España supera por primera vez los 21,8 millones de trabajadores aunque el empleo pierde fuelle

Así, España sumó un total de 138.300 ocupados a lo largo del tercer trimestre del año, gracias al tirón del turismo, que registró máximos históricos, pero, pese a este turismo récord, se trata del segundo menor aumento de la última década (e idéntico al del año 2022) y está lejos del promedio registrado en este periodo desde el año 2014 (+195.800 personas), con la única excepción de 2020. La velocidad de crucero que mantenía el empleo en España se va apagando, de forma que se ha reducido a más de la mitad: de una tasa del 3,6% interanual que se registraba el año pasado se ha pasado al 1,7% actual. No hay duda, por tanto, de que se está produciendo una desaceleración sostenida del mercado de trabajo a lo largo de todo 2024, después de tres años de fuerte dinamismo, y este estancamiento probablemente se mantendrá en la recta final del año.

La cifra total de ocupados, no obstante, se eleva hasta cotas nunca vistas y supera por primera vez los 21,8 millones de trabajadores. En el último año se generaron 373.500 empleos, la mitad de los más de 700.000 que se registraron entre el tercer trimestre de 2022 y el de 2023.

Al mismo tiempo se alcanza también un máximo en la población activa (la gente que está dispuesta a trabajar, ya esté ocupada o en paro), que crece hasta los 24,57 millones de personas tras incrementarse en 137.100 personas en los últimos tres meses. Esto «pone de manifiesto la confianza de los trabajadores en el dinamismo del mercado laboral», según destaca el Ministerio de Asuntos Económicos en un comunicado.

En este contexto de aumento de la ocupación, resulta paradójico que el paro apenas baje en 1.200 personas, una cifra mínima aunque mejor dato que los dos años precedentes, cuando se elevó, algo que puede explicarse por el fuerte incremento de la población activa, así como por el peso que ahora representan los fijos discontinuos en el mercado laboral español, una figura que ha tomado protagonismo a raíz de la reforma laboral y que antes era prácticamente residual.

De esta forma, la tasa de paro se estancó en el 11,2%, la menor desde 2008, pero la más elevada de toda la Unión Europea. Pese al mal dato, hay dos buenas noticias en este terreno: la reducción significativa del desempleo femenino, que descendió el 5,3% en el tercer trimestre hasta el 12,5%, y el recorte del paro de larga duración (las personas que llevan más de un año buscando trabajo), que por primera vez desde 2009 se sitúa por debajo de la barrera del millón de personas.

La creación de empleo en el tercer trimestre se concentró exclusivamente en el sector privado, que ganó 155.500 trabajadores, frente al descenso de 17.100 ocupados en el sector público, que había tocado máximos. Más concretamente, todos los ocupados que se han sumado en este tercer trimestre son asalariados, mientras que los autónomos se han derrumbado, de forma más significativa los que son empleadores: se han perdido casi 1.000 emprendedores cada día en el último trimestre (87.500), 36.600 en el último año, reduciéndose el colectivo a 3.150.200. Esto es otro termómetro del frenazo que está sufriendo el mercado laboral, puesto que los autónomos son una fuente de dinamismo del empleo por ser generadores de actividad.

El excepcional comportamiento que ha tenido el turismo este verano ha provocado que la mayor parte de los puestos creados estén ligados a los servicios y al ocio, sector que aumentó en 152.700 personas. También la industria generó 23.400 nuevos puestos de trabajo, mientras en la construcción permaneció plana, con 500 ocupados más, y bajó en la agricultura, que perdió 38.300 empleos.

Desde la patronal culpan de este debilitamiento del mercado laboral al menos a tres factores: la incertidumbre normativa, la desaceleración económica europea y la persistencia de las subidas de costes laborales. «La proximidad de cambios normativos constituye un desincentivo a las decisiones de contratación en tanto no esté definido el futuro marco laboral», advierten desde Cepyme.