La partida de pin pon en la que se adentraron Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en el cara a cara televisivo a cuenta de la economía, con una batería de datos y contraestadísticas a un lado y otro de la mesa, no dejó claro ... a casi ningún ciudadano si España «va como una moto», como sostiene el candidato del PSOE;o si esa afirmación «es una falta de respeto a los españoles» por las dificultades que atraviesan en su día a día, según el candidato del PP.
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La radiografía que deja la economía tras casi cuatro años de legislatura es insuficiente para echar las campanas al vuelo, aunque revela un estado mejor del que cualquier analista esperaba a estas alturas de 2023. Tra la crisis de la pandemia y las consecuencias de la guerra en Ucrania fielmente reflejadas en unos precios récord, España sigue creciendo. Pero deja muchos claroscuros que llegarán en forma de retos a la mesa de la Moncloa para el futuro Ejecutivo.
José Ignacio Conde Ruiz, catedrático de Economía en la Universidad Complutense, lo define claramente al indicar que «los datos macro no los discute nadie», en referencia al empleo o al PIB, porque «pensábamos que íbamos a crecer la mitad de lo que lo estamos haciendo». Pero, al mismo tiempo puntualiza que «eso no quita para que, en lo micro, haya gente que lo esté pasando mal, sobre todo la parte baja de menos ingresos» al haber subido los alimentos o las hipotecas.
El propio Banco de España estima que el PIB crecerá este año al 2,3%. Este hecho refleja que «la economía no va mal, pero la de las familias se ha resentido por la subida de tipos y la inflación», explica a este periódico Manuel Hidalgo, profesor de la Universidad Pablo de Olavide y experto senior de EsadeEcPol.
Esta derivada tiene su reflejo en el PIB per cápita. La brecha de España con el resto de Europa en términos de renta, que es lo que mide este dato, sigue siendo amplia: se encuentra a 15 puntos de la media de los 27, pero lo hace a pesar de que los precios están prácticamente al mismo nivel, según Eurostat. España marcó un 85% de la media de PIB per cápita del conglomerado en 2022. Una ligera mejora en comparación con los dos ejercicios anteriores, pero muy lejos de los grandes socios como Alemania, Francia o Italia. Y sí más cerca de Chipre. Para resolver parte de este problema, Santiago Carbó, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia, considera que «hay que hacer un esfuerzo para mejorar en productividad y competitividad». Indica que «tenemos unos salarios muy bajos para lo que queremos en este país».
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Parte de ese problema de competitividad se debe a la inflación, aunque en los últimos meses España ha conseguido controlarla al situarla por debajo del 2%. Pero los alimentos siguen registrando subidas superiores al 10%. El Banco de España calcula que la inflación de los alimentos cerrará el año en el 11,5%, es decir, ir a hacer la compra le costará a los españoles un 11,5% más. Bajando al terreno, estas subidas supondrán un sobrecoste de unos 900 euros al año extra por familia, según cálculos de la OCU. En cualquier caso, «la cuestión es si los precios volverán algún día a niveles previos a la crisis inflacionista, es difícil saberlo por la incertidumbre global y la sequía en España», pronostica el profesor Manuel Hidalgo.
La dicotomía entre lo bien que va la economía, pero lo apretado de la situación en cada casa también pasa por las empresas. Los márgenes de los negocios se han situado ya por encima de los que registraban antes de la pandemia, según el Observatorio del Ministerio de Economía. Los beneficios han crecido un 24% en el primer tramo de este año. Son cinco trimestres consecutivos al alza. Pero al mismo tiempo los costes financieros se han disparado un 38%. Es decir, a muchos gerentes de negocios no les compensa. El profesor de Esade explica que aunque las empresas están ingresando más que nunca, afrontan unos costes récord que no han podido repercutir con aumento de precios, lo que «ha provocado el estrechamiento de márgenes y de beneficios en muchos casos», sobre todo en sectores como el del comercio.
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Con este estado de salud de la economía encima de la mesa, el Gobierno que salga de las urnas ya tiene ante sí varios retos que afrontar. Conde Ruiz recuerda dos variables que condicionarán las decisiones en 2024: «la política monetaria» que llevará a rebajar tipos en 2024 y 2025, pero a la vez «la fiscal av a ser más restrictiva, volviendo a la disciplina y eso detraerá recursos».
En lo que coinciden todos los economistas consultados por este diario es en la necesidad de reducir la deuda pública. La ratio (endeudamiento con respecto al PIB) ha bajado del 126% de 2021 hasta el 113% actual. Sin embargo, este descenso se debe sobre todo al crecimiento y no tanto a políticas de contención fiscal. Ante esta situación, Funcas avisa de que hay que actuar cuanto antes ante las circunstancias «adversas» que puedan venir de los mercados financieros.
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