El Ibex-35, al cierre de la sesión del viernes. EFE

Gran capitulación bursátil: los inversores no venden, huyen

El pánico ha llevado al Ibex-35 a sufrir su segunda peor semana de la historia: la expansión del virus y la falta de medidas lo explican

Domingo, 15 de marzo 2020, 00:33

El Ibex-35 ha sufrido su peor semana desde 2008, con un retroceso del 20,85%, lo que engorda el ajuste desde máximos del pasado 19 de febrero al 34%, lo que supone que 240.000 millones de euros se han evaporado del selectivo. Aunque ... estos números, pese a lo gruesos que son, no pueden llegar a expresar el nerviosismo que se ha vivido en los mercados estos días. Porque esconden los virulentos giros al alza y a la baja en cientos de puntos que se han producido en cuestión de minutos en un solo día. Y tampoco dejan ver que en la misma semana el índice ha sufrido la mayor caída de la historia, el pasado jueves, cuando se desplomó un 14% con la decepción propinada por el Banco Central Europeo, y un fuerte avance, el viernes, cuando ganó un 3,73%, porcentaje hinchado por la prohibición de los cortos sobre 69 valores españoles. La volatilidad ha sido tan intensa como en 2008.

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Los movimientos pueden haberse acentuado por la intervención de las máquinas, responsables del 70% de las órdenes. Son especialmente relevantes en la operativa apalancada, es decir, en inversiones en las que el titular se endeuda para tomar la posición y maximizar la rentabilidad. A medida que el valor de los títulos baja, el broker pide al inversor más garantías y, si no las pone, la operación se deshace automáticamente, lo que favorece que las pérdidas se acentúen.

Pánico humano

Los robots en la inversión llevan a que, a medida que se pierden niveles, se disparan las órdenes de venta, lo que amplifica las caídas. Pero Alberto Blanco, profesor del IEB, comenta que si bien «las máquinas aceleran los procesos», ahora los descensos se deben «a algo tan humano como el pánico». Añade: «Ahora no hay incertidumbre entre los inversores, sino que tienen la certeza de que quieren salir».

De fondo, según Christian Gattiker, de Julius Baer, un flujo de noticias «horrible». En cuanto al propio coronavirus, la raíz de las turbulencias, la Organización Mundial de la Salud decretó su carácter de pandemia global y, de momento, el número de afectados no deja de aumentar, al tiempo que las medidas para contener su expansión parecen ir por detrás de lo que aparentemente sería necesario, sin que por ello vayan a evitar ocasionar tanto un shock de oferta (parón de producción) como de demanda (menores empleo y consumo).

Y, sobre las políticas adoptadas para contener el daño económico, Gattiker afirma que son «decepcionantes en todos los ámbitos». Y ello con dos hitos: la prohibición de la entrada en EE UU de vuelos procedentes del Viejo Continente y la reunión del BCE, no tanto por las medidas adoptadas de expansión de la inyección de liquidez y las compras de activos como por la rueda de prensa de su presidenta, Christine Lagarde, que se mostró «indecisa en algunas ocasiones» y afirmó que «la reducción de los diferenciales de deuda no es tarea del BCE», en palabras de Andreas Billmeier, de Western Asset (Legg Mason). Además, como afirma Esty Dwek, de Natixis IM, las medidas de liquidez del BCE no ayudan en nada, puesto que ése no es el problema: «Los bancos están llenos de liquidez», afirma. «La respuesta a la crisis debería ser, ante todo, fiscal», añaden desde Amundi. Por eso no alivió la bajada de tipos del Banco de Inglaterra esta semana ni la de la Reserva Federal de EE UU la semana anterior.

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Como sintetiza Víctor Alvargonzález, de Nextep, las fuertes caídas obedecen al pánico que ocasiona un virus muy contagioso y algunas veces mortal y a la ausencia de liderazgo mundial para atajar tanto su expansión como para mitigar su impacto económico con medidas coordinadas de política fiscal y monetaria, entre las que, sugiere, se podría haber incluido que el BCE comprara ETFs (fondos cotizados) sobre el Eurostoxx 50, al igual que ha hecho el Banco de Japón con el Nikkei. Poner coto a las caídas de la Bolsas es relevante porque llega un punto en que se retroalimentan, contribuyen al nerviosismo y minan la confianza del consumidor.

«Lo que el mercado está descontando es que vamos a tener una gran crisis económica, con daños de momento incalculables, por lo que las medidas que se introducen se hacen a ojo», añade Sergio Ávila, de IG.

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A esa crisis se incorporaba el lunes un ingrediente más: el hundimiento del crudo, que puede agravar la situación financiera en un momento ya delicado para los países, las petroleras y los instrumentos que los financian.

La sensación de capitulación puede ser síntoma de que el final de las caídas puede acercarse, aunque los analistas no anticipan tal cosa y sí una recesión. Ese temor ha hecho que Bruselas y Washington presentaran el viernes programas de apoyo y ello puede ayudar a que algo empiece a cambiar.

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