La ¿presidenta? pirata

2. El voto imposible. Ignacio Sáez es un riojano que está, según definición propia, «expatriado». Y desde hace 17 años ya. Primero Houston, luego Washington, luego San Francisco. Sáez no pierde el contacto con su tierra y uno de esos contactos es su deseo de seguir votando en las elecciones de su país. Deseo frustrado: en esos 17 años, y a pesar de intentarlo «denodadamente», no lo ha conseguido ¡ni una sola vez! Los problemas, nos cuenta, empiezan cada vez que hay que registrarse en un consulado. «Hacer trámites en el consulado requiere un viaje en el tiempo a las épocas de los papeles certificados, los cuños y las copias por triplicado que cada vez se hace mas difícil y agotador», relata. Un proceso que, encima hay que repetir para cada elección (en esta ocasión, para las dos convocatorias seguidas) y sin ninguna garantía. «En un par de ocasiones nos han llegado las papeletas después de las elecciones». Lástima: el «voto rogado» sigue cobrándose sus víctimas. «Somos dos millones, pero prácticamente sin voto», cuenta, porque sólo el 4% consigue votar. «Es, o debería ser, una marca de auténtica vergüenza y un problema de una cierta envergadura como para tratar de arreglarlo». Pues sí.

3. Metamorfosis. Miguel Ángel López es candidato de Vox en la localidad granadina de Motril. Lo curioso de este joven es su pasado: hasta no hace demasiado y durante ocho años, López ejercía como voluntario de Cruz Roja, atendiendo en el muelle a los inmigrantes recién llegados en patera. Toda una metamorfosis, y no de Kafka.