Jorge Alacid
Jueves, 10 de diciembre 2015, 09:08
Mediado septiembre, justo cuando el verano se disponía a morir, el PP de Logroño organizó unas jornadas llamadas (algo paradójicamente) así: Escuela de Verano del PP. En fin. Que fuera casi otoño no tiene tanta importancia como el hecho de observarse en el programa de ... actos una clamorosa ausencia que causó comprensible pasmo porque rompía con los usos habituales: José Ignacio Ceniceros no figuraba entre los ponentes. O bien el presidente del Gobierno de La Rioja no tenía nada que decir o bien a los organizadores (de su propio partido) no les interesaba lo que pudiera contarles. Por el contrario, entre los conferenciantes sí que se encontraba el otro presidente, el del partido, Pedro Sanz. A la veraniega escuela acudieron también otros dirigentes del PP, llegados de fuera de La Rioja (Javier Maroto, por ejemplo) o del interior, como Cuca Gamarra.
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Uno nunca hubiera sospechado, en los días de Sanz en el Palacete, que el PP organizase cualquier cosa sin contar con el jefe de su Gobierno. Pero aquellos días han pasado. En realidad, la programación de la Escuela de Verano puede leerse como el preámbulo de que se avecinaba una campaña electoral con el presidente de la Comunidad Autónoma sin apenas presencia. Cierto es que el PP todavía no ha organizado un mitin en plan multitudinario, como antes fue norma. Pero también es verdad que entre las convocatorias, esa letra pequeña donde menudean los recorridos electorales, reparto de propaganda por Logroño y resto de la región y actos con afiliados de La Rioja interior, los responsables de la campaña apenas reservan un hueco para Ceniceros. El lunes, con el vicesecretario de Organización y Electoral, Fernando Martínez Maíllo, de visita por Santo Domingo, no aparecía en la convocatoria oficial... aunque luego se fotografió con él y resto de comitiva popular por las calles calceatenses. Emilio del Río, cabeza de lista al Congreso, mitineó ese día por Fuenmayor sin su respaldo, como Carlos Cuevas y María Teresa Antoñanzas acudieron a Navarrete sin agradecer su presencia... pese a que luego apareció también por sorpresa para retratarse juntos. Al día siguiente, sí que se incluyó a Ceniceros... en un paseo por Santo Domingo en busca de electores.
Ayer, su nombre volvió a incorporarse a la agenda electoral. ¿Dónde? En un acto convocado en Huércanos, simpática localidad de 927 vecinos. Allí pidió el voto para el PP ante los reunidos en el Hogar del Jubilado con el apoyo de Francisca Mendiola, única candidata llamada a seguir sus pasos. Que el PP evite la compañía del presidente del Gobierno o que le atribuya convocatorias menores puede tener sentido en esta época de la nueva política, pero desde luego choca con los hábitos implantados durante dos décadas por su predecesor al mando tanto del Gobierno como del partido, cuando Sanz simultaneaba sus dos responsabilidades, se reservaba los principales actos electorales y se pedía también el mitin de bolsillo.
Sí, las comparaciones son odiosas. Pero también relevantes. Porque esta campaña sin apenas Ceniceros abunda en la teoría de la difícil compatibilidad entre partido y Gobierno si personas distintas ejercen el liderazgo. Porque es la primera campaña en lustros con bicefalia popular. Porque de viaje hacia el 20D en el PP van a tener que elegir si quieren más a papá o a mamá.
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