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El Fondo Monetario Internacional analiza en un informe hecho público este jueves las consecuencias de la reforma laboral de 2012 que ahora estaría en proceso de progresivo desmontaje por parte del nuevo Gobierno. El dictamen que realiza el organismo que dirige Kristalina Georgieva es mixto: ... reconoce consecuencias favorables de la legislación laboral de la que se cumplen ahora ocho años, pero también sus efectos perversos.
Entre las primeras, el Fondo apunta que la reforma de 2012 fue positiva para la creación de puestos de trabajo en general y en particular para los jóvenes: según el informe, el crecimiento del empleo fue sistemáticamente mayor y el desempleo juvenil, menor, en comparación con su posible evolución en ausencia de reformas.
Asimismo, el FMI afirma que la fuerte creación de empleo que habría favorecido la reforma laboral, habría mejorado también la distribución de la renta a partir del año 2012. De acuerdo con los autores del informe, hay evidencias de una significativa reducción del coeficiente Gini, el indicador que se utiliza internacionalmente para medir la distribución de la renta, cinco años después de la ley laboral de 2012. Los autores del documento atribuyen esta caída de la desigualdad a que la creación de empleo benefició sobre todo a la mitad de la población con menores ingresos. Pero el Fondo reconoce que no hay evidencias concluyentes respecto a las consecuencias de la reforma laboral en otro indicador que también se toma como referencia para medir la desigualdad: el índice 80/20, es decir, la brecha de renta existente entre el 20% de la población con menos ingresos y el 20% con mayor renta.
En cuanto a los efectos perversos de la reforma laboral de 2012, el informe del FMI detecta varios: en primer lugar, provocó una reducción en la media de horas trabajadas y, además, incrementó el porcentaje de trabajadores ocupados a tiempo parcial de manera indeseada. Si bien el Fondo afirma que los resultados para este última cuestión no son concluyentes, puesto que son estadísticamente insignificantes, el FMI alude a otro factor, al margen de la reforma laboral, que ha podido coadyuvar en este resultado: la reducción del peso en la economía del sector de la construcción, que emplea sobre todo a trabajadores a tiempo completo, y el incremento del sector servicios, donde alrededor del 18% de los trabajadores tienen contratos a tiempo parcial.
En cuanto a las consecuencias de la reforma laboral en las tasas de pobreza, si bien el organismo no ha hallado ningún impacto sistemático en la tasa general de población en riesgo de pobreza, sin embargo, su análisis sugiere un aumento de la pobreza que sufren las personas que tienen un empleo. Ello, afirma el Fondo, podría ser una consecuencia de los dos efectos perversos de la reforma laboral recogidos anteriormente: el incremento de la proporción de trabajadores que, contra su voluntad, tienen contratos a tiempo parcial y las menores horas trabajadas, ya que la distribución de los salarios por hora no ha cambiado mucho con el paso del tiempo. Existe bastante consenso en que un factor determinante de la pobreza laboral es la baja intensidad en el empleo.
El informe del Fondo Monetario también repasa la evolución de la economía española durante la crisis y la recuperación. Recuerda que en 2013, el PIB per cápita española había caído un 10% en 2013 en comparación con 2008 y que el empleo se había reducido, de media, un 3,5% al año entre 2009 y 2013, lo que llevó a la tasa de paro a situarse en el 27% en 2013, mientras que la juvenil llegó a sobrepasar el 55%. Ello condujo a que el coeficiente Gini empeorara alrededor de dos puntos porcentuales, que la población en riesgo de pobreza aumentara en cuatro puntos porcentuales y que también se incrementara el porcentaje de trabajadores pobres. Esto se explica porque los salarios mensuales del 20% de los trabajadores más pobres cayeron más que los de empleados con ingresos más elevados, lo que llevó a un incremento de la desigualdad de la renta. Estas reducciones en los ingresos de los trabajadores de salarios más bajos se debieron, atribuye el Fondo, a que fueron ellos los que más sufrieron el paro y la reducción de horas trabajadas.
Después de sufrir todas estas consecuencias durante los peores años de la crisis, el Fondo relata en su informe que en 2018, cinco años después de iniciada la recuperación económica, el PIB per cápita superaba su nivel de 2007 en dos puntos porcentuales. Y que ello se acompañó de una fuerte creación de empleo, con incrementos de alrededor de un 2,5% entre 2014 y 2018. El crecimiento económico durante la reactivación se vio empujado por la mejora en los volúmenes de puestos de trabajo, ya que la contribución de la productividad laboral fue marginal. Así las cosas, la tasa de paro en 2018 se situaba diez puntos por debajo del nivel alcanzado en 2013, y con el paro juvenil y el de larga duración también registrando significativas mejoras. Además, los indicadores de desigualdad registraron mejoras a partir de 2014, aunque a ritmos más modestos.
De acuerdo con el FMI, a la rápida y a la fuerte recuperación económica española contribuyó la reforma laboral de 2012, que favoreció la flexibilidad salarial, que, a su vez, ayudó a la economía española a recuperar competitividad y a crear puestos de trabajo.
Las excepciones a estas mejoras, insiste el Fondo Monetario, son los empleos a tiempo parcial indeseados, que se encuentran sustancialmente por encima de los niveles pre-crisis, y la tasa de pobreza entre los trabajadores, que continúa siendo elevada. Además, las horas trabajadas en España mantuvieron su senda descendente después de la crisis y durante la recuperación, mientras que en la Unión Europa dejaron de caer en 2012 y comenzaron a aumentar en 2015. Para el Fondo, estas excepciones podrían reflejar en parte el cambio estructural que ha registrado la economía después del insostenible boom de la construcción y el creciente peso que tiene el sector servicios en la economía. De los tres puntos porcentuales que ha crecido el empleo a tiempo parcial entre 2008 y 2018, un punto porcentual se explica por el cambio estructural en la economía.
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