El papel clave de EH Bildu y un centroderecha dividido en Navarra

El papel de la coalición soberanista es fundamental porque sin su apoyo al PSN no le dan los números. Hace cuatro años se rompió un tabú cuando Chivite aceptó los votos de la izquierda abertzale. Aquello fue entendido como el preludio de lo que vendría después: los pactos entre Pedro Sánchez y EH Bildu en el Congreso.

Chivite formó un tripartito con Geroa Bai -la marca en la que está el PNV- y Podemos, con el apoyo desde fuera de la formación abertzale y de Izquierda-Ezkerra, el nombre con el que IU concurría en la comunidad. Ha habido algunos roces, pero las relaciones entre Chivite y EH Bildu han discurrido en un clima de relativa cordialidad y a los socialistas parece no desgastarles su acercamiento a la izquierda abertzale ni todas las tormentas relacionadas con sus vínculos con ETA.

Nadie duda de que la entente que se construyó hace cuatro años se reeditará. El sondeo publicado el jueves por el CIS apuntala esa tesis. El escenario no sería muy diferente al de 2019 y los números le volverían a dar a Chivite, aunque EH Bildu estaría al alza y ahí podría estar una de las claves más importantes. Porque la posibilidad de que la coalición soberanista exija ahora entrar en el Gobierno está sobre la mesa.

Desde el PSN se insiste en que el objetivo es copiar la misma fórmula, pero la gran pregunta es hasta dónde querrán presionar los de Arnaldo Otegi. Si se conformarán con ser socios externos y condicionar desde fuera a Chivite, o ir más allá y pedir tener representación en el Consejo de Gobierno. Una opción que por una parte les puede suponer un desgaste pero también dar un golpe simbólico y entrar en el Ejecutivo de una gran institución, algo que no consiguen desde que perdieron la Diputación de Gipuzkoa en 2015.

En ese tablero negociador la pieza más importante será Pamplona. El candidato de EH Bildu, Joseba Asiron, fue alcalde entre 2015 y 2019, pero hace cuatro años perdió el bastón de mando en favor del candidato de Navarra Suma, Enrique Maya. El regionalista había ganado las elecciones de forma cómoda (13 concejales frente a los 7 de EH Bildu), pero solo fue alcalde porque el PSN no se atrevió a dar el paso final y avalar la investidura de Asiron. Si ahora los resultados fuesen parecidos, la opción de que los socialistas den Pamplona a EH Bildu a cambio de sostener a Chivite aparecería en el horizonte.

Los regionalistas, sin embargo, están convencidos de que es un paso que ni Sánchez estará dispuesto a dar a medio año de las generales. Y ahí residen sus esperanzas. Tras su ruptura, UPN y PP se han enzarzado en un cruce de descalificaciones, aunque están condenados a entenderse. Si los de Javier Esparza dan por hecho que ganarán de forma cómoda y que atraerán a socialistas disconformes con Chivite, los populares confían en hacerse un hueco. Según el CIS, el PP podría obtener media docena de escaños, mientras que los regionalistas se estarían moviendo en una horquilla entre los 10 y 13 diputados, por debajo de sus expectativas.

El tablero lo conforman otras tres piezas. Geroa Bai está demostrando su solidez y todo hace indicar que se moverá en resultados similares a los de 2019; Contigo Navarra une a Podemos, IU, Batzarre, Alianza Verde, Equo e independientes; y luego está Vox. No tiene representación, pero los datos apuntan a que por primera vez podría entrar en el Parlamento foral.