Superviviente antes que alcalde

Así ha sido durante más de tres décadas de trayectoria política. Llamado a ser uno de los hombres fuertes del Partido Popular, desde muy joven ha copado cargos sin importarle el destino.

Su trayectoria por las administraciones públicas es como un maratón sin fin. Empezó en el partido, en Nuevas Generaciones, para dar el salto a la política municipal de la mano de José Luis Bermejo. Después, con poco más de 30 años, se mudó al Parlamento regional, donde fue portavoz mientras ejercía como secretario general del PP. Volvió a la casa de los logroñeses para, en 2007, pasar al Gobierno de La Rioja. Con Pedro Sanz fue consejero de Administraciones Públicas y ya en 2015 de Políticas Sociales, Familia, Igualdad y Justicia. Antes había estado Madrid como diputado en el Congreso y allí ejerció entre 2011 y 2015. También fue senador por designación autonómica en dos períodos.

Entre medio, Escobar fue señalado como sucesor de Pedro Sanz (el propio expresidente parecía ungirlo con su dedo todopoderoso junto a Emilio del Río). Pero en esas peleas internas cayó y pronto encontró otro acomodo.

El abogado ha tocado todos los palos políticos, pero siempre ha vuelto al Ayuntamiento de Logroño. Ha visto cómo le adelantaban y también ha dejado atrás a rivales, forjándose una aureola de indestructible que le acompaña.

El epítome de esa situación la vivió entre el 28 de diciembre de 2018 y el 15 de marzo de 2019. Conrado se veía como alcalde, pero el partido apostó por Cuca. Se esfumaban sus opciones y, otro golpe de suerte o de resiliencia o de como se llame ahora, a los tres meses desde Génova se llamaba a Cuca Gamarra y se le encomendaba encabezar la lista al Congreso. Conrado, el peón sacrificado, se convertía en el rey municipal. Perdió pero siguió. Un maratoniano incansable que conoce bien la casa de Moneo.

Con Pablo Hermoso de Mendoza ha comprobado otra vez que su concepto de fajador de la política, de aguantar golpes y mantenerse en pie, era la forma de triunfar.

Un hombre cercano y de trato afable pero que se maneja muy bien en las entretelas del poder, Conrado Escobar ha alcanzado su sueño de ser alcalde de Logroño. Y ahí es cuando toca evaluarle casi por primera vez. La disciplina del partido es importante, vital para firmar una carrera de más de tres décadas en política, pero ahora importa tomar decisiones: mandar, pensar y darle la vuelta a los proyectos comenzados de Hermoso de Mendoza.

Porque el incremento de más de 11.000 votos para los populares en el Ayuntamiento de Logroño respecto a 2019 (casi 34.000 sufragios cosechados) tiene tanto de apoyo a Escobar como de castigo a Hermoso de Mendoza. Sus votantes esperan un giro y cambiar, como ha demostrado su antecesor, conlleva problemas, muchos problemas.

Ahora deja de ser un copiloto de lujo (o un pepito grillo de la oposición) para tomar el volante de una ciudad que se enfrenta a sus propios problemas. 'Calles Abiertas', eje-ciclista, movilidad sostenible, Bosonit, conflicto con la Policía Local y los funcionarios municipales, aumento de la delincuencia, servicios sociales... La carpeta de asuntos candentes es abultada.

Tiene la mayoría y eso aporta una libertad casi total. Se ha ganado que el partido le deje hacer. Pero si Juanito decía que «90 minuti en el Bernabéu son 'molto longo'», cuatro años en un Ayuntamiento se hacen cortos a cualquier alcalde. Trabajo no le va a faltar y no tiene tiempo que perder. Aterriza hablando de «diálogo», «escucha», «participación»... aunque las mayorías absolutas suelen encastillar.

El superviviente Escobar, pase lo que pase, seguro que seguirá en la política.