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Apenas una semana después de la invasión rusa de Ucrania, y con los primeros datos de impacto económico sobre la mesa -en forma de alzas de la luz y los combustibles- el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, propuso en el Congreso un «gran pacto de ... rentas»para evitar que España caiga en la espiral inflacionista: subida exponencial de salarios, precios más altos, nuevos incrementos, inflación disparada... Un contexto que afectaría gravemente a la recuperación. Gobierno, sindicatos y empresarios se pusieron en marcha para lograr ese acuerdo, aunque los agentes sociales ya apuntaron en una primera reunión la necesidad de autonomía frente al Ejecutivo para negociar.
Las posturas son completamente opuestas: los representantes de los trabajadores abogan por un incremento de salarios para evitar que la población pierda poder adquisitivo; los empresarios quieren contención porque no pueden asumir más gastos; y el Gobierno media para «no dejar a nadie atrás».
Estas son las posturas recabadas de todas las partes con las dos mismas preguntas a la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz; el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, y el de Cepyme, Gerardo Cuerva; y los líderes de CC OO, Unai Sordo, y UGT, Pepe Álvarez: (1) ¿Es realmente necesario un pacto de rentas, está justificado por el momento que atravesamos?; y (2) ¿Qué medidas se podrían asumir y cuáles serían las líneas rojas?
1 El momento actual requiere de una moderación generalizada. Necesitamos el esfuerzo de todos, consumidores, trabajadores y empresas, para no derivar en una espiral inflacionista que dañe más la economía. Pero no se puede aprovechar la coyuntura para dejar sin valor la negociación colectiva, el instrumento más realista para acordar los salarios. La negociación bipartita entre empresa y trabajador ha sido eficaz desde hace 45 años, ajustando los salarios a la realidad de cada sector, cada territorio y cada empresa. Cualquier decisión política que se encamine a homogeneizar salarios perjudicará a las empresas, sobre todo a las más pequeñas. 2 La escalada de precios está afectando de lleno a las empresas, que han visto cómo su coste energético y de suministros se ha disparado. La mayoría no puede repercutir los costes al precio final porque saldrían del mercado. Además muchas arrastran secuelas de la anterior crisis. Estamos viendo el paro de empresas y veremos más en las próximas semanas. Por eso, es esencial moderación, contemplar la realidad de cada sector y territorio y esto es lo que hace la negociación colectiva cuando hablamos de salarios.
1 Sin duda vivimos un momento excepcional que requiere adoptar decisiones adaptadas al contexto. Un momento en el que la recuperación tras la pandemia no ha acabado de materializarse y en el que la guerra de Ucrania arroja incuantificables incertidumbres. En esta situación es preciso minorar los daños y eso es lo que pretendemos en las negociaciones con los sindicatos en torno al acuerdo de negociación colectiva, que es exclusivo del ámbito bipartito. Ese pacto de rentas necesita que las subidas salariales sean razonables en cada ámbito de negociación colectiva para que las empresas puedan sobrevivir en estos momentos tan difíciles. 2 Debemos evitar, si queremos salir airosos de esta situación, un mayor deterioro de la actividad de las empresas, porque estaríamos poniendo obstáculos a la recuperación y al empleo. Temas como las subidas de impuestos, ciertos controles a la actividad que debe fluir por los cauces de la competencia y la competitividad o la falta de compensaciones y medidas que alivien los crecientes costes para las empresas podrían tener en estos momentos consecuencias muy dramáticas.
1 En un contexto de nueva crisis, derivada de la guerra de Putin, es de vital importancia que el diálogo social vuelva a estar a la altura. A mí, más que de pacto de rentas, me gusta hablar de política de rentas; esto es, de un reparto justo de las cargas que tenga en cuenta que quien más tiene más debe contribuir. Es evidente que con la inflación más alta de los últimos 33 años hace falta tomar medidas para proteger los salarios, el empleo y nuestro tejido productivo. Por ello, el Gobierno ya ha reunido a los agentes sociales, porque queremos dar una respuesta colectiva como ya hicimos durante la crisis de la pandemia. 2 Es evidente que la guerra va a tener efectos sobre nuestras vidas, ahora bien, la premisa ha de ser proteger a la ciudadanía y que los platos rotos no los paguen los de siempre. Una de las mejores maneras de combatir la agresión rusa sería limitar drásticamente nuestra dependencia energética, redoblando las inversiones y esfuerzos en renovables y con una apuesta por una transición ecológica justa. Sin que ello evite, claro está, que tengamos que tomar medidas rápidas para hacer frente al alza de los precios.
1 Un pacto de rentas requeriría de un acuerdo salarial, pero un acuerdo salarial no configura por sí solo un pacto de rentas. Podría ser útil si sirve para afrontar la crisis que vamos a atravesar de una forma equitativa. El impacto de la guerra sobre la renta disponible de las familias es enorme. También sobre la estructura de costes de las empresas. 2 Se pueden pactar salarios para el corto plazo y, a la vez, hacerlo para el medio y largo plazo con una recuperación progresiva de la desviación de precios de este 2022 cuando la economía repunte. Pero un pacto de rentas debe ir más allá para que sea viable. Hay que solucionar el funcionamiento del sistema de fijación marginalista del precio de la energía. Topar el precio de la energía. Se pueden prorrogar medidas fiscales sobre la electricidad, ampliar la protección a los hogares más vulnerables o congelar los precios de los contratos de alquiler que eviten su actualización con el IPC. Sería importante aprovechar todos los recursos de los fondos europeos para acelerar la autonomía energética de España, con compromisos de inversión que generen empleo.
1 Creemos que el Acuerdo Estatal de Negociación Colectiva (AENC) debe respetar la autonomía de negociación de sindicatos y patronal, que es a quienes corresponde la negociación de los convenios. Después de una década con los salarios reales estancados, no podemos entrar en ningún acuerdo que no recupere los salarios. Miramos con mucha preocupación lo que pasa en Ucrania. Unos salarios recuperándose y no devaluándose más y un gasto público creciendo con los fondos europeos nos van ayudar a que el mercado interno esté fuerte, delante de una coyuntura internacional que dificulta la exportación, y a permitirnos seguir en la senda de recuperación. 2 El Gobierno, sobre todo con los agentes sociales, debe fijar qué elementos se quieren someter a negociación y diálogo en el posible pacto de rentas: limitación de beneficios empresariales y control del precio de las energías y los productos básicos, cómo se fuerza a la reinversión de los beneficios, discutir por tanto de fiscalidad, políticas sociales... Esto lo entendemos como una mesa además de la del AENC, que debe tener su propia dinámica.
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