Hay que darle la razón a Pedro Sánchez. Si su objetivo en Cataluña era desinflar el 'procés', ha conseguido que los partidos independentistas pierdan su mayoría de los últimos 40 años y obtengan unos resultados tan malos que no serán capaces de formar gobierno… salvo ... que el propio Sánchez lo consienta. Claro que para ello tendría que torcer la mano del PSC y obligarle a ceder la presidencia a Puigdemont, una medicina demasiado amarga que sus colegas catalanes no ingerirán. Sería incomprensible que después de haber obtenido el éxito de los 42 parlamentarios los pusiera a disposición de los 35 logrados por el sinsorgo de Waterloo. ¿Es un éxito? Sí, lo es. ¿A qué coste? Esa es otra cuestión.
Salvador Illa lideró la representación socialista en la gran manifestación convocada por Sociedad Civil Catalana para protestar contra la deriva independentista, pero desde entonces ha llovido mucho. Aceptó sin pestañear todas las modificaciones legales, indultos incluidos, que permitieron la excarcelación de los líderes 'indepes' y terminó por tragarse la amnistía a la que tanto se opuso. Ahora, tiene pensado colocar a Trapero en la cúpula de los Mossos y a Nuria Parlón, alcaldesa de Santa Coloma y partidaria del referéndum, en la Consejería de Interior.
Es decir, Sánchez no ha conseguido convencer a la marea independentista para que cambien su curso, abjure de sus postulados y reconsidere su postura. No, lo que ha hecho es aproximar tanto la suya a la de ellos que la diferencia actual no compensa los padecimientos que impone, ni los estragos que causa. Por eso las bases 'indepes', cansadas del duro bregar en pos de la quimera, se quedaron ayer en casa y, en un alarde de 'coherencia', castigaron a quien más ha colaborado a la aproximación y el acercamiento (ERC) y premiaron a las agrestes tropas del sinsorgo.
Hay otra alternativa que, además, es la única que suma. Consiste en que Illa convenza a una deprimida ERC para que forme un gobierno tripartito con el PSC y los también deprimidos comunes. Tampoco está claro. Si a Esquerra la ha laminado su acercamiento a Sánchez, su entrada en el Govern bajo el mando de Illa acabaría por destruirla. Y lo saben. Con el peligro añadido de desairar al irascible prófugo que ya sabemos como se las gasta y puede plantearse dejar colgado de la brocha a Sánchez en Madrid.
¿Quiere un resumen? Pues este mismo: la política catalana esta enloquecida, ¿quién la desenloquecerá? El desenloquecedor que la desenloquezca buen desenloquecedor será. De momento, no hay nadie.
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