Ellos y las encuestas
Campaña sobre campaña | Día 7 ·
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Campaña sobre campaña | Día 7 ·
Uno de los pecados más recurrentes en el periodismo (y entre los periodistas) es el de vanidad. Del que se deriva un vicio muy acusado, que nubla a menudo su proyección entre su público objetivo: su propensión a confundir entre opinión pública y opinión publicada. ... Sostener que sólo cuanto se publica en los medios es la verdad inscrita en unas imaginaria tablas de la ley, carente de una visión alternativa o simplemente complementaria. Por ejemplo: según una continua sucesión de noticias, artículos o piezas periodísticas de toda índole, que no cesan ni siquiera en campaña, el PSOE de Pedro Sánchez sería un intruso en Moncloa, capaz de las peores triquiñuelas con tal de mantenerse en un poder alcanzado con añagazas. De acuerdo con semejante relato, sus rivales recordarían a Caperucita Roja (con perdón) a punto de ingresar en territorio hostil desoyendo las advertencias de tanto lobo con piel de cordero.
Pero esta idea de presentar a Sánchez como un remedo del Doctor No. Como una mezcla de Fumanchú y todos los malos juntos de James Bond. O como lo peor que le podía haber sucedido a España en los últimos años tiene mucho de caricatura. Choca contra la realidad. Que de momento, hasta que hablen las urnas, es una realidad demoscópica. Es decir, virtual. En ella sin embargo se aloja un dato persistente, cuya lógica atenta contra el panorama arriba descrito: que este mismo Sánchez va por delante en todas las encuestas. Y que aunque suspende cuando se pregunta la opinión que merece su gestión al potencial elector, es el dirigente político que mejor calificación obtiene. Parece indudable que su partido, en resumen, va a ser el más votado. Cosa distinta es que pueda gobernar. O qué alianzas necesite tejer para hacerlo. Pero es indudable que esta acumulación de noticias desmiente la impresión general suministrada muy interesadamente según la cual el pérfido Sánchez carecería de apoyo popular. Un ejemplo de cómo a veces la realidad va por su lado y los medios, por el suyo. O por el nuestro.
La última encuesta publicada este domingo confirma que, en efecto, el PSOE será el partido más votado el día 28. La publica el diario barcelonés La Vanguardia, en cuyas páginas su articulista Enric Juliana elabora una teoría al respecto, sostenida a partir de un hecho indudable: el veterano Partido Socialista, el más longevo de cuantos participan con sus siglas en esta contienda, es capaz de las más horrendas aberraciones y muy dado a pegarse tiros en el pie, pero siempre logra sobrevivir a sí mismo. En esta enésima reencarnación, vuelve a conectar con el espíritu del electorado levantándose desde la lona luego de unos pasajes confusos, directamente atroces para sus intereses: los que siguieron a la defenestración de Sánchez. Su número uno ha conseguido con éxito comercializar entre el electorado su imagen de ídolo caído, atacado por todos pero invulnerable a tantos dardos. Un nuevo Bambi, por seguir con la estela de los cuentos infantiles ahora puestos bajo sospecha. Un Bambi que no es tal. Un Bambi por el contrario mortífero para las ambiciones de sus contrincantes.
A escala, la trayectoria de Sánchez en algo recuerda a la opinión que recogía el viejo PP de Pedro Sanz en La Rioja. Su líder máximo recibía toda la clase de reproches, que su piel de elefante engullía sin acusar daño alguno. Desde las filas socialistas se proclamaba cada día el Apocalipsis, que nunca llegaba. Los electores iban y venían de sus ocupaciones y luego votaban como les viniera en gana, indiferentes a tantas advertencias socialistas sobre los males que acechaban a La Rioja bajo el dominio de Sanz, que se imponía en cada comicio. Un último dato emparenta a este Sánchez en la cresta de la ola y al declinante expresidente riojano: los dos solían encabezar las encuestas. Que, al menos en el caso riojano, solían acertar con sus pronósticos. Según Juliana, sólo un auge de Vox más allá del 30% que le augura el sondeo de su periódico puede evitar cuatro años de Sánchez en el banco azul. Entonces sabremos si ellos dos, Sánchez y Sanz, también se parecen en algo más: en ganar las elecciones a despecho de tanta opinión publicada.
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