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SALVADOR ARROYO
Corresponsal. Bruselas
Miércoles, 29 de mayo 2019, 00:05
«Es un primer intercambio de impresiones, el primero», precisaba Angela Merkel a su llegada a Bruselas. La canciller se había adelantado a sus colegas en esta cumbre extraordinaria de jefes de Estado y de Gobierno que tenía un único asunto encima de la mesa: ... la renovación de cargos en las instituciones comunitarias clave (Parlamento, Consejo, BCE y, sobre todo, la Comisión). Mientras ella defendía ante los periodistas a su candidato a liderar esta última, el popular Manfred Weber, no muy lejos de allí, se hilvanaba la estrategia alternativa.
Pedro Sánchez; el primer ministro belga, Charles Michel; el de Holanda, Mark Rutte; el de Portugal, Antonio Costa; y el francés, Emmanuel Macron (que ya la víspera cenó en París con el presidente español en funciones) mantenían una minicumbre informal en la que este grupo de líderes socialistas y liberales se coordinaban para iniciar el asalto al Ejecutivo de Bruselas, con perfil conservador desde hace más de una década.
El papel futuro de España. Sánchez busca conseguir «la mejor representación posible» dentro dela Comisión Europea
Las opciones de Merkel. Persiste la incógnita de si la canciller sacrificará a su candidato para el Ejecutivo a cambio del BCE
El reparto de cargos en las instituciones comunitarias debe reflejar «ese nuevo equilibrio que incluye a socialdemócratas y liberales, además de a los populares». Ese era el sentido oficial que se daba a ese almuerzo previo al Consejo Europeo. No se va a aislar a nadie, se insistía. Pero las elecciones han enterrado la hegemonía de cristiano-demócratas y socialistas, dando un poder clave a los liberales de Alde-Reinassance y los Verdes. Y toca viraje. La idea de este 'bloque' es dar un rumbo renovado a la UE, hacerla más social y proactiva con el medio ambiente, -dos de los mensajes más presentes en la campaña- y, en definitiva, acabar con los desequilibrios heredados de las políticas de contención y austeridad económica.
«Hemos hablado de contenido, de centrar todos los esfuerzos en la creación de empleo, de combatir el cambio climático, migración, de la dimensión exterior de la UE, sobre todo hacia África y de la lucha contra el terrorismo internacional», aseguraba Pedro Sánchez al filo de las diez de la noche, como síntesis de un Consejo que se había prolongado unas tres horas y en el que los líderes tuvieron bloqueada la señal de los móviles para evitar filtraciones. Una de las palabras de la noche fue 'método'.
Y esa lista de prioridades planteada por Sánchez, elegido representante de los socialdemócratas para este baile de sillas, formaba parte de él. Los otros factores a cuadrar en el cruce de cromos entre las distintas sensibilidades políticas son la representación geográfica, el peso económico y demográfico de los Estados y la búsqueda de la paridad mujeres-hombres en los puestos clave de poder. Fue una cumbre de tanteo.
Porque aunque las opciones para relevar a Jean-Claude Juncker al frente de la Comisión Europea estuvieron encima de la mesa (el citado Manfred Weber, el socialista Frans Timmermans o la liberal Margrethe Vestager), ni hubo decante ni tampoco descarte. Aunque, todo apunta a que la pelea estará en los dos últimos. El primer ministro portugués dejó muy claro la víspera que el conservador (la apuesta de Merkel) tiene poco recorrido: «Existe un rechazo casi absoluto»; su figura «genera hostilidad» había asegurado a la agencia Sic Noticias.
La negociación, en cualquier caso, no ha hecho más que empezar. Eso sí, el objetivo es consensuar un nombre para el Consejo Europeo del 20 y 21 de junio, tanto en lo que se refiere a la presidencia de la Comisión, al propio Consejo, la representación en Política Exterior «y facilitar» la del nuevo presidente del Parlamento. La identidad del sucesor de Mario Draghi como máxima referencia del Banco Central Europeo quede fuera de esta negociación política porque se hace necesario una negociación «más técnica y económica» que podría esperar hasta julio.
Pero a nadie se le escapa que existen vasos comunicantes entre todos los puestos, incluido el BCE. Y como, de momento, solo se puede hablar de quinielas, surge la pregunta de que sucederá si (como parece) Merkel pierde el pulso para colocar a su candidato al frente de la Comisión Europea. Si lo acaba sacrificando se abre la incógnita de si conseguirá situar al frente del principal banco emisor del euro al presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, que personaliza la oposición germana a las medidas que la entidad vienen adoptando desde hace más de seis años para acelerar la recuperación y que han sido claves para los países del sur.
Habrá que esperar. Lo que se diluye es la posibilidad de que el Consejo vaya a apostar por un caballo perdedor ante el Parlamento. Dicho de otro modo, que se saque de manga un candidato que no haya sido cabeza de lista en las últimas elecciones. Aquí la figura de Michel Barnier, negociador principal del Brexit, se relega. Macron lo mencionó a la entrada, pero también destacó el perfil competente de Timmermans y de Vestagher. Al conservador Weber ni lo citó.
¿Y España? Sánchez, con la mayor representación dentro del grupo de los socialistas europeos, insistió en que dará la batalla para conseguir «la mejor representación posible dentro de la Comisión Europea». Josep Borrell, Nadia Calviño o Luis Planas son sus candidatos para dar visibilidad a ese mayor peso específico que se persigue para la próxima legislatura. Pero ayer Sánchez dio prioridad a su candidato principal, al holandés Frans Timmermans, con experiencia gubernamental, políglota y muy cercano a España. Un aliado también en la arista catalana.
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