Son ricos, tienen poder y, sobre todo, influencia y capacidad para arrastrar a millones de votantes. Los grandes gurús de las criptomonedas contienen la respiración ante el resultado de las elecciones en EE UU. Unos comicios que pueden cambiar este mercado para siempre si tanto ... Donald Trump como Kamala Harris cumplen su promesa de impulsar el sector, cada uno a su manera.
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En la carrera hacia la Casa Blanca nadie está dispuesto a desperdiciar apoyos, ni siquiera en esta industria que hasta hace poco era repudiada por los dos bandos. El propio Trump llegó a calificar en 2021 al bitcóin como «una estafa contra el dólar». Pero ahora se ha convertido en un auténtico 'criptobro' defensor de una economía descentralizada en la que el banco central no sea la única voz que dicte la evolución de una moneda. El republicano quiere que EE UU sea «la capital cripto del planeta», llegando a plantear que el bitcóin forme parte del balance de la Reserva Federal (Fed).
Los expertos no lo ven claro. «La capacidad de aprobar nuevas leyes en las cámaras depende de las legislativas y no de las presidenciales; y la competencia para dictar regulación relevante en la materia depende de las agencias reguladoras que, como la Fed, tienen un estatuto de independencia», explica Francisco Uría, socio global de Banca y Mercados de Capitales de KPMG.
«No se sabe en qué se concretarán sus propuestas... ¿Habrá un paraíso fiscal para los inversores o permitirá pagar en bitcóin, como en El Salvador, donde el experimento no ha resultado como se esperaba?», apunta Juan Manuel Martínez, socio de corporate treasury (finanzas corporativas) en EY.
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En todo caso, la postura de Trump ha sido más contundente que la de Kamala Harris, que aboga por favorecer la expansión del sector, pero a costa de una regulación más estricta. Y eso parece gustar al bitcóin, que estas semanas se mueve en el entorno de los 66.000 dólares, cerca de los máximos que se tocaron a principios de año con la puesta en marcha de los fondos cotizados (ETFs) que facilitan la inversión de particulares en la criptomoneda. Firmas como Bernstein ya calculan que, si el magnate llega a la Casa Blanca, podrían tocarse los 90.000 dólares. «Tradicionalmente los republicanos tienden a ser menos intervencionistas con la regulación sobre las actividades empresariales pero, en este caso, han sido ellos quienes están haciendo propuestas sobre nueva legislación», apunta Uría. «Es una postura extraña cuando, al mismo tiempo, sus políticas son proteccionistas en el comercio exterior, lo que iría en contra de admitir el bitcóin como moneda de cambio», coincide Martínez desde EY.
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Detrás de ese giro de Trump hay un factor clave. «El sector cripto ha alcanzado niveles sin precedentes de conciencia pública y propiedad; es un bloque electoral influyente y motivado, al que los políticos no quieren renunciar», explica Javier Molina, analista de la plataforma de inversiones eToro. «El 40% de los adultos en EE UU posee criptomonedas, un 30% más que en 2023, unos 93 millones de personas, según security.org», añade.
Este escenario ha provocado hechos inauditos como que buena parte de Silicon Valley -tradicional feudo demócrata- vire a la derecha en un movimiento liderado por Elon Musk, a quien Trump ha ofrecido incluso un puesto en su Gobierno para liderar una comisión de auditoría si finalmente sale elegido. «La contribución de las empresas del sector cripto a las campañas ha alcanzado niveles sin precedentes, de 119 millones», agrega Molina.
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Buena parte de ese dinero ha cambiado de color -del azul al rojo- por dos motivos. El primero, la mano dura de la Administración Biden con la regulación y con las demandas antimonopolio contra gigantes como Apple, Google o Meta, que tienen mucho que decir en esta industria.
Eso, sumado al temor de los millonarios a una subida de impuestos, ha provocado el éxodo de grandes inversores como Chamath Palihapitya o Shaun Maguire, ambos con intereses en las criptomonedas que, tras apoyar durante años a los demócratas, ahora financian a Trump. Entre sus benefactores también se encuentran los hermanos Tyler y Cameron Winklevoss, propietarios de la plataforma Gemini. Han donado un millón de dólares cada uno, acusando a Biden de «intimidar» y «acosar» a la industria.
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Los republicanos también se han beneficiado de la elección de J.D. Vance como candidato a vicepresidente, siendo un firme defensor de la descentralización económica y de una nueva iniciativa legislativa en este ámbito. «Si tienes una empresa de criptomonedas o que las promueve, eso te interesa», señalan desde EY. Se da la circunstancia de que, tras el meteórico ascenso de Vance, se encuentra Peter Phil, otro de los hombres más exitosos del sector.
La última palabra no está escrita. Harris también agrada en parte del mercado con un plan para regularlo. Y, aunque lejos del espíritu de 'libertad financiera' con el que Trump acoge ahora el bitcóin, la demócrata mantiene el apoyo de figuras como la de Sam Altman, fundador de OpenAI y de Worldcoin. Sea quien sea el nuevo inquilino de la Casa Blanca, es evidente que el sector cripto ha alcanzado una influencia política que ya solo puede ir a más.
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