Monitor con las diferentes cámaras y planos del estudio de TVR. JUSTO RODRÍGUEZ

El debate de TVR entre los candidatos riojanos al 28M

Siete no debaten si seis no quieren

Seis de los candidatos dieron la impresión de atender un trámite más de campaña y fracasaron porque no lograron generar impacto emocional alguno en la audiencia

Ángel M. Maestre*

Jueves, 25 de mayo 2023, 02:00

Entiendo las singularidades que puede plantear un debate de estas características, con siete protagonistas compartiendo el mismo escenario y los rigores del reparto de tiempos; entiendo que la campaña electoral se asoma a la meta y que los esfuerzos van dejando mella en los candidatos; ... entiendo, incluso, que algunos de los siete cabezas de lista que se disputan el domingo la Presidencia del Gobierno de La Rioja carecen de la experiencia de hablar a través de las cámaras de televisión. Entiendo casi todo. Y ello me podría llevar a ser indulgente en este análisis sino mediara mi compromiso con este periódico y, sobre todo, el compromiso conmigo mismo.

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No pretendo pecar de excesivo si afirmo que no hubo debate. Que lo que pudimos ver anoche careció de casi todos los elementos que caracterizan la que, por definición, debe ser una «discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más personas». Porque, salvo alguna excepción a la que más tarde me referiré, los candidatos perdieron de vista desde el primer minuto que lo que ayer se celebraba en el plató de TVR era un debate. Nada más pero nada menos.

Y ellos optaron sin disimulo por la fórmula del mitin, por la sucesión de monólogos, por soltar cada cual el discurso aprendido con sus datos y sus cifras vinieran o no a cuento, sin tratar siquiera de hilvanar, de contrastar, con el discurso de sus contendientes. Un «yo he venido a hablar de mi libro» antonomástico, una sucesión de exposiciones enlatadas, predefinidas, descontextualizadas las más de las veces que evidenciaron la escasa preparación profesional para debatir con la que concurrieron los intervinientes. Y no porque no dominasen los contenidos, que no me corresponde enjuiciarlo, sino por su impericia para exponerlos y hacerlos interesantes ¡a los que pueden ser sus votantes! Eso es lo más grave.

Seis de los candidatos dieron la impresión de llegar al debate de TVR dispuestos a atender un trámite más de la campaña. Como saludar a los fruteros en el mercado o a los jubilados en una peatonal. Y fracasaron porque obviaron algo fundamental en la comunicación humana, como es generar un impacto emocional en el receptor. Sólo uno entendió que en la cita se sustanciaba una oportunidad irrepetible para conseguir la atención, y con ella el voto, de los ciudadanos. Ángel Íñiguez, el cabeza de lista de Ciudadanos, el perfecto desconocido para casi todos, se reivindicó con destreza, expuso con convicción, empleó las palabras y el tono adecuados, retó a sus adversarios y logró acaparar, detrás de unos colores políticos en decadencia, parte del protagonismo de la noche.

«Sólo uno entendió la oportunidad irrepetible para conseguir la atención, y el voto, de los ciudadanos»

«Los candidatos optaron por la fórmula del mitin, por la sucesión de monólogos, por soltar el discurso aprendido»

Seis de los siete pasaron dos horas ignorando a aquellos con quienes compartían plató. Se mostraron hieráticos, oradores robóticos alejados de lo que debe ser un buen comunicador. Daba la impresión de que ni siquiera atendían las palabras de sus convecinos de atril. Y sus respectivos turnos los despachaban con discursos leídos o aprendidos previamente o memorizados desde un lenguaje escrito que difiere en absoluto del lenguaje hablado. Así resulta imposible captar el interés de la audiencia.

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Desde mi pasión por la comunicación verbal, agradezco que haya habido un candidato que ha entendido la importancia del debate. Es una forma de respetar a los ciudadanos que, quizás, aguardaban a la noche de ayer para decidir su voto. Es importante acertar al reconocer que también en la política hay oportunidades que no se pueden menospreciar.

«Se mostraron hieráticos; daba la impresión de que ni siquiera atendían las palabras de sus convecinos de atril»

Si dejamos a un margen el escenario de las ideas preconcebidas y atendemos únicamente a la calidad de la comunicación, el triunfador del debate fue Ángel Íñiguez. Sin ambages. Me lo decía tras apagar anoche el televisor y mientras pensaba en que lo positivo de que se evidencie tanta mediocridad es que permite que el que quiera brillar marque la diferencia. Y allá cada cual con su voto.

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* Ángel Martínez Maestre, experto en comunicación verbal y no verbal, es actor profesional y consultor de empresa en el ámbito económico-financiero y fiscal

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