Numerosos neoyorquinos ejercen su derecho al voto en un colegio habilitado en el pasillo del museo de Brooklyn. EFE

«Por supuesto que voy a votar porque nos jugamos el futuro de nuestro país»

Demócratas y republicanos hacen cola por todo EE UU para pronunciarse en unas elecciones trascendentales

Mercedes Gallego

Enviada especial en Palm Beach (Florida)

Miércoles, 6 de noviembre 2024, 00:23

Entre las avenidas de imponentes palmeras y pretenciosas mansiones, con torres y balaustradas, Donald Trump es el amo. La Policía del condado de Palm Beach se cuadra frente a él y el tráfico se detiene a su paso, como ocurrió este martes cuando fue a ... votar atravesando todas las calles que rodean Royal Palm Way. Esa es la arteria que conecta su isla de mansiones con el ciudadano de a pie de West Palm Beach, donde el magnate no tiene tantos simpatizantes como cree.

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«Ni siquiera es bienvenido en los buenos restaurantes de aquí, aunque tampoco es que él sea ningún sibarita. Lo que le gusta son las hamburguesas», dice Joseph Paul Davis, un acaudalado diseñador de interiores que había cambiado su lujosa vivienda por una mesa de campaña en la acera del Centro Recreativo Morton y Barbara Mandel, donde Trump y su esposa han depositado sus papeletas alrededor del mediodía. Kamala Harris ejerció su derecho el domingo, de forma anticipada, en California.

El multimillonario había terminado su último discurso de cierre de campaña a las dos de la madrugada anterior en Grand Rapids (Míchigan), desde donde voló en su avión privado a Palm Beach, un trayecto de 2.240 kilómetros para que se necesitarían veintiún horas en coche y al menos tres en vuelo regular. Imposible que la oscuridad de la noche arropase a Trump para cuando se acostó.

El cansancio manifiesto en su voz gastada y el carácter conciliador había domado aparentemente al animal político, que ha asegurado tener preparado un discurso para la victoria, pero no quiere «ni pensar» en la alternativa. Admite que esta será su última campaña, «la mejor de las tres», y confía en que haya resultados claros al final de la noche electoral.

«Nunca se ha visto nada igual»

«Estamos viendo una gran participación, los conservadores están votando. Me dicen que nunca se ha visto nada igual». Si en algo coincidía este martes el magnate con los analistas era en eso. Los estadounidenses habían entendido cuánto hay en juego en esta campaña y se están volcando en las urnas, como pocas veces en una democracia gastada por su veteranía y los vientos antisistema que corren.

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«Por supuesto que voy a votar en cuanto salga de trabajar porque nos jugamos el futuro de nuestro país», decía Patrick, un joven de 26 años que, como la mayoría, no quiso dar su apellido ni quedarse con el remordimiento de no haber participado. «Por mí no va a ser, esto no va a caer sobre mi conciencia». El miedo había cundido entre unos y otros, pero especialmente entre los votantes demócratas, que no tienen esperanzas de que Trump reconozca la victoria de su candidata, incluso si esta ganara holgadamente, algo que las encuestas no habían anticipado.

Incertidumbre

El miedo cunde entre la campaña de Kamala Harris, que no espera que Trump acepte una derrota

Miedo latente

El temor a una revuelta hace pensar a muchos que hoy podría desatarse una guerra civil

«Mi madre me ha dicho que tenga el pasaporte preparado», confiaba Patrick. El temor a una revuelta de los seguidores del movimiento Make América Great Again (MAGA) convence a muchos de que hoy podrían levantarse en un ambiente de guerra civil. «Si todavía no ha aceptado la derrota de 2020, ¿cómo podemos esperar que esta noche conceda la victoria?», se preguntaba.

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Más de ochenta millones de estadounidenses sentían tanta ansiedad por estas elecciones que aprovecharon la ventana del voto anticipado para depositar su papeleta antes de que este martes abrieran las urnas. Eso supone la mitad de los 158 millones de votos depositados en las anteriores elecciones de 2020, pero menos de los que ejercieron su derecho por adelantado en aquellas, las elecciones de la pandemia, donde la sociedad aún guardaba distancia de seguridad.

Voto anticipado

Trump se sentía reconfortado por la mayor participación de los conservadores, que en Estados clave como Carolina del Norte o Arizona superaban a los demócratas, tradicionalmente más afectos al voto anticipado. El desglose de género, sin embargo, era una buena noticia para la campaña de la vicepresidenta, Kamala Harris. El 54% del voto anticipado había sido depositado por mujeres, la mayoría preocupadas por el futuro de sus derechos reproductivos, como María López, una embarazada de 32 años, manager de una cadena de comida sana, que por primera vez en su vida sentía que estas elecciones eran suficientemente importantes como para acudir a las urnas.

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«Por mi bebé, por mi hijo, por todas las mujeres. Esto es una lucha por los derechos humanos», decía acalorada. «¿Te puedes creer que la llamó 'zorra' en televisión? ¿A una mujer preparada e inteligente que se comporta correctamente? Se ha perdido el respeto, esto no pasaba con Bush ni McCain».

Estados clave

Trump se siente reconfortado por la mayor participación de los conservadores

Todos quieren pasar una página de la política actual, solo que no todos leen del mismo libro. Blanche, una vecina de Trump, reconocía con orgullo haber votado por él las tres veces, «porque es alguien que no se anda con rodeos, ni se deja pisotear por nadie». Para ella es el hombre que va a corregir el rumbo de una nación que, a sus ojos, va a la deriva.

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Su entusiasmo por unas elecciones que anticipa favorables a su candidato contrasta con el temor y la inquietud que embarga a los votantes de Harris, ante la perspectiva de que ella gane o pierda. La jornada electoral, sin embargo, está transcurriendo con más normalidad de la anticipada. Algunas máquinas fallaron en Arizona y Pensilvania, una falsa amenaza de bomba en Georgia y un candidato demasiado cansado y confiado en su victoria, como para arengar a las masas. Al menos, Trump incluso ha dicho que aceptará cualquier resultado, aunque solo «si es justo».

Sin embargo, antes de cerrarse los primeros colegios electorales, el republicano retomaba la estrategia que utilizó en 2020 de denunciar un «fraude masivo» en Filadelfia. Una acusación contra la que los funcionarios del Estado de Pensilvania han salido al paso con rapidez para desmentir con rotundidad: «Es otro ejemplo de desinformación».

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