La primera semana oficial de campaña electoral, la que comenzó en la madrugada del pasado día 12, no ha transcurrido por los derroteros que de forma tan calculada había previsto el comité de estrategia electoral del que forman parte los principales colaboradores de Pedro Sánchez ... en la Moncloa y los cargos con mayor perfil político de la cúpula del PSOE. Nadie lo niega. Pero sí descartan que haya daños que lamentar. En parte, porque la decisión de Alberto Núñez Feijóo de poner todos los huevos en la sartén de los pactos del Gobierno con Bildu y, sobre todo, el tono empleado en sus ataques –no digamos ya en los de Isabel Díaz Ayuso– ha resultado reactiva para la izquierda y ha evidenciado además tensiones en el propio PP. Y, en parte, porque se trata, creen, de un asunto amortizado.
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Los socialisas, que llegaron a la pegada de carteles con el temor a que el ruido de la batalla a su izquierda, entre Yolanda Díaz y el partido de Ione Belarra e Irene Montero, se tradujera en una caída de Podemos en territorios clave como la Comunidad Valenciana, donde su concurso es vital para superar la suma de PP y Vox, se han topado con una agradable sorpresa. Las encuestas apuntan, por el momento, en la dirección contraria. Incluso contemplan la entrada de los morados en el Ayuntamiento de Madrid, lo que abriría una oportunidad a desbancar de la Alcaldía al popular José Luis Martínez-Almeida, aunque en ese caso no sería el PSOE sino Más Madrid quien rentabilizaría el triunfo.
A apenas ocho días para las elecciones, en todo caso, los vaticinios del PSOE en la mayor parte de sus territorios siguen intactos. «Por las cifras que vemos, estamos en condiciones de pelear por revalidar todos los gobiernos autonómicos –dicen en la dirección del partido–. La confianza en los presidentes y presidentas (nueve en total) no solo no ha bajado desde hace cuatro años, sino que crece en la mayoría de comunidades».
Es cierto, sin embargo, que el Gobierno de Concha Andreu en La Rioja se ve en el alero y que las dudas sobre Aragón y Baleares se salvan solo por la convicción de que las dos formaciones que pueden tener la llave de la gobernabilidad –Aragón Existe, en un caso, y el Pi, en el otro– no formarán parte de ningún acuerdo que involucre a Vox. Pero en dos regiones, 'a priori' sensibles al debate que los populares han puesto sobre la mesa, como son Castilla-La Mancha y Extremadura, aseguran estar tranquilos.
En el ámbito municipal, el optimismo es idéntico. Los socialistas confían en volver a ser primera fuerza (en 2019 aventajaron al PP en 1,5 millones de votos) y sostienen que hay posibilidades de lograr alcaldías de grandes capitales que entonces se les resistieron como Zaragoza, Barcelona, Valencia y hasta Málaga. Aun así, fuentes de la dirección admiten que su objetivo para los días que quedan es lograr un «extra de movilización» para amarrar todas sus plazas y poder estar seguros de contrarrestar a una derecha que rara vez, dicen, deja de acudir a las urnas .
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Las miradas están puestas en el entre 10 y 15% del electorado socialista que, según los sondeos, aún se muestra indeciso. Pero no habrá corrección alguna de la estrategia. En Moncloa y en Ferraz continúan pensando que, aunque opacada por el debate de Bildu –que obligó a su dos barones más críticos, Emiliano García-Page y Javier Lambán a marcar distancias– sigue siendo válida.
Desde el pasado lunes en Vitoria– donde avanzó que las personas que hayan superado un cáncer no tendrán que renovar el carnet de conducir cada tres años sino como el resto y que aquellos que tengan una discapacidad de más del 45% no tendrán que cotizar 15 años sino cinco para poder jubilarse anticipadamente–, Sánchez no ha vuelto a hacer anuncios en sus mítines. Ayer tuvo que posponer, hasta el próximo martes, el acto que iba a compartir en Badajoz con Guillermo Fernández Vara por el incendio de Las Hurdes Pero todo apunta a que hoy en Valencia volverá a la carga.
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Los socialistas sostienen que todos los anuncios previos, especialmente en materia de vivienda social, sirvieron para llevar la campaña al lugar donde ellos quieren situarla, en la diferencia de su modelo económico y social respecto al de la derecha. «No diremos que España va bien, pero sí que a España le va mejor con las recetas socialdemócratas que con las neoliberales», repite Sánchez en todos sus actos mientras glosa los datos de creación de empleo, crecimiento económico e inflación comparada junto a decisiones como la subida del SMI, de las pensiones o el Ingreso Mínimo Vital.
«Queremos seguir hablando de los problemas de la gente para dar soluciones que son hechos en pocos días y nos encantará confrontar nuestro programa con el del PP si el señor Feijóo -ironizan– decide hablar en algún momento de la gente y su día a día».
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