La irritación de los puertorriqueños con Donald Trump a raíz de los comentarios racistas y degradantes sobre el estado libre asociado en un evento de campaña del domingo golpea con crudeza la campaña republicana, creando un serio problema para el expresidente en muchos territorios bisagra ... considerados clave, como Pensilvania. Para muchos supuso una nueva humillación para la población de la isla y la diáspora de un territorio de Estados Unidos que no goza todavía de representación en el Congreso y que históricamente ha sufrido maltrato por parte de la Casa Blanca.
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«La indignación se extiende como un reguero de pólvora entre la comunidad», dijo este martes Norberto Domínguez, jefe del Partido Demócrata en Allentown (Pensilvania), señalando que su propia familia es mitad republicana y mitad demócrata. «No es lo más inteligente que se puede hacer insultar a la gente y luego ir a su casa a pedirles el voto. Somos un gran grupo de votantes en un estado clave», añadió.
Muchos han vuelto a recordar los comentarios degradantes de Trump durante su presidencia, que llamó a la isla «sucia» cuando el huracán 'María' la devastó en 2017, con más de 2.000 víctimas mortales. Después de retener la ayuda, el expresidente realizó una visita en la que, con una gran falta de tacto, arrojó rollos de papel a la gente.
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Carlos Benito
A solo una semana de la cita electoral del próximo 5 de noviembre, el incidente con los puertorriqueños no podría hacer sucedido en un peor momento para Trump, cuando su campaña empuja para reducir la ventaja en los sondeos de la demócrata Kamala Harris entre los latinos, especialmente entre los hombres jóvenes preocupados por la economía.
Al mismo tiempo ha brindado un nuevo empuje a la campaña de la vicepresidenta entre el electorado latino, al ofrecer a los puertorriqueños, generalmente ambivalentes, una motivación extra para ir a votar contra Trump.
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Un grupo puertorriqueño no partidista redactó una carta el lunes instando a sus miembros a dar la espalda al republicano el día de las elecciones. También el arzobispo de Puerto Rico, Roberto O. González Nieves, se unió a las voces de protesta y el lunes instó a Trump a rechazar con más énfasis la retórica del mitin. «No es suficiente que su campaña se disculpe», escribió en una carta a Trump. «Es importante que usted, personalmente, se disculpe por estos comentarios», instó.
La furia se ha extendido con rapidez a través de los chats de WhatsApp, donde muchos puertorriqueños expresaban su indignación por el denigrante chiste del humorista Tony Hinchcliffe, que llamó a la isla «basura flotante» en el mitin del Madison Square Garden de Nueva York.
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Los puertorriqueños representan un importante segmento del electorado latino en crecimiento, particularmente en Pensilvania, donde conforman casi medio millón de los residentes, alrededor del 3,8% del total del voto latino. «Esto fue como un regalo de los dioses», dijo Víctor Martínez, un residente de Allentown y dueño de la estación de radio en español La Mega. Señaló que algunos votantes puertorriqueños en el área han estado indecisos sobre si acudir o no a las urnas. «Si no estábamos atentos antes, ahora todos estamos prestando atención», señaló Martínez. El programa de radio matutino que presenta recibió un récord de llamadas comentando sobre el incidente racista de Trump, incluido un partidario puertorriqueño del republicano que ahora conmina a la gente a no votarle.
La portavoz de la campaña de Trump, Karoline Leavitt, reconoció en la cadena de televisión Fox News la «broma de mal gusto» de Hinchcliffe y se lamentó de que los medios se centren en un chiste en lugar de «las verdades» ofrecidas por los invitados. También el compañero de ticket de Trump, JD Vance, trató de quitar importancia al incidente. «Tenemos que dejar de ofendernos por cada pequeña cosa en este país», manifestó.
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Cerca de dos tercios de los puertorriqueños (5,9 millones) viven en la diáspora fuera de la isla, algo que les otorga el derecho a voto en las elecciones presidenciales. Por el contrario, los residentes en Puerto Rico solo puede opinar en las primarias presidenciales y, como consecuencia, unos 3,3 millones carecen del derecho de acudir a las urnas.
Steve Bannon, exasesor de Donald Trump y destacado estratega de la extrema derecha estadounidense y mundial, salió este martes de prisión tras cuatro meses entre rejas por un delito de desacato al Congreso. Así, la figura clave de la campaña del magnate en 2016 puede retomar su discurso público a una semana del decisivo 5 de noviembre.
«No estoy roto, estoy empoderado», declaró Bannon, de 70 años, al periódico The New York Times a las puertas de la prisión federal de baja seguridad de Danbury, en Connecticut, donde ha cumplido condena. Aunque ya no trabaja oficialmente para el expresidente, ha seguido utilizando su influencia para que Trump vuelva a la Casa Blanca. Este martes retomó su podcast, 'War Room', con la intención de movilizar a las bases republicanas para devolver al magnate al Despacho Oval en enero de 2025. El estratega ha tenido un papel destacado en los medios de derecha antes y después de trabajar para el antiguo mandatario.
El agitador ultra cumplía condena por no presentarse ante la comisión que investigaba el asalto al Capitolio el 6 enero de 2021 cometido por una turba de partidarios de Trump que pretendían evitar que el Congreso certificase la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de 2020.
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