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Arancha González Laya es, además de la decana de la Escuela de Asuntos Internacionales de París y exministra de Asuntos Exteriores del Gobierno de España, una convencida europeísta. Un sentimiento al que recurre en su análisis sobre la victoria electoral de Donald Trump al recordar ... que «el problema de Europa no es él y nuestra solución no iba a ser Harris». Ello no es óbice para que la jurista advierta de una «concentración de poder en el nuevo presidente con un mayor control sobre aparatos del Estado mayor que en su primer mandato».
En cuanto al comercio internacional, la apuesta por el proteccionismo y la política arancelaria es algo que debe preocupar «y mucho a Europa», señala, porque generará «turbulencias económicas en un momento en el que estábamos saliendo de la inflación». Aun así, insiste en los «equilibrios» que tendrá que atender Trump antes de llevar a los hechos muchos de sus anuncios electorales. Y es que los aranceles, recuerda, pueden provocar una subida de precios en Estados Unidos.
Sobre el IRA (Inflaction Reduction Act), que ha inyectado 350.000 millones de dólares en ayudas para inversiones hacia la transición energética, González Laya cree que seguirá y recuerda que han beneficiado mucho a estados republicanos.
– ¿Qué diferenciará este mandato de Trump en la Casa Blanca respecto al anterior?
– El punto de partida es que la ciudadanía estadounidense lo ha elegido con una mayoría muy clara. Algo que le dará al presidente una concentración de poder mayor. Trump tiene la llave de todas las instituciones del Estado: el Senado, la Cámara de representantes, el Tribunal Supremo y, además, con su alianza con Elon Musk, también las redes sociales. Y con la falta de control y filtros a esas informaciones vemos aparecer una especie de tecno-tiranía.
– ¿Desde Europa simplificamos la visión de Estados Unidos?, ¿qué es lo que no leemos para predecir este respaldo tan mayoritario?
– Trump ha sido muy astuto para construir una mayoría movilizando distintas pulsiones. Una muy importante es la economía. Es cierto que hoy la inflación está controlada, pero los precios están mucho más elevados. También ha movilizado la rabia hacia las élites, hacia los emigrantes o el rencor hacia colectivos LGTBI. Ha ido a otro espacio, el de la antipolítica. Busca dirigirse directamente al pueblo obviando las instituciones del Estado, las reglas del juego. Esos son los mimbres con los que se ha construido esta mayoría electoral.
– Durante la campaña ha defendido una política dura de aranceles, ¿qué supondrán para Europa y el comercio internacional?
– Ese es uno de los elementos que tiene preocupar a Europa, y mucho. Es la vuelta al proteccionismo del s. XX porque las tarifas son algo del siglo pasado. Es la vuelta a lo que Trump veía en su primer mandato sobre el déficit comercial de Estados Unidos. Por eso ha anunciado aranceles para China del 60% y de entre el 10% y el 20% para el resto del mundo, incluida la Unión Europea. Las primeras consecuencias serán una subida de precios en Estados Unidos y turbulencias económicas para Europa, que verá penalizadas sus exportaciones. Eso no ayuda en un momento en el que comenzábamos a controlar la inflación y necesitamos crecimiento económico.
– Si Estados Unidos abre una guerra comercial con China y esta se debilita, ¿no ganaría Europa capacidad en su pulso con el gigante asiático?
– China está pasando un momento complicado, no le conviene que haya inestabilidad. Y si Estados Unidos le fija aranceles, no se quedará de brazos cruzados. Y esto, en nuestra relación con China, no es positivo porque lo que no puedan enviar al mercado americano, buscarán enviarlo a Europa.
– A Europa le pilla todo esto en plena reflexión sobre el informe Draghi: necesidad de competitividad y una política energética más alineada con la industria ¿Qué puede pasar ahora?
– Nuestro problema no es Donald Trump y nuestra solución no iba a ser Kamala Harris. Nuestro problema es un problema europeo. Es la fragmentación y el nacionalismo económico. Y la respuesta viene de nosotros mismos, debe ser más Unión Europea. Tenemos falta de capacidad en elementos como la defensa y debemos reforzarla. Y hay que buscar un nuevo equilibrio entre descarbonización, competitividad y seguridad. El que tenemos ahora se escora hacia la sostenibilidad y se resienten la competitividad y la seguridad.
– Las ayudas del IRA han llevado inversiones de empresas españolas y vascas a Estados Unidos. ¿se mantendrán?
– Hay que ver cuál es el equilibrio entre la visión del presidente del cambio climático y la realidad sobre el terreno. Hay muchos estados republicanos que han recibido muchas inversiones. Son unas líneas que están generando mucho empleo local y mucho crecimiento.
– ¿La nueva Casa Blanca podría acelerar el final de la guerra en Ucrania? ¿Cómo serán las relaciones con la Rusia de Putin?
–Trump es transaccionista, su instinto es intercambiar concesiones y eso le puede costar caro a la UE. La cuestión es cómo sale Europa de ese juego entre Putin y Trump. Si el presidente ruso sale reforzado, pederá Ucrania, pero entonces también lo hará la Unión Europea.
– En Oriente Próximo parece que el gran beneficiado será Israel.
– Sale reforzado, está claro. La clave es si la transacción de Trump en Oriente Próximo es apostar por Netanyahu o por una solución a largo plazo. Por lo que vimos en su primer mandato con los acuerdos de Abraham, es proclive a una solución inmediata, pero que no que mira las relaciones de los países árabes e Israel a futuro. Y de esos polvos, estos lodos, ya lo sabemos.
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