La política española se asoma a una estresante noche electoral no apta para nervios quebradizos y cuyo resultado, en función de cómo queden el cómputo global en las municipales entre el PSOE y el PP, las victorias y las derrotas en las doce comunidades convocadas ... a las urnas y la configuración posterior de los distintos gobiernos, apunta a un tramo final de legislatura impredecible a estas horas. Son, sí, unos comicios locales y autonómicos. Pero que preludien las generales y la sobreexposición que han asumido Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo antes y durante una campaña muy desconcertante y volcánica han convertido este 28-M en una primera vuelta crítica para determinar dónde está el uno y dónde está el otro. Para dirimir hasta qué punto le alcanza al presidente del Gobierno el manual de resistencia tantas veces salvador y hasta dónde llega la pulsión de cambio -la ola de 'antisanchismo'- que el líder de la oposición da por hecho que ha cogido vuelo.
Pero si algo describe las tensiones cardiacas que rodean este domingo de votaciones múltiples, al que están convocados 36,5 millones de electores, es que a los dos grandes contendientes ni siquiera -o no solo- les basta con ganar. Hay, por decirlo así, dos grandes urnas en disputa. Por una parte, la que decantará la victoria general en el examen municipal. Si los socialistas confiaban antes de la campaña en que las políticas más sociales de Sánchez, entreveradas de anuncios, y la gestión sobre el terreno de sus barones y alcaldes les otorgaban una fortaleza capaz de reeditar el triunfo -que en 2019 les distanció de sus rivales millón y medio de votos-, el PP cree hoy que tiene el vuelco en su mano tras dos semanas en las que las polémicas por los exetarras en las listas de EH Bildu y los fraudes por presunta compra de sufragios han impedido a Sánchez llegar a los colegios electorales tal y como ambicionaba. Los populares aspiran a poder reproducir en el balcón de Génova, con Feijóo y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, la foto victoriosa que llevan siete años sin poder componer y que santificaría al líder espantando el fantasma del fracaso en lo que él se ha afanado en presentar como un primer 'round' contra su oponente.
La segunda urna es la que mide una batalla que se prevé al límite en las doce comunidades -Madrid, Valencia, Asturias, Cantabria, Navarra, La Rioja, Aragón, Baleares, Canarias, Extremadura, Castilla-La Mancha y Murcia- con los gobiernos sujetos a escrutinio; una 'foto finish' que incluso afecta a una que se da por amarrada para el PP como Madrid, porque no pesará lo mismo que Ayuso se reivindique con mayoría absoluta a quedarse con las ganas de su pegadizo vídeo. En las autonomías tampoco basta con vencer, es preciso gobernar. Y se anticipa una espinosa administración de los eventuales pactos de los que pende, por ejemplo, esa pieza de caza mayor que son la comunidad y el Ayuntamiento valencianos.
Movilización e indecisos
Con el grado de movilización-en las municipales de hace cuatro años llegó al 65,2%- y la activación de los indecisos como interrogantes de la jornada, los socialistas precisan tanto que los suyos vayan a votar como que Podemos no se desplome (los populares manejan algún sondeo que les permitiría hacerse con Valencia incluso aunque los morados entren al Parlamento). Una derrota que comprometa sus gobiernos autonómicos, acompañada de una 'pájara' de sus aliados, complicaría a Sánchez al extremo lo que resta de legislatura. La cuadratura del círculo para el PP pasa por imponerse, hacerlo donde pueda con más escaños que la izquierda para que a Vox no le quede otra que apoyarle sin precio y tentar al PSOE con un intercambio de cromos en función del mapa autonómico resultante.
La 'nacionalización' de este 28-M no induce necesariamente que las dos grandes controversias de la campaña vayan a ejercer un impacto decisivo en una contienda tan vinculada, pese a todo, a las cuitas domésticas. Pero los amaños, de manera singular en Melilla, han hecho aflorar ya una ciénaga que obligaron ayer al Gobierno a enfatizar las garantías de la democracia española.
Las urnas dirimen el aguante de Sánchez y el cambio de Feijóo pendientes de los pactos
El presidente arriesga la credibilidad del Gobierno si su partido y Podemos tropiezan, mientras el líder del PP se juega ganar o perder siete años después
La política española se asoma a una estresante noche electoral no apta para nervios quebradizos y cuyo resultado, en función de cómo queden el cómputo global en las municipales entre el PSOE y el PP, las victorias y las derrotas en las doce comunidades convocadas a las urnas y la configuración posterior de los distintos gobiernos, apunta a un tramo final de legislatura impredecible a estas horas. Son, sí, unos comicios locales y autonómicos. Pero que preludien las generales y la sobreexposición que han asumido Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo antes y durante una campaña muy desconcertante y volcánica han convertido este 28-M en una primera vuelta crítica para determinar dónde está el uno y dónde está el otro. Para dirimir hasta qué punto le alcanza al presidente del Gobierno el manual de resistencia tantas veces salvador y hasta dónde llega la pulsión de cambio -la ola de 'antisanchismo'- que el líder de la oposición da por hecho que ha cogido vuelo.
Pero si algo describe las tensiones cardiacas que rodean este domingo de votaciones múltiples, al que están convocados 36,5 millones de electores, es que a los dos grandes contendientes ni siquiera -o no solo- les basta con ganar. Hay, por decirlo así, dos grandes urnas en disputa hoy. Por una parte, la que decantará la victoria general en el examen municipal. Si los socialistas confiaban antes de la campaña en que las políticas más sociales de Sánchez, entreveradas de anuncios, y la gestión sobre el terreno de sus barones y alcaldes les otorgaban una fortaleza capaz de reeditar el triunfo -que en 2019 les distanció de sus rivales millón y medio de votos-, el PP cree hoy que tiene el vuelco en su mano tras dos semanas en las que las polémicas por los exetarras en las listas de EH Bildu y los fraudes por presunta compra de sufragios han impedido a Sánchez llegar a los colegios electorales como ambicionaba. Los populares aspiran a poder reproducir en el balcón de Génova, con Feijóo y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, la foto victoriosa que llevan siete años sin poder componer y que santificaría al líder espantando el fantasma del fracaso en lo que él se ha afanado en presentar como un primer 'round' contra su oponente.
La segunda urna es la que mide una batalla que se prevé al límite en las doce comunidades -Madrid, Valencia, Asturias, Cantabria, Navarra, La Rioja, Aragón, Baleares, Canarias, Extremadura, Castilla-La Mancha y Murcia- con los gobiernos sujetos a escrutinio; una 'foto finish' que incluso afecta a una que se da por amarrada para el PP como Madrid, porque no pesará lo mismo que Ayuso se reivindique con mayoría absoluta a quedarse con la miel en los labios. En las autonomías tampoco basta con vencer, es preciso gobernar. Y se anticipa una espinosa administración de los eventuales pactos de los que pende, por ejemplo, esa pieza de caza mayor que son la comunidad y el Ayuntamiento valencianos.
Movilización e indecisos
Con el grado de movilización-en las municipales de hace cuatro años llegó al 65,2%- y la activación de los indecisos como interrogantes de la jornada, los socialistas precisan tanto que los suyos vayan a votar como que Podemos no se desplome (los populares manejan algún sondeo que les permitiría hacerse con Valencia incluso aunque los morados entren al Parlamento). Una derrota que comprometa sus gobiernos autonómicos, acompañada de una 'pájara' de sus aliados, complicaría a Sánchez al extremo lo que resta de legislatura. La cuadratura del círculo para el PP pasa por imponerse, hacerlo donde pueda con más escaños que la izquierda para que a Vox no le quede otra que apoyarle sin precio y tentar al PSOE con un intercambio de cromos en función del mapa resultante.
La 'nacionalización' de este 28-M no induce necesariamente que las dos grandes controversias de la campaña vayan a ejercer un impacto decisivo en una contienda tan vinculada, pese a todo, a las cuitas domésticas. Pero los amaños, de manera singular en Melilla, han hecho aflorar ya una ciénaga que obligaron ayer al Gobierno a enfatizar las garantías de la democracia española.
El escrutinio sellará el futuro de los de Belarra y Yolanda Díaz
Además de su presencia en ayuntamientos y gobiernos regionales los morados y la líder gallega se juegan hoy su carrera a las legislativas
Cuando las urnas se abran esta noche y comience el recuento, Podemos no solo se estará jugando su presencia en los ayuntamientos y las autonomías en liza: también la fuerza que tendrá para negociar su eventual incorporación a Sumar, el proyecto de Yolanda Díaz. Los morados trataron de negociar una coalición de igual a igual con la plataforma antes de la campaña, pero no convencieron a la vicepresidenta para organizar primarias abiertas.
Hoy se medirán a otros partidos de la órbita de la vicepresidenta como Más Madrid, Compromís o la Chunta Aragonesista, que rechazaron tajantemente, al contrario que IU, concurrir de la mano este 28-M. Todo ello con el hándicap de dar la vuelta a un marcador que desde 2016 ha llevado a Podemos a perder 101 parlamentarios autonómicos y varios centenares de concejales en todo el país.
La de esta noche será, por tanto, una cita clave para el partido que dirige Ione Belarra, que se ha fijado como objetivos prioritarios mantener su representación en Madrid y la Comunidad Valenciana y convertirse en el «voto útil» para evitar gobiernos de la derecha. Díaz, por su parte, es consciente de que un fracaso de los morados tendrá consecuencias para su proyecto.
El PP busca vaciar a Cs, ganar poder territorial y minimizar la dependencia de Vox
Feijóo afronta el primer test de su liderazgo hacia la Moncloa sin querer atarse antes de tiempo a los de Abascal
No son las primeras elecciones que Alberto Núñez Feijóo afronta al timón del PP, pero sí las que marcarán si gana o pierde contra Pedro Sánchez y las que dilucidarán qué opciones reales tiene de llegar en diciembre a la Moncloa. Una victoria clara esta noche le allanaría el camino y, a tenor de las encuestas, puede conseguirlo. El PP se ve ganador en la Comunidad Valenciana, Aragón, Cantabria o La Rioja, además de revalidar los gobiernos autonómicos de Madrid, donde Isabel Díaz Ayuso acaricia la mayoría absoluta, y Murcia. Pero no se trata de ganar, sino de gobernar, y de hacerlo, además, sin Vox.
El líder gallego no quiere acabar enfrentado a su peor sueño. Siempre se ha distinguido por ser quien más rotundamente se ha opuesto a cualquier tipo de acuerdo de colaboración con la extrema derecha. De ahí que el PP redoblase en la recta final de la campaña los llamamientos al voto útil que en Andalucía tanto rédito le dio, otorgándole una mayoría absoluta contundente y convirtiendo a Vox en irrelevante.
De puertas hacia fuera, en la dirección nacional no dan pistas sobre cómo gestionarán a partir del 29-M su relación con los de Santiago Abascal. Hacia dentro, en el entorno de Feijóo rebajan la capacidad de influencia de Vox y prefieren derivar el debate hacia la idea de que, si llegan a necesitar sus votos, obligarán a este partido a «retratarse» y elegir entre dejar que gobierne la izquierda o facilitar gobiernos del PP.
Buena parte del éxito del partido conservador en estos comicios se sostiene, también, en que a Unidas Podemos le vaya mal. Con los morados desaparecidos de los parlamentos de Madrid, Aragón o la Comunidad Valenciana -la joya de la corona de estas elecciones-, los populares lo tendrían mucho más fácil para gobernar. Díaz Ayuso tendría garantizada la mayoría absoluta, mientras que Javier Lambán o Ximo Puig perderían un socio imprescindible para sumar mayorías en el bloque de la izquierda. En Génova admiten que no será tan fácil deshacerse de Unidas Podemos, que puede resistir el envite.
El otro flanco relevante lo encarna un Ciudadanos en estado terminal. Los populares de Feijóo llevan toda la campaña intentando desactivar el voto residual de la formación naranja, sabedores de que ese «2% o 3%» que no tendrá representación puede decantar la balanza hacia el PSOE en comunidades cruciales.
Abascal aspira a ser decisivo para replicar la coalición de Castilla y Léon
«No habrá ningún voto gratis», avisan desde la dirección de la formación ultraderechista, que aspira a entrar en los ejecutivos de Aragón, Baleares, Murcia, la Comunidad Valenciana o Castilla-La Mancha
Ni Santiago Abascal ni su círculo han ocultado durante esta dos semanas de campaña que quieren replicar el modelo de Castilla y León en todos aquellos territorios donde sus votos sean imprescindibles para que el PP gobierne. «No habrá ningún voto gratis», avisan desde la dirección de la formación ultraderechista, que aspira a entrar en los ejecutivos de Aragón, Baleares, Murcia, la Comunidad Valenciana o Castilla-La Mancha.
Pese a las reticencias de los populares, que aspiran a sumar más que la izquierda para tratar de buscar gobiernos en solitario, Vox confía en ser decisivo para rebasar la mayoría absoluta y poner al PP contra las cuerdas. En la cúpula insisten en que se sentarán en la mesa de negociación exigiendo «sillones» aunque sea por un solo concejal o diputado autonómico. No van a dejar que pese en la discusión la diferencia de voto, conscientes de que la manera en la que se salde este pulso puede influir en la posición con la que afronten las generales.
Salvar el cara o cruz de hoy para poder sobrevivir al ciclo electoral
La formación naranja está centrada en aquellos territorios donde es más fácil obtener representación porque la barrera de entrada se sitúa en el 3% del voto
Resistir. Ese es el objetivo que se ha marcado la dirección de Ciudadanos para este 28-M. Tras una campaña de estrategia quirúrgica, centrada en aquellos territorios donde es más fácil obtener representación porque la barrera de entrada se sitúa en el 3% del voto, los liberales se muestran optimistas. Aspiran a conseguir representación en Baleares, Murcia o Asturias y capitales como Zaragoza, Valencia, Ciudad Real, Palencia, Badajoz, Alicante o Madrid, la pieza «clave» con Begoña Villacís al frente.
Resultados muy lejanos a los que obtuvieron en las urnas hace cuatro años, a tenor de todas las encuestas, ya que los sondeos prevén que pierdan buena parte de los 50 diputados autonómicos que conservan además de un considerable porcentaje de los 2.800 concejales logrados en 2019. Pero, ocurra lo que ocurra hoy, la formación naranja terminará el ciclo electoral. Concurrirá a las generales de diciembre y a las europeas de 2024 sin tirar la toalla.
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