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El final del verano o el otoño pueden complicar la vida a las bolsas. Ello, tras unas semanas inusualmente estables, sobre todo en comparación con otros años en que un amago de crisis emergente, la guerra comercial o la caída del yuan chino –por ... no hablar de los prolegómenos del marasmo financiero de 2008– aguaron las vacaciones a los inversores.
El Ibex-35 lleva pivotando alrededor de los 7.000 puntos dos meses, alternando caídas con subidas, pero sin sobresaltos. Los sustos fueron antes, cuando las acciones se hundieron anticipando la debacle económica a la que ibam a llevar la pandemia y el confinamiento: el Ibex-35 cayó desde los 10.000 a los 6.000 puntos.
Diego Morín, de IG, atribuye la tranquilidad estival a «un alto en el camino realizado por los grandes inversores» tras «unos meses muy caóticos por el pánico del coronavirus, en los que los volúmenes de negociación, así como el estrés, han sido muy duros».
Para Joaquín Robles, de XTB, la razón de esa calma –y del goteo alcista hasta niveles desde los que el Ibex-35 se repliega– reside en Wall Street que, gracias a los estímulos y a las tecnológicas, ha borrado en su totalidad las pérdidas provocadas por la pandemia. Esta misma semana el S&P500 alcanzaba máximos históricos, por encima de los que marcó en febrero, antes del estallido de la pandemia.
Ignacio Cantos, de Atl Capital, pone el foco en los estímulos: los bancos centrales no sólo sostienen la economía con sus inyecciones, sino que anulan el atractivo de activos alternativos a la Bolsa, como la deuda. La rentabilidad del bono español a diez años apenas alcanza el 0,30%.
A partir de ahora la situación puede complicarse. Klaus Kaldemorgen, de DWS, señala la disonancia existente entre la publicación de unos datos históricamente malos y la subida de las acciones, sobre todo en Wall Street. «¿Puede esto continuar por mucho tiempo?», se pregunta, para contestar: «Los escépticos apuntan a un mercado que en su opinión está ahora 'absurdamente' valorado. Los optimistas, por otro lado, citan las rentabilidades extremadamente bajas de los bonos y subrayan que la pandemia es un evento temporal con efectos temporales». Aunque Robles plantea la cuestión de si los inversores saben cómo quedará la economía tras esta crisis en teoría temporal y Cantos dice que le preocupan las posibles quiebras y sus consecuencias en la banca, aunque ahora sea más solvente que en 2008.
A la hora de plantear la inversión en acciones en estas circunstancias, Joaquín Robles, de XTB, se inclinaría por valores defensivos, como Endesa, Red Eléctrica o Iberdrola, así como por renovables, como Siemens Gamesa, ACS o Acciona. También, por títulos en subida libre, como Cellnex, así como por inmobiliarias, como Merlin Properties. Sólo si se atisba la recuperación, afirma Ignacio Cantos, de Atl Capital, habría que invertir en compañías cíclicas. En IG siguen abogando por el oro y la plata.
Simon Aninat, gestor de Seeyond, explica que «las fuerzas opuestas de la catastrófica situación económica por un lado y los programas masivos de recuperación por el otro» representan «un equilibrio inestable que puede romperse en cualquier momento», por lo que anticipa «picos de volatilidad frecuentes». Y, sea como sea, Esty Dwek, de Natixis IM, explica: «Los valores europeos pueden no tener un catalizador lo suficientemente fuerte como para desarrollar una tendencia alcista más potente».
Para Cantos, las acciones están caras, aunque podrían no estarlo tanto con una recuperación de los beneficios en 2021. Pero, para anticipar tal cosa, se ha de confirmar que, tras la recesión, el ciclo se da la vuelta con fuerza. Y eso está en cuestión a uno y otro lado del Atlántico por los datos económicos más recientes –como los índices de gestores de compras, que establecen interrogantes a la posibilidad de una recuperación en 'V'– y los rebrotes de la Covid.
A los riesgos ligados a la pandemia Robles añade otros, como las tensiones entre EE UU y China, las negociaciones finales sobre el 'brexit' o las elecciones americanas. Pese a todo, este experto, si bien no ve al Ibex-35 en los 8.000 puntos, tampoco lo sitúa bajo los 6.600. Con dos salvedades: si hay una vacuna, el salto será superior, mientras que si hay una fuerte corrección en Wall Street, la caída será más dañina.
En todo caso, los analistas anticipan que el Ibex-35 seguirá mostrando una evolución relativa peor que la del resto de Europa, por el elevado peso de la banca y de los valores turísticos.
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