El presidente de la Reserva Federal estadounidense, Jerome Powell, envió el jueves un mensaje de claridad cristalina a Donald Trump cuando señaló que no renunciaría a su cargo aunque se lo pidiera el presidente. Cuando se le preguntó si el jefe de la Casa Blanca ... podría despedirle o degradarle, lenta y enfáticamente, Powell respondió: «No está permitido por la ley».
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Los comentarios de Powell se producen en medio de una enorme incertidumbre para el banco central tras la contundente victoria del republicano. La independencia de la Reserva Federal se presenta ya como un punto de conflicto con Trump, que desde su primer mandato insiste en que el presidente debería «tener voz» en la política monetaria.
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Fue el propio magnate quien colocó a Powell al frente de la Fed en 2017 en sustitución de Janet Yellen, pero más tarde se arrepintió de su decisión. Durante su presidencia atacó a Powell con regularidad, ejerciendo una abierta presión para que se tomaran las medidas que él quería, llegando a sugerir incluso una vez tasas de interés negativas.
Durante su campaña, Trump ha ofrecido señales mixtas sobre su vocación de interferir en las decisiones de la Fed, unas veces restando importancia y otras, exagerando. Citando su experiencia empresarial, en agosto volvió a pedir una mayor participación en la toma de decisiones de la Reserva Federal, afirmando tener «mejor instinto» que sus rectores, ya que el banco central «se ha equivocado mucho». La apelación de Trump a la participación del brazo ejecutivo del Gobierno en las decisiones monetarias se opone a la tradicional independencia del organismo.
La expresidenta de la Reserva Federal de Kansas City, Esther George, opinó el jueves sobre las posibles implicaciones de la llegada del líder republicano a la Casa Blanca, señalando que las intromisiones «podrían ser inquietantes para los mercados». Agregó que «la Fed está bien preparada y es capaz de concentrarse en los resultados» para enfrentarse a las presiones que pueda recibir, ya sean retóricas o amenazas más directas.
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En lo referente a la destitución de un miembro de la junta de gobernadores de la Fed, la ley estadounidense es algo vaga, indicando que el presidente debe tener «causa» para el cese, una instancia que los tribunales han interpretado como ineficiencia o malversación. Más allá de lo que establece la Sección 10 de la Ley de la Reserva Federal, sobre la permanencia de catorce años en el cargo para cada miembro de la junta, el estatuto no contiene ningún lenguaje específico en lo referente al presidente de la Junta de Gobernadores. Los expertos legales han tendido a decir que un simple desacuerdo político no constituiría causa justificada.
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