Hay políticos infatigables que en campaña no descansan ni un minuto. Ayer Núñez Feijóo acabó la tarde en Logroño, pero a mediodía estuvo en Getafe haciéndole los coros a Isabel Díaz Ayuso. Luego se metió en el coche y enfiló hacia La Rioja. Paró en ... el área de servicio del kilómetro 103, tal vez a echar un pincho y a descargar la vegija, una de las pocas servidumbres que comparten reyes, líderes de la oposición y obreros metalúrgicos. En campaña, no obstante, hay que aprovechar incluso las visitas al mingitorio: pilló a un camionero en el aparcamiento, le estrechó la mano y publicó un tuit diciendo: «No me olvidaré de ellos en la presidencia del Gobierno».
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Lo malo de que Eurovisión toque en campaña es que resulta difícil distinguir los fans sinceros de los que pasaban por allí y vieron la posibilidad de pillar votos. Ayer, nada más acabar su actuación la representante española, Blanca Paloma, la vicepresidenta segunda (recordemos: vicepresidenta segunda) puso un tuit diciendo «¡Increíble!» y dos emoticonos de caritas con ojos de corazón. La cuenta oficial de Sumar retuiteó al segundo tan decisivo mensaje.
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