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El mercado laboral acaba de cerrar un año que, en términos generales, parece haber sido mejor que el anterior si se contabiliza la creación de puestos de trabajo. Y ello a pesar de todas las incertidumbres que acechaban a la economía para el recién concluido ... 2023: los tipos de interés en máximos (4,5%), la inflación galopante (comenzó el ejercicio en el 6%) o los mayores costes para las empresas (por las alzas de las cotizaciones sociales). A pesar de esos impactos, España ha generado 539.740 empleos, unos 70.000 más que los conseguidos en 2022, en pleno año de la crisis de Ucrania. La Seguridad Social ha cerrado así el ejercicio con 20,83 millones de afiliados, aunque no ha logrado consolidar el objetivo de los 21 millones por el que el conjunto del Ejecutivo apostaban justo antes de las elecciones de julio.
Estos datos incluyen los de diciembre, mes marcado por la campaña de Navidad, cuando se han incorporado 29.937 afiliados. También éste es un dato mejor que el de diciembre de 2022, cuando las altas superaron las 12.000.La ministra de Seguridad Social, Elma Saiz, considera que España «ha registrado un comportamiento excepcionalmente positivo». Y su departamento recuerda que desde antes de la pandemia, la creación de empleo supera a la de grandes países europeos como Francia o Alemania. Sin embargo, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quiso ser más «prudente» en su valoración. «Mientras exista una familia con miembros en paro hay que seguir trabajando», subrayó en RNE.
Los datos de paro registrado también han mejorado a lo largo de 2023 hasta situarse en las 2.707.456 personas, la cifra más baja para este mes desde 2007. Se trata de 130.197 ciudadanos menos que un año antes. Aunque en este caso el ritmo al que va reduciéndose el número de desempleados va menguando. Hace un año, el paro descendía en 268.000 personas. Y si solo se tienen en cuenta los de este diciembre, han salido de las listas del SEPE 27.375 ciudadanos, la menor cifra para este mes en una década.
A pesar de todos los registros generales, el mercado laboral ofrece algunos síntomas de agotamiento tras la recuperación obtenida desde el 'shock' de la pandemia. España no puede romper con el corsé estructural de bajar hasta los 2,2 millones de parados que llegó a tener a principios de 2008, en plena burbuja económica. De hecho, la reducción de desempleados no ha sido mayor que la de 2022 en ninguno de los meses de 2023, si se comparan las cifras interanuales.
Además, el ritmo de contratación fija va perdiendo el fuelle que tuvo durante los primeros meses de la reforma laboral. El porcentaje de contratos indefinidos firmados en 2023 representó un 40% del total, pero son unos 400.000 menos que en 2022.
Hay otro 'pero' en ese medio millón nuevos de altas: la mayor parte de los puestos de trabajo creados se materializaron en la primera mitad del año. Concretamente, más del 80%. El resto -apenas un 20%- corresponden al segundo semestre, lo que revela una cierta desaceleración laboral a medida que fueron pasando los meses.
Junto a estas circunstancias se unen las críticas del PP a los datos del paro al señalar que demuestran una «ralentización» que «no se puede tapar ni con el maquillaje de los fijos discontinuos», según ha indicado el coordinador del área económica del partido, Juan Bravo. El dirigente popular insistió ayer en que «no se puede tapar ni con el maquillaje de los fijos discontinuos», en referencia al dato de trabajadores que tienen contrato activo pero que se encuentran cobrando el desempleo, como permite esta modalidad impulsada en la reforma laboral y sobre la que aún no hay estadísticas.
El auge del empleo durante el año pasado también se fundamenta en la fortaleza de colectivos como el de la educación y la sanidad. En buena medida, por el impulso del empleo público. Ambas actividades aglutinan un 40% de los nuevos puestos de trabajo creados el año pasado (casi 149.000 en educación y 66.500 en sanidad y servicios sociales). Por su parte, la hostelería ha ejercido de motor laboral con 75.646 afiliados más, junto al transporte (unos 42.000) y el comercio (más de 61.000 altas nuevas).
Sin embargo, ha caído el número de trabajadores en el sector agrario (16.340), un colectivo muy condicionado por la sequía y las condiciones adversas de la agricultura y la ganadería. Así como el empleo doméstico, con casi 4.000 empleados menos. Ambos sectores son los más beneficiados por la subida del salario mínimo interprofesional.
También los autónomos han conseguido capear la incertidumbre. En 2022 sufrieron sobremanera al registrar apenas cinco altas netas más ese año. Sin embargo, en 2023 ha aumentado en 16.000 los autónomos registrados en el régimen RETA hasta subir a los 3,3 millones de profesionales. Pero el presidente de ATA, Lorenzo Amor, ha reclamado la retirada de las «cargas» a las que siguen teniendo que enfrentarse, en referencia al alza de los gastos que «en muchos casos han estado por encima de sus ingresos», indicó. «Necesitamos seguridad jurídica y apoyo» en el actual contexto de desaceleración.
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