Donald Trump encara los últimos días de la campaña electoral con algo más de viento a favor. El magnate neoyorkino ha conseguido que más votantes perciban que un posible segundo mandato suyo sería mejor para la economía. Da igual que prometa financiar el presupuesto federal ... con aranceles a China y a otros países, mientras baja los impuestos, una receta perfecta para general hiper-inflación. Mientras tanto, Kamala Harris se esfuerza en poner en valor la buena gestión económica de la Administración Biden a partir de datos incontestables. Al mismo tiempo, se diferencia del todavía presidente con propuestas novedosas para apoyar a la clase media, desde el apoyo a las guarderías a las bajadas del precio de los alimentos básicos y de algunos productos farmacéuticos.

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Trump consigue aventajarla gracias a un único asunto, el 2,4% de inflación. No es una cifra exagerada, sobre todo si se tiene en cuenta que, como consecuencia de la pandemia y la inundación de liquidez con la que se le hizo frente, este indicador llegó al 9,1% a mediados de 2022. Desde entonces, la inflación no ha dejado de bajar, pero muchos votantes han sufrido o sufren para llegar a fin de mes. A Harris no le basta con subrayar el crecimiento económico sostenido, las buenas cifras de empleo (el paro está en un 4%), la bajada de los tipos de interés o la subida de la bolsa.

Trump reclama la vuelta a una época dorada -la de su primer mandato- siempre que se ignore el crecimiento del déficit y la deuda pública. No pocos ciudadanos, tanto republicanos como demócratas, piensan que el país está en recesión, cuando la realidad es bien distinta. Es posible que la Administración Biden no haya hecho suficiente para contar los éxitos económicos debido a la llamada maldición del conocimiento. Se trata de un sesgo cognitivo por el cual una vez sabemos algo, asumimos que todos los demás lo saben. El poder tiende a aislar al que lo ejerce, que con facilidad suele dejar de recibir malas noticias de su entorno y piensa que la realidad se adapta a sus planes (y no al revés).

El equipo de Harris empieza asumir que para ganar el 5 de noviembre tiene que hacer girar la conversación hacia los asuntos no económicos. Por eso resaltan el carácter inestable y autoritario de Trump, con testimonios de colaboradores directos sobre sus inclinaciones fascistas, o dan visibilidad a las nuevas acusaciones de acoso sexual que pesan sobre el republicano. Todo sigue dependiendo del desempate en unos pocos Estados decisivos que recorren palmo a palmo estos días los candidatos.

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