Trump el «inestable» y Kamala la «vaga», la campaña arde en EE UU

Tanto Donald Trump como Kamala Harris han incurrido en insultos personales hacia su rival durante estos últimos días, quizá suponiendo que pueden ser fundamentales para terminar de atraer a los indecisos. Lo del candidato republicano no toma a nadie por sorpresa. Durante las dos elecciones presidenciales anteriores ya dejó su sello personal, con un discurso que se caracteriza por los constantes ataques al oponente y las provocaciones. Eso hizo en 2016 con Hillary Clinton, a la que tildó de «corrupta» en numerosas ocasiones. Lo mismo sucedió con Joe Biden: cambió de insulto, pero no de estrategia.

El magnate le puso varios apodos al todavía presidente norteamericano: 'Sleepy Joe', haciendo referencia a su lentitud mental y a su falta de energía para ejercer como jefe de Estado, o 'Creepy Joe', insinuando que tenía comportamientos incómodos, especialmente en sus interacciones con mujeres y niños.

Y en la recta final de la campaña, el candidato republicano ha elevado el tono y ha intensificado sus ataques contra Kamala Harris. El pasado sábado volvió a Pensilvania y aprovechó para criticar duramente el papel que la demócrata ha desempeñado durante el mandato de Biden: «Todo lo que tocan se vuelve una mierda. Kamala Harris ha sido una vicepresidente de mierda». Y el miércoles, en Carolina del Norte, empleó el término «vaga» para calificarla, que en Estados Unidos ha sido históricamente utilizado como un estereotipo racial hacia las personas de raza negra. Pero no se limitó a quedarse ahí; también aseguró que la demócrata es una persona «de bajo coeficiente intelectual». Por último, lanzó unas ofensiva pregunta retórica para atacarla: «¿Bebe? ¿Se droga?»

Los nervios de última hora se notan. Algunos analistas echan en falta más explicaciones de los programas y un contenido más reflexivo en los mítines. Harris y Trump han sustituido los grandes discursos por un cruce de improperios y críticas. Comenzó en 2016, continuó en 2020 y ha entrado en barrena este año: las campañas han ido ganando en virulencia y, en consonancia, el enconamiento entre los dos aspirantes se ha hecho mayor. Prueba de ello es que han renunciado a encontrarse juntos en un mismo espacio. Trump rechazó un segundo debate cara a cara con su rival y Harris rehusó hace poco más de una semana acudir a la cena benéfica católica de Manhattan, una cita a la que no faltaba ningún candidato presidencial desde 1960, y en la que el magnate sí estuvo presente.

Los ataques personales son cada vez más comunes en una campaña que se ha ido llenando de barro poco a poco. Harris pasó a la ofensiva total después de las polémicas declaraciones que realizó John Kerry, exjefe de gabinete de Donald Trump durante 2017 y 2019, el martes a la revista 'The Atlantic'. Kerry comentó que durante el tiempo que trabajaron juntos, el magnate hizo varios comentarios favorables de Hitler. Según asegura, Trump dijo que Hitler «hizo cosas buenas» y yambién aseguró que deseaba que los generales militares le mostraran la misma lealtad que expresaban los militares nazis hacia el dictador. El exjefe de gabinete señaló que el magnate «encaja en la definición de fascista» porque «es autoritario y está en la zona de la extrema derecha».

El equipo de campaña de Trump ha negado los hechos. Steven Cheung, director de comunicaciones, ha acusado a Kerry de «quedar en ridículo por las historias que se ha inventado». Sin embargo, los demócratas lo han aprovechado. Harris aseguró durante un encuentro televisado con votantes indecisos que «Trump es un fascista. Es extremadamente peligroso que invoque a Hitler». Añadió que su oponente ofrece signos de estar «cada vez más desquiciado e inestable».