Y otra vez muerta

«¡Al pasaje, al pasaje!». Cuando esa frase corría en el patio como la pólvora es que una pelea fraguada tras los muros del colegio iba a resolverse en la calle, sin reglas. Y todos esperábamos una escena de película americana, con sangre a borbotones, dientes bailando y sirenas aullando a lo lejos. Lo que solía ocurrir es que en el camino las ganas de pelear se enfriaban y aquello acababa siendo una gaseosa desfraguada, que decimos por estos lares. Pablo Hermoso de Mendoza y Conrado Escobar me han recordado estos días esas escenas. Cuando han podido atizarse en el debate se han comportado como cortesanos franceses («Pase usted primero; No, mon Dieu, siempre detrás de usted»). Y cuando se han alejado se han lanzado como bestias a por su rival, que si 32 años irrelevantes, que si un duelo al amanecer... Tururú. Cada uno cumple con un guion perfectamente estudiado. Pero a uno le va a salir mal.