El pueblo más disputado de La Rioja

Por las calles de Tobía, de momento, no se respiran aires de batalla. Corre un viento fresco y húmedo. Hay coches aparcados en la carretera, pero no se ve a nadie por la calle. De una chimenea sale un humo negro, poderoso, reconcentrado. Las huertas se tienden hacia el río, geométricamente alineadas, alegres y promisorias. El perro Rancho se acerca por la calle principal a olisquear a los forasteros. Los huele guardando las distancias, entre temeroso y suspicaz.

- Es un perro muy sospechoso -advierte Miguel Ángel-. En seguida sospecha de la gente.

Miguel Ángel, el antiguo alguacil, vive en Nájera, pero baja todos los días al pueblo. No desvela si el 26-M va a ir a votar, pero pide a los candidatos que se preocupen por la gente que está todo el año en Tobía: «El que viene en verano ya tiene dónde divertirse. Pero el invierno es triste y largo, y más para los mayores. A esos hay que atender». El médico ya no viene más que una vez cada quince días, los del centro de día solo suben hasta Baños y no llega el autobús.

El Ayuntamiento de Tobía ocupa una casa moderna junto a la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. Luis Alberto Rubio es alcalde del municipio desde febrero y aspira a renovar su mandato con el PSOE. Es de Matute, un pueblo vecino, pero tiene una propiedad en Tobía. «Quiero terminar las cosas que tengo pendientes», asegura. A Rubio le gustaría montar una escuela agraria y que se implantase alguna industria que aprovechara los recursos del monte. El PSOE fue el partido más votado en las elecciones generales, con 18 sufragios, pero en las locales le ha salido mucha competencia.

El PP presenta a Santiago Castroviejo, que ha decidido meterse en estos fregados por primera vez. «Aunque soy de Logroño, yo vivo en Tobía de continuo y mi mujer es de aquí». Castroviejo calcula que el escrutinio «estará reñido» y tiene claras las necesidades del pueblo: «Lo principal es que suban un Internet en condiciones. Estamos aún con el cobre y eso es prehistórico». Para el candidato del Partido Popular resulta urgente que vaya «gente nueva» y por eso propone alquilarles pisos. «Se le puede dar otro aire al pueblo», zanja.

También María Fernández, candidata de Ciudadanos, quiere traer nuevos aires. Ella vive y trabaja en Nájera, aunque su madre es de Tobía y este lugar siempre ha sido su refugio. «Me daba bastante rabia que no se presentase nadie del pueblo, así que decidí dar el paso», confiesa. Eligió el partido que más le cuadraba y formalizó su candidatura. Desde entonces un cartel naranja con su imagen y el eslogan oficial de Cs (¡Vamos Tobía!) está amarrado a la fuente. «Tobía necesita no perder más población ni más derechos, y mayor atención médica», reclama.

Curiosamente, el cuarto candidato en liza, Carlos Larrieta (PR+), también decidió presentarse por miedo a que no lo hiciera nadie del pueblo. Carlos, nacido en Bilbao de familia riojana y vecino de Vitoria, tiene casa en Tobía, a la que va con frecuencia. «Necesitamos organizar mejor sus recursos y sus aprovechamientos», dice. El municipio integra una mancomunidad histórica con Matute y Anguiano, y Larrieta cree que ahora Tobía sale perdiendo.

Rubio, Castroviejo, Fernández y Larrieta (cada uno de ellos acompañado por su número dos) se medirán el 26 de mayo en las urnas. Los 45 electores decidirán la composición del Ayuntamiento, formado por tres concejales. Pero luego habrá que seguir viviendo y la competición quizá deje heridas. «No creo que haya malos rollos», concluye Fernández. «El ambiente es bueno», apostilla Larrieta.

El perro Rancho, por si acaso, olisquea a los forasteros a distancia. No acaba de fiarse.