La portavoz nacional del BNG, Ana Pontón EFE/Xoán Rey
Elecciones Galicia

El 'fenómeno Pontón', la alternativa al PP que barre a las izquierdas

La líder del BNG, que estudia si denunciar a los populares por vincularla con el terrorismo, no será la primera presidenta de Galicia, pero ha aupado a un BNG que amenazaba desahucio

Lunes, 19 de febrero 2024, 12:59

No será tras este 18-F la primera mujer y la primera nacionalista en conquistar la presidencia de la Xunta de Galicia. La resistencia a prueba de cuitas del PP y el desfondamiento de las izquierdas a las que necesitaba para poder dar el ... salto al palacio de Monte Pío han frustrado las airosas expectativas de Ana Pontón (Sarria, Lugo, 1977) de pilotar la cuarta nacionalidad histórica del país, junto a Euskadi, Cataluña y Andalucía, a caballo de un Bloque Nacionalista galego férreo en su ideario, elástico en su acción política y dulcificado en las formas. Pero la decepción que supone haberse quedado con la miel en los labios -aunque el paladeo ha sido finalmente a más distancia de los apretados sondeos y las sensaciones a los que se abrazaba la oposición a Alfonso Rueda- no eclipsa el éxito de un soberanismo que sale de estas autonómicas como la única alternativa creíble a los populares. A su lado florecen las crisis del PSdeG, Sumar y Podemos, los primeros corroídos por esos nueve escaños que son su peor resultado histórico y los otros dos transformados en fuerzas extraparlamentarias con menos apoyos que Vox o el Pacma.

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La heredera de los gallegos de aldea que ha convertido su femenina imagen de traje, pelo corto y llamativos pendientes en un poderoso icono para las bases nacionalistas -también lo fue en su día la plateada cabellera rizada del histórico Xose Manuel Beiras- no solo ha rescatado a un BNG que parecía desahuciado hace ocho años, cuando la irrupción de las mareas alentadas por la efervescencia del Podemos de Pablo Iglesias que también atraería a la Yolanda Díaz con la que hoy está en guerra dejó a los nacionalistas como cuarta fuerza en la Cámara de Santiago, con seis escaños, 119.000 papeletas y un escuálido 8,36% de porcentaje sobre el voto total. Pontón, imán para la reunificación de las distintas corrientes que confluyen en el Bloque, ha logrado que su coalición reviva hasta el punto de consolidarse como segunda sigla parlamentaria, dispararla desde los 19 asientos de 2020 a los 25 de anoche, insuflarle 150.000 sufragios más -en conjunto, 467.000 a falta del recuento del electorado en el exterior- y elevarla al 31,5%. Los análisis más sosegados del escrutinio permitirán determinar cuánto de voto nuevo ha cautivado el soberanismo frente al cosechado por el PP con una participación récord por encima del 67%; y el paso del tiempo determinará cuánto de su impulso es propio, pescando en las generaciones más jóvenes y en otros caladeros tradicionalmente ajenos, y cuánto atado al vaciamiento de las izquierdas. Las tripas de algunas encuestas en esta noche electoral apuntaban a un trasvase de más del 30% del electorado socialista a la lista del voto útil de Pontón frente al PP.

La candidata ha anunciado hoy en una entrevista en la Ser que estudiará si emprende acciones legales contra el partido de Alfonso Rueda por haber traspasado de forma «intolerable» todas «las líneas rojas» al vincular al BNG con el terrorismo de ETA por la plancha que compartirá con Bildu a las elecciones europeas y que irá encabezada por Pernando Barrena, condenado en su día como dirigente de la antigua Batasuna por complicidad con la violencia. Tras señalar al PSdeG por dar aire a las expectativas del Bloque con su papel gregario, el tándem Rueda-Feijóo se centró en el tramo final de la campaña en tratar de desmontar la proyección templada de Pontón acusándola de ser una loba radical con piel de cordera heterodoxa. La ya líder de la oposición ha colocado a los suyos en un escaparate de relumbrón en una comunidad con acusado sentido 'galleguista' pero con menos pulsión soberanista que la que ha aflorado desde la Transición en el País Vasco y Cataluña, tras esmerarse en una campaña en positivo. Pontón ha evitado la altisonancia en la confrontación, colocó en un primer plano asuntos de máximo interés ciudadano como las listas de espera en la Sanidad pública o el gasto en infraestructuras y solapó las aristas del programa del BNG. Algo parecido, salvando las distancias, a lo que Bildu está haciendo en Euskadi.

Junto a ello, Pontón ha conjugado los dos grandes flujos ideológicos de su formación, en la que conviven un sector que demanda el autogobierno para gestionar los recursos de la comunidad frente a unas bases muy ideologizadas que son las que defienden la inclusión en el programa de aspiraciones hacia la independencia, entre ellas la exigencia de un referéndum de autodeterminación y de una educación exclusivamente en gallego. La candidata ha hecho bandera del nacionalismo en el marco del Estado plurinacional, pero dentro de España y «desterrando los rollos separatistas que aquí no funcionan», según describió una fuente de su campaña cuando ésta se encaminaba a su término. Y en una comunidad envejecida, Pontón ha sabido conectar con los jóvenes a través de las redes sociales. Ahora tiene cuatro años por delante frente a un PP muy rocoso en su fortín para demostrar que su alternativa no es flor del día de este 18-F, sino una opción consistente de futuro para el nacionalismo que aspira a presidir Galicia.

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