Un partido a la espera

Son las tres personas que, a ojos de la creciente facción de desafectos con la estrategia regional del partido, más señalados resultan por la victoria del PSOE. Ceniceros se limitó en su comparecencia del domingo a reconocer que «algo hemos hecho mal» y prometió reunir al comité ejecutivo para buscar una explicación a su derrota. Esa reunión ya tiene fecha: se convocó ayer para el próximo viernes. Casi una semana sin reacción. Hasta entonces, el partido permanecerá en suspenso. A la espera, noqueado. En una especie de limbo, fruto del dañino varapalo que para los intereses de sus altos cargos supone su acusado retroceso en las urnas. Que tiene consecuencias de toda índole; también a escala personal.

Porque Ceniceros se había reunido en su lista al Parlamento regional de una serie de dirigentes de estrecha confianza, que serán quienes le acompañen en los largos cuatro años de travesía por el desierto de la oposición. Era un grupo pensado para gobernar, que ahora deberá, entre otras cuestiones pendientes, dilucidar quiénes de ellos se encargan de capitalizar la labor parlamentaria y, por lo tanto, son liberados con cargo al presupuesto del partido.

No se trata del único frente abierto para Ceniceros. El domingo, voces afines ya exigían en privado la convocatoria urgente del comité ejecutivo regional, donde hay quien tiene preparada una prolija intervención para reclamar explicaciones de la trayectoria seguida por su dirección. El lunes, menudearon otros mensajes de parecida índole, procedentes no sólo del sector crítico, cargado ahora de razones de peso en su argumentación. También había quien, desde el entorno del presidente, se confesaba en estos términos: «Tenemos que hacer mucha autocrítica. De estrategia y de comunicación». Y otro alto responsable gubernamental, abatido y desmoralizado como el resto de sus compañeros, se pronunciaba ayer así: «Cuando no se hacen las cosas bien...». Puntos suspensivos.

Unos puntos suspensivos que ilustran el ambiente cargado de desánimo que se observa en el Palacete y alrededores. Y que se transforma en acres reproches cuando se pulsa el parecer de quienes apoyaron en el congreso de Riojafórum a Cuca Gamarra y se consideran desde entonces damnificados por la dirección del partido. «El fin de la era Ceniceros ha llegado», opina uno de ellos. «Estaba claro que tanto daño que ha hecho traería consecuencias. Ahora sólo puede hacerle un favor a este partido: dimitir y convocar un congreso extraordinario inmediatamente», añade este antiguo dirigente.