La cara de la redención demócrata
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El estudiante que soñaba con ser presidente es un superviviente al dolor de las tragedias familiares que ha sabido reinventarse en su carrera políticaolatz hernández | caroline conejero
Sábado, 7 de noviembre 2020, 17:44
Durante 37 años, Joe Biden hizo el viaje de tren diario desde su residencia familiar en Wilmington (Delaware) hasta el Capitolio para poder pasar más tiempo con su familia. En 2016, poco antes del final de la era Obama y con 74 años, Biden cogió ... un último billete de ida a Delaware. Muchos creyeron que era el final de su carrera política, incluso él, sin embargo la dirección demócrata lo convenció en 2018 de que participara en un último baile que le ha llevado ahora a las puertas de la Casa Blanca.
Hijo de un empresario venido a menos de Scranton (Pensilvania), nació 1942 y creció sabiéndo lo que era pasar apuros económicos, que obligaron a la familia a mudarse y a vivir en casas de otros allegados. Desde que era el delegado de clase en el instituto tuvo claro que quería llegar a ser presidente de los Estados Unidos, un puesto que vio muy de cerca en su etapa como vicepresidente del gabinete de Barack Obama.
Experimentado. Fue una pieza clave de la era Obama en materia de política exterior y en las negociaciones del Congreso también
Campaña. Su éxito se ha visto empañado por las acusaciones de abusos sexuales presentadas por una exempleada
Estrategia. Su 'número dos', Kamala Harris, ha aportado carisma a la candidatura demócrata y ha atraído votos
Estudió Derecho en la Universidad de Siracusa y se marcó como objetivo convertirse en senador antes de cumplir los 30. La oportunidad llegó en 1970. Con una pequeña campaña, sin presupuesto y con la ayuda de su mujer y su familia, Biden arrebató por la mínima al republicano J. Caleb Boggs.
El viento parecía soplar a favor de Biden, pero la tragedia se cruzó en su camino. Tan solo una semana después de ser elegido como senador, su mujer y sus hijos fueron arrollados en un cruce de peatones por un camión. Su mujer, Neilia, y su hija, Naomi, murieron, mientras que sus otros dos hijos, Beau y Hunter resultaron heridos de gravedad.
Las prioridades de Biden cambiaron. El político obsesionado con el éxito de su carrera se convirtió en un padre preocupado por el bienestar de sus hijos. Empezaron los viajes diarios a Delaware, primero en coche y después en tren, y en Washington dudaron de que el joven Biden fuera a llegar muy lejos, volcado como estaba en su familia.
Cinco años después, la estabilidad volvió a su vida. Se casó de nuevo con una profesora de Literatura, Jill Jacobs, con la que tuvo a su hija Ashley en 1980 y durante cuatro décadas conservó su asiento en el Senado. En 2008, el entonces candidato Barack Obama lo reclutó como compañero de fórmula y candidato a la vicepresidencia, por su experiencia en política exterior y seguridad nacional.
Durante la era Obama, llena de gran simbolismo, Biden fue una pieza clave en las conversaciones con el gobierno iraquí para la retirada de tropas estadounidenses del país. También apoyó la intervención militar de la OTAN en Libia en 2011 y se mostró favorable de acercar la relación comercial con Rusia.
En política interna, su experiencia negociadora fue fundamental en las negociaciones con el Partido Republican en la Cámara de Representantes. Parte de sus esfuerzos se encaminaron a la limitación de la venta de armas, a la lucha contra los abusos sexuales en las universidades americanas y a la ley del Cuidado de la Salud a Bajo Precio, más conocida popularmente como 'Obamacare'.
Entrados en el segundo mandato presidencial, Beau, uno de los hijos del vicepresidente, fue diagnosticado con un agresivo cáncer cerebral. A raíz de aquello, Biden redujo su horario público para pasar más tiempo con su hijo, que falleció en 2015. Un año más tarde anunció que no se presentaría a la nominación presidencial de la que salió elegida Hillary Clinton.
Apartado de la política, Biden se volcó en la lucha contra el cáncer, que se llevó la vida de su hijo Beau, orgullo de su padre y excombatiente condecorado en la guerra de Irak. La muerte del senador republicano, John McCain, con el que mantenía una estrecha relación, lo devolvió a la esfera pública. Le encargaron pronunciar el discurso de despedida, lo que le puso en la mira de la dirección demócrata, desesperada por encontrar un candidato que se midiera con Trump.
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El aspirante dio el sí y con 77 años capitaneó una campaña concebida para salvar al país del autoritarismo y el colapso económico. Del agrado de los republicanos tradicionales y del voto negro por la etapa Obama, la candidatura de Biden no despertó grandes pasiones entre los votantes demócratas. No encarna la esperanza de cambio de Bernie Sanders o de Alexandria Ocasio-Cortez, pero ha sabido escudarse en su 'número dos', la carismática Kamala Harris.
La campaña, aunque exitosa, se ha visto empañada por algunas salidas de tono de Biden y por las acusaciones de abuso sexual presentadas en su contra por una exempleada. Con todo, y a pesar de no arrastrar masas, ya es oficialmente el candidato más votado de la historia electoral de Estados Unidos. No tanto por las esperanzas puestas en su mandato, sino más bien por miedo a que Trump vuelva a ocupar el despacho de la Casa Blanca.
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