necesitan anclajes bien a la izquierda bien a la derecha.
Decir que para ganar hay que obtener el respaldo mayoritario del centrismo podría servir para el esquema bipartidista, no para cuando hay cuatro fuerzas en liza. El desplazamiento del eje clásico de campaña, el de izquierda frente a derecha, al de lo viejo y lo nuevo ha hecho que la captación de los moderados, al ser los votantes más dinámicos del cuerpo electoral, sea en uno de los principales duelos para este domingo.
Los electores perciben que las fuerzas más moderadas son el PSOE y Ciudadanos. En la escala de uno a diez que emplea el CIS, en la que diez es la extrema derecha y uno, la extrema izquierda, los socialistas son ubicados en el 4,4, una fuerza de centrozquierda, y el partido de Albert Rivera, en el 6,3, un partido de centroderecha. El PP está colocado en el 8,2, la derecha sin paliativos, y Podemos, en el 2,3, la izquierda también sin matices.
El partido centrista por antonomasia es Ciudadanos, uno de cada cinco votantes lo coloca en el cinco de esa misma escala. Desde esa posición media, se expande a izquierda y derecha, en las últimas semanas sobre todo a la izquierda porque la depredación de la derecha ya la tiene hecha. De octubre a noviembre, el partido naranja le ha comido 14 puntos en intención de voto al PSOE y seis al PP, según el CIS. Del total de apoyos que tendrá Ciudadanos, la parte del león procede de los populares, casi uno de cada cinco votantes del PP en 2011 dice que votará a los de Rivera, uno de cada diez de los que dieron su papeleta al PSOE se la entregará ahora al partido naranja y casi la mitad de los votantes de UPyD hace cuatro años seguirá el mismo camino.
La fuga en el PP
En las elecciones autonómicas de mayo ya se pudo comprobar el tamaño del trasvase del PP a Ciudadanos. Hasta en ocho comunidades más de la mitad de los votos que obtuvo el partido de Rivera provenía del electorado popular. La sangría, además, no parece haberse taponado. Poco más de la mitad de los votantes de Mariano Rajoy va a repetir el 20 de diciembre, la otra mitad se repartirá entre Ciudadanos, más del 20%, la abstención y en menor medida se irá a PSOE y Podemos.
Una idea de la importancia que tiene lograr la supremacía centrista se puede comprobar en las últimas citas electorales. El PP recogió en 2011 el 40% de los votantes centristas, según el estudio postelectoral de CIS. Los socialistas también disfrutaron en su momento de la hegemonía central. En las elecciones que ganó José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 y 2008 se hicieron con el 43 y el 40% de los sufragios de ese segmento.
El PP intenta no quedarse descolgado entre los electores templados, pero lo tiene difícil y parece resignarse a mantener sus posiciones con los suyos de toda la vida, en torno al 23-25% del censo e intenta arañar algo por el centro. Podemos, al igual que los de Rajoy, tiene poco que hacer con los centristas pues para seis de cada diez ciudadanos es una fuerza de izquierda, incluso el 33% dice que de la izquierda más extrema, y sus respaldos entre los sectrores de centroizquierda son casi residuales.
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