Joan Laporta, en un acto del club azulgrana. AFP

Laporta, la última esperanza del independentismo en su pulso con Madrid

28-M ·

El presidente azulgrana, que alivia con la Liga la crisis por el 'caso Negreira', mantiene la retórica nacionalista en su nueva etapa al frente del Barça

Cristian Reino

Barcelona

Martes, 16 de mayo 2023, 00:43

Seis años después del 'procés', el independentismo no vive un momento muy dulce. Mantiene el Gobierno catalán y tiene mayoría absoluta de escaños en el Parlamento autonómico. Pero ni hay cohesión secesionista ni los tres partidos llamados a encarnarla trabajan a una. Junts salió del ... Govern en octubre y Pere Aragonès lo pilota en solitario de la mano del PSC y los comunes, que fueron quienes le aprobaron los Presupuestos. El votante independentista suspira por un dirigente con liderazgo que aglutine el movimiento e impulse una hoja de ruta que le permita ilusionarse con un nuevo 'procés'. Pero no lo hay.

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La única propuesta es la de Aragonès de un acuerdo de claridad a la canadiense para celebrar un referéndum pactado con el Estado a muy largo plazo. Sin fecha. Y Carles Puigdemont está cada vez más alejado. Cunde tanta desilusión que hasta hay sectores del secesionismo radical que abogan por la abstención el 28-M. En este contexto, Joan Laporta, que mantiene el carisma y tiene desde el domingo la Liga bajo el brazo, se erige en la última esperanza del independentismo. Un secesionismo que pide a sus líderes que planten cara a Madrid y no pasen página. Laporta tiene su propio 'procés'. Y ha hecho suya la máxima del escritor Manuel Vázquez Montalbán de que el Barça es «el ejército de un país desarmado».

'Jan' siempre ha estado en contacto con la política. Tras su primera etapa como mandatario azulgrana, dio el salto a la arena institucional. Soñó con ser presidente de la Generalitat, una especie de Berlusconi a la catalana y muy nacionalista. La realidad le puso en su sitio. Primero fue diputado por la formación Solidaritat Catalana per la Independencia, un proyecto secesionista radical que obtuvo cuatro escaños en 2010 en el Parlamento y que era próximo a Artur Mas. La iniciativa no cuajó y, además, se partió. Con la escisión Democracia Catalana probó suerte en el Ayuntamiento, en coalición con ERC. Sacaron dos concejales. Laporta fue edil entre 2011 y 2015.

Se ha envuelto en la estelada secesionista para defender al club de las críticas por los pagos al exvicepresidente arbitral

Años después, ha vuelto al Barça para situar a la entidad azulgrana donde espera el independentismo que esté: como punta de lanza del movimiento de liberación nacional. Durante el 'procés', los más puros acusaron a la entidad blaugrana de no implicarse del todo. En los años duros del desafío secesionista, el presidente era Josep María Bartomeu y saltaron chispas unas cuantas veces.

Su predecesor, Sandro Rosell cedió el Camp Nou para algunas de las grandes 'performances' del 'procés', como el llamado concierto para la libertad, que organizó Òmnium en 2013 para reivindicar la independencia; o abrió sus puertas a la vía catalana, la protesta de la ANC que consistió en una cadena humana en la que participaron cientos de miles de personas para exigir la secesión. Con Rosell, el Barça se sumó a lo que en su día se llamó el pacto nacional por el derecho a decidir, que fue la adhesión acrítica de buena parte de la sociedad civil catalana al 'procés'.

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Los 'pata negra' en el Camp Nou

Bartomeu, en cambio, chocó con Carles Puigdemont el 1-O de 2017. Tras las cargas policiales del referéndum ilegal, el Govern, la ANC y las fuerzas vivas del independentismo pidieron al presidente blaugrana que suspendiera el partido que esa tarde enfrentaba al equipo con Las Palmas. Los futbolistas querían jugar, porque de no presentarse perderían tres puntos. Al final, Bartomeu decidió jugar, pero a puerta cerrada. Los más nacionalistas de la junta, como Carles Villarubí, presentaron la dimisión. «El Barça nos ha fallado» fue la sensación unánime entre los líderes del 'procés', que buscaban aprovecharse del eco internacional que tiene la entidad.

Con Laporta en su segunda etapa al frente de la nave culé, han vuelto los 'pata negra indepes' a la planta noble del Camp Nou. Así está ejerciendo desde que ganó las elecciones el año pasado. Laporta ha recuperado su retórica más nacionalista a raíz del estallido del 'caso Negreira'. Se ha envuelto en la estelada, como antiguo dirigente secesionista, y las acusaciones de pagos millonarios al exvicepresidente de los árbitros las ha situado en clave de conflicto político. «Quieren destruir a uno de los emblemas de Cataluña como es el FC Barcelona, algunas esferas de poder no soportan que el club sea una plataforma de catalanidad abierta al mundo», ha llegado a afirmar.

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Laporta levantó a los alicaídos secesionistas de sus sofás cuando volvió a acusar al Real Madrid de ser 'el equipo del régimen'. Por fin alguien que no agacha la cabeza, han escrito los más entusiastas nacionalistas. A los independentistas les quedan cada vez menos estructuras de estado a las que agarrarse para poder impulsar su proyecto; por ello se aferran al Laporta más 'hooligan'. TV3 trata de purgarse de los años del 'procés', la prensa afín al movimiento secesionista se muestra crítica con lo que fue el desafío nacionalista, el mundo empresarial ha pasado página y solo quedan Òmnium y la ANC, que hacen la guerra por su cuenta y enfrentadas entre sí.

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