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Zigor Aldama
Lunes, 11 de octubre 2021
«No vamos a estar como en Reino Unido. Las estanterías no se van a quedar vacías, pero muchas empresas van a sufrir para que la mercancía del 'Black Friday' y de Navidad llegue a tiempo. Quien no haya embarcado ya en Asia corre un ... gran riesgo de quedarse en el mar». Así de rotundo es Arturo Miguelez, agente de la naviera taiwanesa Evergreen para el norte de España, cuando habla de los problemas que aquejan a la cadena logística global. Sobre todo a la que une la fábrica mundial, China, con el resto del planeta. «El tiempo de tránsito puede pasar de 40 días a 80. Basta con que haya un tifón para que todo salte por los aires», aclara.
Los fletes se han multiplicado por diez, los puertos están congestionados y son menos productivos debido al desorbitado incremento de la demanda y a las restricciones de la pandemia y los mercantes viajan con más retraso que nunca. La puntualidad en el transporte marítimo ha caído del 80% en 2019 a poco más del 30% en la actualidad, y los buques acumulan una demora media de ocho días, el doble que antes de la pandemia. Es una coyuntura que amenaza las campañas más relevantes de la recta final del año y que lleva a Miguelez a hacer una predicción que ya se está haciendo realidad: «La inflación va a ser galopante».
Al otro lado del globo, Xavi Sanz, director de Across Logistics en Hangzhou, concuerda. «Toda la gente que se haya quedado sin embarcar antes del día nacional de China -el pasado día 1-, tendrá que esperar a hacerlo entre el 15 y el 30 de octubre, que es tardísimo para la campaña de Navidad», comenta. «Todo lo que flota está en el agua», afirma Miguelez, señalando que ocho millones de contenedores están actualmente navegando hacia su destino, un volumen extraordinariamente elevado que va a incrementar aún más la presión en los puertos.
La cantidad de mercancía con la que se comercia en el mundo aumentó en el tercer trimestre cinco punto porcentuales frente al mismo periodo de 2019. Y la Organización Mundial del Comercio ha revisado al alza sus estimaciones para 2022: prevé que aumente otros siete puntos. Y la mayoría de ese incremento procederá de Asia, que ha disparado sus exportaciones un 15% en los dos últimos años.
«Los precios ha subido muchísimo por la escasez de contenedores y de servicios. Algunos clientes están esperando a que bajen, pero no lo están haciendo. Algunos proveedores españoles que se han quedado sin poder salir por mar tendrán que enviarlo por vía aérea aunque no les salga rentable, y esos fletes también se encarecerán», avanza Sanz.
Esta coyuntura se ve agravada por los cortes de electricidad que se han extendido por casi toda la geografía china y que suman retrasos en la producción. Los regalos que repartirán Papá Noel y Reyes Magos llegarán más tarde de lo habitual o no llegarán a tiempo. Fuentes del sector de la distribución descartan un desabastecimiento generalizado pero reconocen que pueden faltar regalos: «Hay un problema serio en la logística mundial que está beneficiando a las cuentas de las navieras a costa de los consumidores, pero confiamos en que no se convierta en una crisis como la de los chips».
Desafortunadamente, en algunas empresas está cerca de serlo. Sobre todo en el comercio. No hay más que caminar por los pasillos de Ikea para encontrarse con que numerosos productos de sus exposiciones no están en las baldas del almacén. La multinacional sueca reconoce a este diario que los problemas de suministro no le son ajenos: «Nos enfrentamos a interrupciones en la cadena de suministro de todo la industria que también afectan a nuestra cadena de valor».
Ante la «continua volatilidad y las limitaciones en la cadena de suministro», y con el fin de mitigar el impacto en la disponibilidad de sus productos, que «puede variar entre los distintos mercados e incluso entre las distintas tiendas de un mismo país», la compañía trabaja para «asegurar la disponibilidad de las materias primas, minimizar las interrupciones en la producción y afianzar las capacidades logísticas». Pero la realidad es tozuda y toca priorizar, así que Ikea se ha propuesto asegurar que sus productos estrella y «los más relevantes de la temporada» no falten.
Frente a estas dificultades que comparten casi todas las empresas multinacionales de productos de consumo, desde los juguetes hasta el 'fast fashion', pasando por las cotizadas bicicletas y productos electrónicos, Miguelez destaca la excepción de la industria. «Quizá por la crisis de los chips, la industria ha espabilado y ahora es más previsora», sentencia.
Desde una importante empresa de automoción vasca corroboran sus palabras: «Hemos adelantado pedidos para evitar las roturas de 'stock' a pesar de que resulta más difícil determinar cantidades con mucha antelación y de que pueden darnos problemas de almacenaje. Pero son preferibles al drama que provoca tener el almacén vacío y no saber cuándo llegarán los componentes» de cara a una campaña clave como la de la Navidad.
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