Algunos momentos decisivos de la campaña que llega a su fin.

La renuncia de Biden, dos atentados fallidos contra Trump, la irrupción de Harris... Una campaña de vértigo que llega a su fin

Una sucesión de hechos extraordinarios ha marcado la cuenta atrás para unas elecciones históricas en Estados Unidos

Caroline Conejero

Nueva York

Lunes, 4 de noviembre 2024, 00:15

Los estadounidenses tienen el martes una cita con las urnas de consecuencias cruciales para sus vidas, su democracia y, posiblemente, para el resto el mundo. Unas elecciones presidenciales en las que deberán decidir entre dos candidatos diametralmente opuestos, y no solo políticamente. Por un lado, ... el republicano, hombre, blanco, empresario millonario, convicto de delitos económicos y con casos judiciales pendientes por delitos penales graves contra el Estado federal -entre ellos varios en relación con el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021- y que ya fue presidente entre 2016 y 2020, Donald Trump, de 78 años. Y enfrente, la representante demócrata, mujer, de color, hija de inmigrantes caribeño e india, abogada, encargada del cumplimiento estricto de las leyes como ex fiscal general del estado de California, exsenadora y actual vicepresidenta desde 2021, Kamala Harris, de 60 años.

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Unas elecciones que han estado precedidas por hechos insólitos en la historia de los comicios del país. Un candidato, Trump, sentado en el banquillo de los acusados en múltiples procesos judiciales, y ya condenado por varios de ellos, que ha sido objetivo de dos atentados y herido en uno. Un primer oponente, Joe Biden, que aceptó apartarse de la carrera presidencial ante las cada vez más claras evidencias de sus problemas cognitivos. Y una aspirante final, Harris, que se subió a la carrera electoral a apenas cien días de los comicios y que logró levantar el hasta entonces hundido entusiasmo en las filas demócratas. A todo ello hay que añadir, además, acontecimientos que han introducido factores disruptores en la campaña, como la cruenta guerra de Israel en Gaza.

Un convicto frente a un perdido

El ciclo electoral que comenzó en los primeros meses del año con las primarias de cada formación corrió paralela a los múltiples casos judiciales de Trump, que dominando la atención sobre su persona supo rentabilizarlos. Las encuestas le daban como ganador en casi todos los Estados mientras su rival, Joe Biden, languidecía entre pérdidas de memoria y confusiones en sus intervenciones públicas. El debate del 28 de junio entre ambos candidatos, en el que el presidente perdió el hilo de sus argumentaciones en varias ocasiones, desencadenó el pánico dentro del Partido Demócrata y precipitó la renuncia del todavía inquilino de la Casa Blanca a la reelección.

En la cumbre del G7 en Puglia, Italia, se volvió a ver a Joe Biden desorientado.

Ese hecho supuso un punto de inflexión en la campaña y lo cambió todo. En menos de un mes, y a pesar de las dudas de algunos sectores de la formación sobre si sería la persona idónea, los demócratas armaron una nueva candidatura liderada por Kamala Harris, cuya entrada en la contienda robó por primera vez el protagonismo a Trump. El triunfalismo republicano dio paso entonces a un estallido de entusiasmo entre los demócratas, que recuperaron la ilusión y veían que todavía quedaba partido por disputar.

«¡Luchad! ¡Luchad!»

No obstante, antes de que Harris fuera formalmente designada candidata, ocurrió otro de esos acontecimientos inauditos que han marcado esta campaña electoral. El 13 de julio Trump sufrió un atentado que estuvo a punto de acabar con su vida. Un joven de tan solo 18 años, que sería abatido después, disparó con un rifle semiautomático contra el expresidente mientras intervenía en un mitin en Butler (Pensilvania). Solo un súbito movimiento del magnate evitó que una bala le volara la cabeza, aunque el proyectil le hirió en la oreja derecha y propició una de las imágenes más icónicas del republicano, cuando con la cara ensangrentada se levantó del suelo y, rodeado de agentes de seguridad, puño en alto gritó: «¡Luchad! ¡Luchad!».

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La campaña ha dejado imágenes icónicas como la de Donald Trump alzando el puño en Butler después de que una bala le rozara una oreja

Por su parte, una vez nominada, Harris lograba movilizar al electorado demócrata con una energía similar a la de la elección de Barack Obama y en tres meses ha conseguido remontar en las encuestas hasta igualar y, en algunos Estados y momentos, incluso superar a Trump. La vicepresidenta ha comandado una campaña en la que ha recorrido el país y ha salido a buscar a todos los grupos y segmentos del electorado a sus espacios comunitarios y sociales, tanto en los barrios en una gira de autobús, como en los 'podcasts' de los nuevos 'influencers', en las redes sociales y los mítines multitudinarios.

Debate y segundo atentado

Harris reconoció pronto que había bolsas de voto desencantado y 'durmiente' que se podían activar. Así, ha conectado con el electorado formado por los jóvenes de la generación Z, con los latinos, las mujeres, las clases medias suburbanas y hasta con los republicanos moderados, en su mayoría hombres blancos. De hecho, en las encuestas segmentadas aventaja a Trump en todos los grupos, excepto entre, precisamente, los hombres blancos.

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Ante ese 'huracán', el republicano se ha visto forzado a adoptar primero una posición defensiva, y luego, ofensiva en el doble sentido de la palabra: ir al ataque personal y recurrir incluso a los insultos. Algo que se puso de manifiesto en el debate electoral que ambos candidatos protagonizaron el 10 de septiembre en la cadena televisiva ABC News. En ese único cara a cara la vicepresidenta, que convenció y venció, utilizó su experiencia como fiscal para llevar la iniciativa y hacer perder el control a un Trump que se mostró exasperado y a la defensiva durante la mayor parte de los 90 minutos.

Sin embargo, solo unos días después, el expresidente republicano volvió a recuperar el protagonismo cuando el 15 de septiembre otro intento de atentado irrumpió en esta anómala campaña electoral. Esta vez, un agente del Servicio Secreto truncó el posible asesinato al descubrir, escondido en unos arbustos tras la valla del campo de golf de Florida en el que jugaba Trump, a un hombre de 58 años armado con un AK-47 con mira telescópica, que no pudo llega a disparar.

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'Megaestrellas' y 'megarricos

Desde entonces, la campaña ha transcurrido entre mítines multitudinarios en los que los dos candidatos, además de continuar con sus descalificaciones, han exhibido a sus 'megaestrellas' -Harris- y a sus 'megamillonarios' -Trump-, en una contienda que ha multiplicado la tradicional influencia de estas élites artísticas y económicas en el proceso electoral a un nuevo nivel, más elevado aún que de costumbre, de injerencia directa.

La demócrata ha contado, entre otros muchos, con el apoyo de Taylor Swift, Bruce Springsteen, Beyoncé, Eminem, Leonardo DiCaprio, George Clooney o Steven Spielberg.

Elon Musk, afín al republicano, ha sorteado millones de dólares entre los votantes. AFP

Por su parte, el republicano ha sido secundado por varios de los hombres más ricos del mundo, como Elon Musk, que ha donado a su campaña 75 millones de dólares y aspira a lograr un puesto en el gabinete de Trump en caso de victoria, y Jeff Bezos. Pero también por personajes del mundo del espectáculo como Kanye West, Jon Voight, Dennis Quaid; y del deporte como Hulk Hogan o Mike Tyson.

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El martes culmina esta intrincada campaña, pero si no hay un ganador que se imponga con claridad, lo que 'a priori' descartan todas las encuestas, las votaciones abrirán casi con toda seguridad un largo y tortuoso proceso en el que se sucederán las impugnaciones de los resultados.

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