Lo que es de César

Andreu malgastó esa bala no porque su discurso estuviera mal; en realidad, fue una aportación más valiosa que otras comparecencias semejantes, como sus intervenciones parlamentarias. Leyó con aplomo su programa, cuyas ideas generales pueden compartir otros partidos (PP incluido) dada su falta de concreción, y coqueteó con la nueva política: también Andreu parece partidaria de emponderar, siguiendo la estela de las palabras con que Nacho Pérez le había presentado. El expresidente situó a la candidata en ese itinerario que va desde fuera (la calle) hacia dentro (el partido), como si canalizara la reacción del PSOE a las demandas del 15M y ella no se apartó del carril hablando de una fiscalidad más equitativa, prometiendo acabar con los aforamientos y procurando durante la media hora de discurso ser fiel al futuro sin traicionar el pasado, enraizado en su fibra socialdemócrata.

Buenas palabras, pronunciadas con soltura, que encallaron en el tramo final. Llegada la hora del coloquio, maniatada por una escenografía mejorable, Andreu dejó sin aclarar el misterio que le rodea. Los asistentes abandonaron la sala como habían entrado: maliciándose si su candidatura se debe sólo al impulso personal de César Luena. A la salida les esperaba el sondeo del CIS que confirmaba algún augurio temible y paradójico: esa predicción según la cual Andreu puede empeorar el resultado de Aldama pero acabar siendo más decisiva.