Pedro Sánchez y Mariano Rajoy se saludan al inicio del debate.

Sánchez logra desestabilizar con la corrupción a un Rajoy que lo apuesta todo a la economía

El líder de la oposición, en el tono más crispado y agresivo de la campaña, pone en entredicho la decencia del presidente por el 'caso Bárcenas'

Álvaro Soto

Lunes, 14 de diciembre 2015, 01:08

Era un debate, el último de la campaña, en el que los candidatos tenían la oportunidad de exponer sus propuestas, pero en vez de eso, el cara a cara de este lunes por la noche en la Academia de la Televisión mostró a dos candidatos, ... Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, enrededados y enzarzados, en algunos momentos incluso con gran tensión. De hecho, con la corrupción saltaron chispas. Los ataques del líder del PSOE, con Bárcenas como ariete, hicieron perder la calma a Rajoy, que no aceptó que Sánchez dijera de él que no es honrado. Ruin, mezquino y miserable fueron los adjetivos utilizados para defenderse por Rajoy, en el culmen de un debate que tuvo también la economía como otro punto de conflicto y en el que Cataluña permaneció en un segundo plano.

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Rajoy y Sánchez cumplieron con los papeles esperados en un cara a cara de tono bronco. El primer momento de tensión llegó con el bloque económico. El presidente del Gobierno esgrimió en su haber los buenos datos macroeconómicos de España, mientras el líder del PSOE, obligado a salir al ataque para recortar su desventaja en las encuestas, trató de centrar sus críticas en las altas cifras de paro. Esta parte del debate fue tensa, con la reforma laboral, el crecimiento económico o el rescate de España como motivos de choque.

Usted quiere que los padres vean a sus hijos coger el pasaporte o quedarse en España para ser explotados, afirmó Sánchez. Rajoy le respondió recordando la herencia recibida, acusando a su contrincante de pintar una España tenebrosa y minando su credibilidad: Ha dicho muchas cosas y poco sensatas. Cuando cogimos el Gobierno, apenas podíamos financiarnos, éramos el enfermo de Europa. Y ahora nadie habla del rescate ni de la quiebra de España. Estamos creciendo al 3,4% anual, cuando antes tenía crecimiento negativo. Y todo eso, según Rajoy, por las bondades de la reforma laboral. A mí me gusta la reforma laboral porque ha creado empleo. Vamos a seguir con las políticas reformistas, aseguró Rajoy.

Ya en ese momento Sánchez intentó utilizar la corrupción, y también la falta de comunicación del Gobierno, como flancos para atacar. Usted ha recortado todo menos en corrupción y usted es conocido por los españoles como 'el del plasma fueron dos frases efectivas utilizadas por Sánchez para debilitar a Rajoy. El presidente, sin embargo, le recordó al líder del PSOE que fue miembro de la Asamblea de Caja Madrid. Aquí apareció el nombre de Rodrigo Rato y Sánchez enfatizó en que fue Rajoy quien le nombró.

¿España ha sido rescatada? Sánchez repitió la pregunta una y otra vez a Rajoy e insistió en que sí, en que hubo rescate. Ahí el presidente fue una roca. No ha habido rescate, respondió con contundencia Rajoy. El líder del PSOE mostró el memorándum de la Unión Europea, pero el máximo responsable del Ejecutivo afirmó lo contrario: Mi Gobierno ha impedido que España sea rescatada.

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Derogar el artículo 135

Sánchez trató de desnudar las carencias del Gobierno del PP en políticas sociales y apuntó la necesidad de una reforma constitucional. Entre los puntos que tocaría de llegar a la presidencia del Ejecutivo, Sánchez citó derogar el artículo 135, firmado por Rajoy y por el anterior presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. El sistema de pensiones o la educación serían otros aspectos que fortalecería Sánchez. Pero Rajoy rebatió esos argumentos. En su opinión, desde la dependencia hasta la pobreza energética estaban peor con el PSOE. Logramos en una situación muy difícil mantener el sistema de pensiones, atender a los que estaban en una situación precaria... Se necesita una política económica que genere dinero para poder sostener el Estado del Bienestar, afirmó Rajoy.

La carta de una beneficiaria de dependencia sirvió al líder socialista para poner contra las cuerdas a Rajoy. Una señora de Valladolid me cuenta que, por su familiar dependiente, ha pasado de cobrar 381,32 euros a cobrar 31,92, dijo Sánchez. Diga la verdad. No le acepto lo de los recortes, respondió Rajoy. Entre sus propuestas, Sánchez abogó por una educación gratuita de los 0 a los 18 años o por aumentar las becas. Usted ha roto el educativo, atacó Sánchez. Sus leyes de educación han generado las mayores tasas de abandono escolar de la Historia, respondió Rajoy. Y nunca ha habido un pacto educativo, remachó.

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Con un gráfico trató Sánchez de demostrar que el PSOE ha cuidado más la hucha de las pensiones que el PP. Me comprometo a subir las pensiones mínimas, dijo Sánchez. Para mantener las pensiones, no hay otra alternativa más que que haya trabajo, contestó el presidente.

"Hasta aquí hemos llegado"

A la vuelta del intermedio, Cataluña, pero sobre todo, la corrupción, fueron los dos asuntos principales. Y con la corrupción se perdieron las formas. No tardó Sánchez en recordar los casos que están ahogando al PP en los tribunales, y ahí es donde el candidato socialista mostró su cara más agresiva, por momentos, realmente airada. Cuando se supo que había enviado ese mensaje a Bárcenas, un delincuente político, usted tenía que haber dimitido. Usted nombró a Bárcenas gerente, tesorero y luego senador. Bárcenas fue el mejor momento de Sánchez en el debate, cuando por fin pudo hacer sangre. Los españoles sabemos perfectamente que lo que dicen ls papeles de Bárcenas es cierto. Si usted sigue siendo presidente del Gobierno, el coste para nuestra democracia es enorme. Usted no es una persona decente.

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Hasta ahí hemos llegado, respondió un Rajoy exaltado. Soy honrado, se defendió, antes de mostrar una indignación irrefrenable. Usted va a perder estas elecciones y de eso se podrá recuperar. Pero de lo que no puede recuperarse es de la afirmación mezquina que usted ha dicho hoy. Usted ha sido ruin, mezquino y deleznable. Esto le va a perseguir toda la vida, siguió el presidente del Gobierno, enfadado de verdad por las palabras de Sánchez. En ese punto, el diálogo ya fue imposible. A todas las personas que en mi partido cometieron actos que no debieron hacer los puse en la calle, ha dicho Rajoy. ¿Y por qué no dimitió?, le replicó Sánchez. ¡Porque yo no he hecho nada!, insistió el presidente.

Pero Sánchez siguió golpeando en el flanco débil de Rajoy y le acusó de haber cobrado sobresueldos cuando era líder de la oposición y de ganar 240.000 euros entre su salario como diputado y portavoz del PP en el Congreso más los "sobresueldos" del PP, mientras que él cobra 88.000 euros. "La diferencia entre nosotros es abismal", apostilló. Ante ello, Rajoy negó haber cobrado sobresueldos alguna vez y ha recordado que ahora, como presidente del Gobierno, su salario es de 78.000 euros. "Yo soy un político limpio y decente y llevo 30 años en la vida política y nunca nadie me ha hecho una acusación de una conducta reprochable", enfatizó Rajoy.

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Bloque catalán

Tras la corrupción ha llegado Cataluña, un asunto central que, sin embargo, los candidatos ventilaron en cinco minutos. Pedro Sánchez se mostró como el mejor garante de la unidad de España. Cuando ha gobernado el PSOE, nunca ha habido una declaración independentista en Cataluña. En estos cuatro años el voto independentista ha subido del 11 al 48%. Ni el inmovilismo ni el rupturismo son la vía. La vía es una reforma constitucional, que va a persuadir a la mayoría de los catalanes, afirmó Sánchez. Rajoy replicó contra el eslogan de Sánchez, como lo llamó. El problema se resuelve con principios: unidad nacional, soberanía, igualdad entre españoles y cumplimiento de la ley, aseveró.

En su última intervención, Sánchez insistió en la igualdad salarial entre hombres y mujeres y en recuperar los derechos sociales perdidos. Por su parte, Rajoy tiró de aquel viejo axioma de las campañas y preguntó, casi literalmente, a los electores si están mejor que hace cuatro años. Pero a la vez, ha fijado su objetivo para los próximos cuatro años: Crear empleo. Y lanzó un último mensaje, un aviso para los votantes que quieren estabilidad: No debe haber un parlamento inestable.

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