Los hogares extreman la prudencia ante el temor a que la resistencia que la economía ha demostrado frente al actual ciclo inflacionista comience a agotarse. Eso, sumado a una cierta recuperación del poder adquisitivo por las alzas salariales de este año, provocó que en el ... segundo trimestre del año (abril-mayo) la tasa de ahorro de las familias alcanzase el 20% (11,7% en términos desestacionalizados).
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En aquel momento, la economía daba síntomas de enfriamiento con un crecimiento del 0,5% y, aunque la inflación también había empezado a moderarse, la dureza de los bancos centrales -con un impacto especialmente significativo en el encarecimiento del crédito- obligaban a la prudencia. Tanto, que hay que remontarse al segundo trimestre de 2021 (cuando aún existían restricciones derivadas de la pandemia), para ver una tasa de ahorro tan elevada.
Según las Cuentas Trimestrales no Financieras publicadas el viernes por el INE, los hogares gastaron mucho menos de lo que ingresaron en el periodo. En concreto, la renta bruta disponible creció un 12,2% hasta los 251.190 millones de euros, mientras que el gasto en consumo final se estima en 200.740 millones de euros, un 5,2% más. Es decir, los hogares han destinado al ahorro 50.298 millones de euros de su renta.
El resto, se habría ido a gasto, aunque previsiblemente en un movimiento más encaminado a soportar la subida de precios derivada de la inflación que a elevar el consumo, que es precisamente uno de los motores del PIB.
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Muchas familias también habrían optado por usar parte de sus ingresos para amortizar deudas, en pleno repunte del euríbor y el fuerte encarecimiento de las cuotas de las hipotecas variables. El propio Banco de España apuntaba a principios de verano que muchos ciudadanos han convertido el colchón financiero acumulado en la pandemia -cuando el cerrojazo económico por el confinamiento disparó la tasa de ahorro a un máximo del 25%- en su principal escudo frente al escenario de subida de los tipos de interés.
«Los hogares habrían destinado una parte creciente -aunque aún reducida- del ahorro extraordinario a la amortización de préstamos contraídos en el pasado para la compra de vivienda», indicaba el supervisor. De hecho, en 2021 y, sobre todo, en 2022, las amortizaciones ya fueron, en relación con la renta bruta disponible, superiores a las observadas en 2019, antes del estallido de la crisis sanitaria.
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