Vox se perfila como la gran sorpresa electoral

Los populares ven venir el 'sorpasso' y lo achacan a «la polarización» de la campaña y el victimismo que ha sabido explotar el partido de Santiago Abascal ante las agresiones sufridas. El portavoz del PP y alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, se puso la venda antes de la herida y advirtió ayer que «pase lo que pase» en las elecciones no cree que «el liderazgo de (Pablo) Casado esté en entredicho».

Los últimos sondeos han confirmado la tendencia creciente de Vox y declinante del PP y Ciudadanos. El publicado este jueves por 'El Periodic d'Andorra' atribuye a la formación de extrema derecha de nueve a diez escaños, siete u ocho a los liberales, y entre cuatro y cinco a los populares. Pero con ser una sorpresa la potente irrupción de Vox en el Parlamento de Cataluña, no lo es tanto si se revisan los resultados de las últimas generales, en las que superó a Ciudadanos, se quedó a 40.000 votos del PP y fue la primera fuerza conservadora en Girona y Tarragona.

Partía de cero escaños pero tenía una base electoral que no ha hecho más que crecer, sobre todo a costa de Ciudadanos. Los estudios demoscópicos reflejan que uno de los principales beneficiarios de la sangría liberal será el partido de Abascal, el otro es el PSC. Su electorado, además, es el más movilizado de los tres partidos, y eso en unas elecciones con una participación que se prevé baja es un valor añadido.

Explica, además, los encarecidos llamamientos de Casado a sus seguidores para que acudan a votar: «Os digo que con tranquilidad todo el mundo vaya a votar, con absoluta templanza y serenidad, reclamó este viernes en Terrasa. El PP, en cambio, es el reverso de la moneda en una campaña polarizada y en unas elecciones con importante abstención. Su mensaje antisoberanista se ha visto eclipsado por la terminología de grueso calibre de Vox. El electorado popular tiene fuerte presencia en el segmento de población con más edad, el más reacio a salir de casa en medio de la pandemia.

Los populares se han encontrado asimismo con dos tropezones de campaña. La reaparición de Luis Bárcenas con su mochila de acusaciones y el extraño desmarque de Casado de la gestión de Mariano Rajoy en el 1-O. Extraño porque el electorado popular aplaudió la actuación de las fuerzas de seguridad y si de algo acusó a Rajoy fue de blandura ante el 'procés'.

Ciudadanos se ha quedado en tierra de nadie y es muy probable que pague esa indefinición. Su candidato, Carlos Carrizosa, se rebeló este viernes contra los malos augurios, negó «la previsión de las encuestas» y confió en una reacción de sus votantes porque es «gente de decidirse a última hora, gente pragmática y apolítica».

Si hace cuatro años los liberales aglutinaron el voto antinacionalista y ganaron las elecciones con el liderazgo de Inés Arrimadas, ese papel parece destinado en esta ocasión al PSC, en su vertiente de alternativa a los independentista, y a Vox, que acaparará el voto más 'españolista'. Carrizosa, por otra parte, carece del tirón de la líder liberal y va a pagar la factura por la inutilidad de la victoria de Ciudadanos en 2017. Ni se presentó a la investidura ni fraguó un pacto constitucionalista y, de postre, Arrimadas se marchó a Madrid.

Lo que está por ver es si esta recomposición del espacio conservador en Cataluña tendrá su reflejo en el tablero nacional.