El PP enfriará las negociaciones con Vox en Extremadura hasta después del 23-J

Con esa intención el socialista Guillermo Fernández Vara dará el paso y presentará su candidatira aunque no sume los apoyos suficientes para hacer coincidir la primera investidura en el Parlamento autonómico con el inicio de la campaña electoral. A partir de ahí empezaría a contar el plazo de dos meses para volver a poner las urnas en la calle si ningún candidato consigue ser investido. «Tengo que hacer todo lo posible para que esa jugada perversa para los intereses de Extremadura le salga mal», aseguró este martes Fernández Vara.

El plan del PP pasa por dejar correr el calendario, mantener los contactos con la la formación de Santiago Abascal y no forzar una votación de investidura hasta que hayan pasado las elecciones generales y en las que confían que Vox salga debilitado y con menos fuerza para exigir nada. Con ese horizonte, y previa petición de Génova de rebajar los decibelios, Guardiola ha suavizado su tono frente a sus posibles socios. «Vamos a mantener nuestra firme condición de dar a los extremeños lo que han pedido, que no es otra cosa –insistía tras sus reunión con la presidenta de la Asamblea regional– que un gobierno de cambio».

Aunque la líder extremeña cuenta con su respaldo, Feijóo quiere que cese el ruido que se ha generado en Extremadura y que ha empezado a perjudicar la campaña de las elecciones generales. El último sondeo de Sigma Dos refleja una leve caída de la suma de la derecha que se queda a un escaño de la mayoría absoluta mientras la izquierda empieza a movilizarse espantada por las alianzas con Vox.

El dirigente gallego no quiere seguir dando explicaciones de las diferencias de pacto y sí en cambio centrarse en sus propuestas electorales y en las críticas al PSOE. «Lecciones de pactos no vamos a recibir ninguna. Menos de aquel que hizo el pacto Frankenstein», dijo Feijóo en Valencia sobre los acuerdos a los que Pedro Sánchez ha llegado con Unidas Podemos y los independentistas vascos y catalanes.

El líder del PP volvió a legitimar los pactos alcanzados con la extrema derecha tras el 28-M pero dejó claro que bajo ningún concepto van a renunciar a sus principios. «Vamos a respetar el deseo de cambio de los ciudadanos con gobiernos proporcionados a los resultados electorales», aseguró en una referencia velada a Aragón y Baleares donde los de Abascal se abren a una vía alternativa a acuerdos de coalición . En las negociaciones que mantienen las dos formaciones en estos territorios, donde los populares suman más que la izquierda, habrían puesto sobre el tapete la posibilidad de que Vox entre en algunas secretarías y direcciones generales.

Los populares calculan que toda la presión se suavizará una vez que pase el 23-J. Hasta entonces, enfriarán todo lo que puedan las negociaciones mientras insisten en su «mano tendida» Vox. Aunque es evidente el cambio de tono en Guardiola, menos agresivo, la dirigente extremeña continúa hablando de «acuerdo programático» y en ningún momento sugiere la posibilidad de dar marcha atrás y ceder sillones a la extrema derecha en su hipotético Ejecutivo. «Somos el único bloque, el de centroderecha, que podemos tener los apoyos para la investidura», se limitó a decir Guardiola evitando en todo momento hablar de un Gobierno de coalición.

Vox, por su parte, ya ha avisado de que se sentará a escuchar las propuestas que la dirigente conservadora «sin límites» ni «limitaciones previas», pero también pondrá sobre la mesa sus «justísimas, sensatas, razonables y asumibles» reivindicaciones. Toda una declaración de intenciones de los de Abascal que advierten de que en Extremadura todo pasa por formar parte del futuro Gobierno porque lo demás sería «un engaño».