El motín de Madrid

El liderazgo de Ayuso y el declive social de la izquierda se ha cimentado sobre la transformación urbana y económica de Madrid, e incluso por la propia reconversión de sus clases medias. Incluso hasta los sectores profesionales liberales que han abandonado determinados barrios de la ciudad han posibilitado mayorías progresistas en determinados municipios del extrarradio y han dejado libre un espacio.

Ayuso tiene discurso, aunque para un sector de la sociedad madrileña resulte políticamente detestable, y conecta. Y, a la vez, es muy posible que logre movilizar a sus rivales políticos e ideológicos. Hay que reconocer que tiene la virtud de no dejar indiferente a nadie. Durante la pandemia, logró un relato tremendamente eficaz sobre la 'libertad', en plena gestión de las medidas restrictivas antipandemia frente al coronavirus. Su ofensiva cultural no es privativa de España y forma parte de todo un viraje de una parte del espectro conservador. Nos puede parecer un giro reaccionario, pero también forma parte del paisaje de la derecha convencional, que la va a condicionar, entre otras razones, para superar la escisión ultranacionalista de Vox.

Pero puede darse la circunstancia de que ni siquiera la movilización del centroizquierda en masa sea un elemento suficiente para impedir la mayoría absoluta de Díaz Ayuso o, si hiciera falta, entre el PP y Vox en el Parlamento regional. El mayor problema de la izquierda no es tanta la exhibición de poderío del ayusismo, sino su propia división interna, la incapacidad para superar sus desencuentros y la dificultad para hilvanar un relato más atractivo y coherente sobre lo que suponen las políticas sociales.

Una de las heridas que afectan a la oposición se ceba en Más Madrid, formación que, hasta hace pocos meses, parecía emerger como la gran alternativa progresista y de centroizquierda al PP, dejando en una posición muy subordinada al PSOE. El PSOE tampoco levanta cabeza y ni la elección de Reyes Maroto como candidata socialista a la Alcaldía ni la de Juan Lobato como aspirante en la Comunidad parecen dotar de suficiente nervio político para levantar el vuelo, ni siquiera a medio plazo. El socialismo madrileño tiene un muy serio problema político de aluminosis en el que combina una brutal hostilidad contra Sánchez con una debilidad estructural organizativa. Por si fuera poco, Podemos tampoco consigue compactar un proyecto que ilusione a la ciudadanía que reclama el cambio. Los ruidos de sus conflictos internos prevalecen y es una pésima señal para una campaña electoral. Manuela Carmena es la única líder que lograba superar contradicciones y desconfianzas.

Solo Rita Maestre (Más Madrid) en una eventualidad, si José Luis Martínez-Almeida no logra la mayoría absoluta en la Corporación de Madrid, podría tener la carambola histórica de ser la segunda alcaldesa de izquierdas de la capital de España después de la democracia. Y si Maestre llega a la Alcaldía junto a la plaza de la Cibeles y vence Ada Colau en Barcelona, habrá alguien que tiene razones para ser la vencedora moral del 28-M: Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno.