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Mario Castroviejo
Miércoles, 30 de octubre 2024, 00:28
Mientras Donald Trump y Kamala Harris dan un discurso, ellas están en los despachos o detrás del escenario, organizando eventos, preparando anuncios y eligiendo qué posición debe tomar su candidato sobre un tema. Si bien no deciden qué dice cada uno, las jefas de campaña ... gestionan cómo, cuándo y dónde lo expresan.
Susie Wiles, de 76 años, pasa semanas sin ver a sus nietos, porque acompaña a Trump a todas partes: mitines, cuartel general y juicios. Trabaja hasta tarde asegurándose de que todo va bien. En su página de LinkedIn destaca que una de sus especialidades es «crear orden a partir del caos». Eso es lo que necesitaba el líder republicano cuando la contactó tras perder las elecciones de 2020. A diferencia de sus jefes de campaña anteriores, como Steve Bannon y Brad Parscale, considerados temperamentales y agresivos, Wiles es una experta en acabar con el desorden.
En rara ocasión es vista o entrevistada, pero muchos la consideran la responsable de los últimos éxitos de Trump. Orquestó una campaña para rentabilizar las visitas del magnate a los tribunales, gestionó una enorme recaudación de fondos la pasada primavera y acabó con la carrera presidencial de Ron DeSantis –gobernador de Florida– durante las primarias republicanas.
Una de sus principales habilidades es el buen manejo de los medios de comunicación. Wiles llegó al equipo de Trump después de que DeSantis la expulsara de su cargo por estar recibiendo demasiada importancia. Entonces, cuando éste decidió competir con el expresidente por la candidatura republicana, Wiles dio a los periodistas toda la información que necesitaban. Gracias a ella, publicaron historias sobre lo acomplejado que estaba de su altura y peso o de sus hábitos extraños, como la vez que comió un pudín con tres dedos. DeSantis era la única persona que podía poner en riesgo la nominación del magnate, y su exasesora acabó con todas sus posibilidades.
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Newt Gingrich, expresidente de la Cámara de Representantes, contó al medio digital Politico: «Es imposible manejar a Donald Trump... pero es muy posible ayudar a Donald Trump. Ella entiende que su trabajo es ser la principal ayudante». Si bien no controla lo que dice el republicano, Wiles colabora en la toma de decisiones relevantes como quién debía ser el candidato a vicepresidente o con quién no debe ser visto cenando.
En 2022, anuló en repetidas ocasiones un encuentro con el rapero Kanye West y el supremacista blanco Nick Fuentes, pero la cena finalmente tuvo lugar antes de Acción de Gracias, cuando Wiles no estaba en la ciudad. Las personas más cercanas a Trump le atribuyen el mérito de ayudar a que sucedan cosas buenas y señalan que cuando no está ocurren hechos desafortunados. Queriendo dejar atrás la época en la que sus jefes de campaña duraban poco más de medio año, el expresidente fichó a Wiles y a Chris LaCivita con un objetivo principal: optar por un enfoque más profesional y estable.
Mientras Trump buscaba orden para mostrarse como un candidato más moderado, Biden necesitaba apoyos en grupos demográficos clave como los latinos o los trabajadores sindicalizados. Por ello, fichó a Julie Chávez Rodríguez como jefa de campaña. Tras una mala actuación en el debate contra el republicano y presiones para que abandonara, cedió su lugar a Harris. En ese momento, la vicepresidenta tomó una decisión muy criticada en algunos círculos demócratas: mantener al equipo anterior, con Chávez al frente.
A diferencia de Wiles, que sigue a Trump a todas partes, Chávez, de 46 años, pasa gran parte de su día en la sede del equipo en Delaware, organizando presupuestos, personal y eventos. Biden necesitaba a alguien que lograra repetir la coalición de votantes de clase media, afroamericanos y latinos que le llevaron a la Casa Blanca en 2020 y ella encajaba en el puesto a la perfección. Nieta del líder sindical y de los derechos civiles, César Chávez, Julie creció en un entorno de protestas y huelgas. Con nueve años, fue detenida junto a sus padres y su hermana por instar al boicot de las uvas recogidas por trabajadores no sindicalizados, pero ahora, según sus conocidos, actúa más como una funcionaria de Washington que como una activista.
La jefa del equipo del Trump ayudó a elegir al aspirante a vicepresidente y ha censurado encuentros con personajes polémicos
La responsable de campaña de Harris impulsó al Gobierno a aplicar políticas más duras de control fronterizo y asilo
Bajo la campaña de la vicepresidenta ha impulsado mucho el trabajo de campo. En EE UU, las campañas buscan estar lo más cerca posible del terreno para diseñar a medida de los votantes publicidad, eventos y actividades. Algunas voces demócratas aseguran que si Harris gana Pensilvania, será gracias a Chávez, quien está detrás de que haya en es territorio 50 oficinas con casi 400 empleados.
En un año electoral en el que la inmigración está en el centro del foco, Chávez empujó al Gobierno Biden-Harris a tomar una posición más dura y a aplicar políticas más conservadoras de control fronterizo y asilo. La asesora también estaría detrás de la moderación de Harris respecto a alguna de sus políticas más progresistas.
A diferencia de Wiles, que ha tenido que trabajar para moderar la imagen que ya tenían la mayoría de estadounidenses sobre Trump, el principal reto para Chávez, dado el poco protagonismo y lo mucho que ha cambiado de opinión la vicepresidenta, ha sido presentar a los votantes quién es y qué apoya Harris. Ambas con un objetivo en común, que su candidato llegue a la Casa Blanca.
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