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Lo de gobernar en solitario ha quedado para las soflamas. El PP empieza a asumir que no tendrá más remedio que pactar con Vox para seguir en la Junta de Castilla y León. Y según el CIS, ni eso. El último sondeo del centro demoscópico ... sostiene que los populares, además de la extrema derecha, deberían pactar con las candidaturas de la España vaciada.
Por si quedaban dudas cada día es más evidente que Castilla y León no es Madrid, y que aunque el punto de partida sea el mismo (ruptura de la coaliación con Ciudadanos y adelanto electoral) el resultado será distinto. Todo apunta a que no habrá una goleada como la firmada por Isabel Díaz Ayuso y los planes de Pablo Casado de abrir en esta comunidad un cambio de ciclo que debería concluir con su mudanza a la Moncloa corren peligro.
Es evidente que la campaña electoral se ha hecho larga para el PP y arrecian las dudas sobre si adelantar las elecciones en Castilla y León ha sido una buena idea. Entre los populares hay inquietud por el frenazo y la expectativa de acabar en manos de Vox. Pero la aritmética resultante del 13 de febrero lleva camino de desembocar en un Gobierno de coalición con la formación de Santiago Abascal y dar al traste con el plan diseñado por Génova.
Los sondeos propios que manejan los populares indican que Alfonso Fernández Mañueco tendrá difícil acercarse a los 41 procuradores. Que el PP será primera fuerza coinciden casi todas las encuestas, salvo el CIS, pero el resultado que obtenga Vox determinará si exigirá puestos en el gobierno regional a cambio de apoyar la investidura del candidato conservador. En la dirección del partido creen que si Mañueco llega a 35 escaños, estará en condiciones de pedir la abstención a Vox porque creen que solo sumaría más que la izquierda junta.
Hasta ahora la formación ultraderechista no ha forzado nunca su entrada en los gobiernos a los que ha dado apoyo parlamentario, en buena medida porque el PP tenía como socio consorte a Ciudadanos. Con los liberales fuera de juego, el mapa cambia. «Nosotros queremos cambiar el rumbo de la política. No nos importan tanto los cargos o las consejerías, sino las políticas. Aspiramos a presidir la Junta y, si no es posible, veremos si formamos parte del Gobierno», advirtió Abascal hace unos días.
En Génova confían con los dedos cruzados en una victoria que permita a Mañueco gobernar en solitario. Se mantiene el objetivo de tener más escaños más que la izquierda en su conjunto para replicar el escenario de Madrid, en el que Vox es un convidado de piedra. Están convencidos de que los números les dan a pesar de que su candidato cotiza a la baja en las encuestas. «No contemplamos otro escenario», insisten las fuentes consultadas.
Pero también hay quien se pone en lo peor aunque siempre en la hipótesis del PP como primera fuerza. Apuntan a errores de campaña, como la fuerte «nacionalización», con Pedro Sánchez en el centro de la diana, que ha relegado a segundo plano el sesgo autonómico de las elecciones. La constante presencia de Casado, argumentan los más críticos, está lejos, además, de ser un revulsivo.
Nadie quiere sacar conclusiones antes de tiempo, pero las encuestas señalan que a cinco días de la votación el panorama no es el diseñado. Todas las encuestas publicas este fin de semana y ayer recogen un retroceso del PP de mayor o menor magnitud, un ascenso de Vox, el mantenimiento del PSOE y la irrupción de la España vaciada.
El sondeo del CIS publicado este lunes ratifica el empate entre socialistas y populares con una ligera ventaja para los primeros. Pero con ser preocupante ese dato para el PP, lo es más que la suma de sus escaños con los de Vox no alcanza la mayoría absoluta de 41 procuradores. En la mejor de las opciones llegaría a los 39 representantes. Los populares quedarían, en ese escenario, a expensas de los acuerdos con Soria Ya, Unión del Pueblo Leonés y Por Ávila, tres candidaturas con las que el PP se ha mostrado beligerante a los largo de la campaña, con acusaciones de ser las «listas blancas» del PSOE.
Otro dato que inquieta en los despacho de la calle Génova que las apelaciones al voto útil no surten efecto. Vox y las listas uniprovinciales, lejos de menguar, crecen. Mañueco tampoco ha logrado taponar la transferencia de votos populares hacia la extrema derecha. El sondeo del CIS señala que uno de cada diez votantes populares en las anteriores elecciones se irá con los de Abascal el próximo domingo. Una fuga que a duras penas se compensa con la captura de simpatizantes de Ciudadanos. Dos de cada diez votantes naranjas darán su confianza al PP.
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