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Con ser unos resultados claros, no lo es menos que nada se puede aventurar acerca del futuro Ejecutivo catalán. Ha perdido quien desde el Gobierno adelantó las elecciones. Era el segundo voto, pero solo se ejerce el derecho con el primero. Podía ser el puente ... en una Cataluña rota, pero ayer se dinamitó solo. Su gestión tampoco ha encantado a la ciudadanía. También han perdido las izquierdas, en un feudo tradicional de estas, y las derechas prosperan, al calor del cambio de ciclo español y de proclamas xenófobas con cada vez más partidarios y padrinos. Pierde de igual manera Puigdemont, porque su cruzada solo le sirve si se vale por sí solo para gobernar, y eso es aún menos factible desde la noche de ayer. El ciclo 'indepe' ha girado, aunque no desaparecerá como factor determinante. Curiosamente, han ganado los partidos de marco español, pero eso tampoco servirá para nada porque las combinaciones entre ellos son tan extravagantes como entre los opuestos.
Porque el problema de Cataluña no es que haya ocho partidos en su Parlament, ni que soporten dos líneas de fractura: la clásica izquierda-derecha y la nacionalista. El problema es que tienen dos ejes de polarización que hacen casi imposible cualquier suma. Ayer nos fuimos a la cama con portazos de todos menos del vencedor Illa, dispuesto a cualquier enjuague, lo que le ha convertido en protagonista, antes y después de las urnas. Lo que sea ya se verá, pero como disposición previa y posibilidad para obrar después se ha demostrado certera.
Hay una Cataluña cansada de tener un país paralizado, aturdido por la gestión imposible de una sequía, de unos trenes de cercanías o de un debate infumable e inútil, cada vez menos dueña de sus recursos por su mala cabeza y cada vez menos protagonista en la esfera española. La salida del atolladero en que se metió su clase política desde 2012 pasa por el acuerdo entre los ahora enemigos, una posibilidad que no ha asustado al triunfante electorado socialista en esta ocasión. Desde luego que la otra no es factible, ni como desiderátum ni como aritmética. Y, sin embargo, puede que sea la que acabe prosperando.
La Cataluña del bloqueo puede ir con estos números a otra nueva elección porque todo depende de lo cabal del gran derrotado, Esquerra, un partido históricamente poco caracterizado por esa clave y que ahora, además, implosionaría en la derrota por las tensiones internas enfrentadas. Una expectativa que se presenta aún más negra si fuerza la repetición. Vamos, que, si tienen que resolver ellos el acertijo, la cosa no tiene buena perspectiva.
En cuanto a lo de Madrid, bien. El resultado es el mejor para Sánchez, que puede presionar hacia la única opción posible: el tripartito de izquierdas. Con todo, la evolución del presente bloqueo puede deparar dificultades. Y para Feijóo el éxito con el candidato que no quería no ha podido ser mayor: sale del pozo y se asoma a las próximas europeas apoyado en el borde de este. Irrelevante aquí también, pero superviviente.
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