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Por primera vez en más de una década la 'hucha' de las pensiones, ese fondo creado para ayudar a pagar las prestaciones de los jubilados en los momentos de mayor tensión, comienza a llenarse, aunque aún está muy lejos de poder ser un buen colchón ... para los años complicados que vienen. Desde 2011 el denominado Fondo de Reserva había ido menguando año a año, ya que los diferentes Gobiernos habían tenido que ir echando mano de ese dinero recaudado durante décadas con el superávit de la Seguridad Social para poder pagar las pensiones tras el estallido de la crisis financiera, cuando el sistema empezó a quebrar.
Pero esa etapa de recortes ha llegado a su fin a raíz de la última reforma de las pensiones, cuando se blindó por ley. Así, a lo largo de este año esta hucha ya ha recibido un total de 2.380 millones de euros que, sumados a los 2.141 millones que tenía a cierre de 2022, suman ya un total de 4.522 millones, según los datos que el Ministerio de Seguridad Social ha proporcionado a este periódico.
El departamento comandado por el ministro José Luis Escrivá estima además que a final de 2023 el fondo de reserva llegará a alcanzar los 5.347 millones. Es su valor más elevado desde noviembre de 2018 y más del doble de lo que tenía el año pasado pero una doceava parte de los cerca de 67.000 millones que llegó a acumular en 2011, en su momento más álgido. Así, ni siquiera servirá para pagar media paga de las más de diez millones de pensiones que se abonan en la actualidad y que suponen un desembolso de más de 12.000 millones de euros al mes. Y mucho menos llegará para abonar ni media paga de las pensiones venideras, que tendrán un coste mucho más elevado puesto que serán mucho más numerosas y cuantiosas.
Por primera vez también en más de dos décadas la hucha de las pensiones va aumentando, aunque muy poco a poco, pero no por el superávit del sistema, sino principalmente a consecuencia del nuevo impuesto creado por el Gobierno. Se trata de una cotización adicional de 0,6 puntos porcentuales para todos los trabajadores que se implantó en la última reforma de las pensiones y que entró en vigor el pasado mes de enero.
Es el que se ha denominado Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), que sustituye al derogado factor de sostenibilidad y que viene a ser un 'extra' destinado a pagar el esfuerzo financiero que va a suponer para la Seguridad Social en las próximas décadas la jubilación de los baby boomer, la generación más numerosa de la historia que implicará unos años de máxima tensión para el sistema.
Desde el pasado enero hasta julio el MEI ya ha recaudado 1.200 millones. La mayor parte de esa cuantía está siendo financiada por las empresas, ya que ellas ponen el 0,5% de aportación, mientras que la décima adicional de cotización corre a cargo de los trabajadores. Y la recaudación irá aumentando de forma progresiva los próximos años hasta llegar a ser el 1,2% de las cotizaciones en 2029 con el objetivo de reforzar los ingresos del sistema, en números rojos desde 2012. Así, el año que viene en lugar de 0,6%, se pagará 0,7%.
Además de con esta sobrecotización, la hucha ha ido engordando a lo largo de estos meses con los excedentes de las mutuas colaboradoras de la Seguridad Social, así como con los rendimientos que se generan.
Cabe destacar que la última dotación que se realizó al fondo de reserva procedente de los excedentes de las entidades gestoras y servicios comunes de la Seguridad Social fue en el año 2010, por lo que llevaba 13 ejercicios sin reservas.
El objetivo del Gobierno es que a lo largo de los próximos años el fondo siga creciendo, a razón de unos 5.000 millones anuales, hasta alcanzar los 130.000 millones en este decenio. Pero, en este caso, no será con lo que sobra, sino con otro sobreesfuerzo que hagan empresas y trabajadores.
Nunca antes la Seguridad Social había logrado ingresar tanto con las cotizaciones sociales. Más de 100.000 millones de euros en los ocho primeros meses del año. Un máximo que se consigue al tener el sistema más afiliados que nunca:casi 20,8 millones y pagando unas cuotas también más elevadas. Así se ha conseguido recaudar casi un 10% más que un año atrás, lo que equivale a 9.085 millones extra. Se trata de la cifra más alta de la serie histórica, mientras que el ritmo de crecimiento interanual es el mayor de los últimos 16 años.
Pero ni con este máximo la Seguridad Social consigue acabar con el déficit que viene arrastrando desde hace más de una década. Los gastos que tiene para pagar cada mes los más de diez millones de pensiones son aún bastante más elevados que los ingresos y crecen también a un ritmo mayor que el incremento de la recaudación. Así, solo el desembolso en abonar las pensiones (incapacidad permanente, jubilación, viudedad, orfandad, en favor de familiares y complementos de pensiones contributivas para la reducción de la brecha de género) ha crecido hasta agosto un 10,7% hasta rozar los 103.000 millones de euros. Un gasto que se dispara hasta los 115.000 millones si se incluyen también otras prestaciones contributivas.
Por ello, pese a que la reforma de las pensiones ha sacado ya la mayor parte de gastos impropios del sistema y pese a las transferencias cada más cuantiosas que realiza, el Gobierno no ha logrado, tal y como había prometido, dejar a cero el déficit, algo que espera suceda ya en 2026.
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